3. Apunta maneras la chiquitita

362 28 18
                                    

Ni cinco minutos. Es que ya no tengo ni cinco minutos para mí. Antes escribía todos los días. Ahora ya estoy aquí sentada de nuevo haciendo un resumen otra vez. Me estoy empezando a cansar de esto.

Te prometo que amo escribir y que mi abandono no significa nada. Bueno si, que no tengo tiempo ni de respirar. Anne querida te quejas demasiado.

Cualquiera que me escuche dirá no entiendo tanta queja con la maravilla de vida que llevas. Pues yo sí, porque quejarse es bueno. Ella fiel defensora de que si algo no te gusta debes quejarte y hacer por el cambio (dentro de lo posible claro). De nada nos sirve quejarnos ahora de llevar mascarilla, la llevas y te jodes, que hay una pandemia. Así que ya sabéis, distancia de seguridad, higiene y mascarilla.

Bueno pues eso, que vivan las quejas y los quejicas, que estamos muy infravalorados. Y tú, eres el oído de mis quejas, así que, gracias.

El sábado ya te lo conté, maravilloso la verdad, te lo contaría otra vez de lo que me gusta recordarlo pero no. Eso es de páginas anteriores. Vamos a retomar desde el domingo.

Doce de Mayo, ¿bonito día eh? Pues la verdad que sí, empezó super bien. Como la semana pasada había sido el día de la madre y no pudimos celebrarlo bien porque tenía que trabajar. Para variar. Gèrard decidió que ese iba a ser mi día, y que por supuesto sería una sorpresa.

Me despertaron a las diez de la mañana llenándome de besos. En otras circunstancias me los hubiese cargado. Bueno a él. Aroa no tiene la culpa de la mala influencia de su padre. Diez de la mañana un domingo. Es que debería ser algo ilegal. Bueno total, que me despertaron dándome besos y aunque despertarme no es mi mejor plan, lo agradecí. Gèrard había preparado un desayuno especial con la mejor pinche a su lado. Me enseñó luego fotos del momento de preparación. Había puesto a la niña un gorro de cocinera y un mini delantal. Aparecían riéndose en la foto los dos juntos. Aroa tenía harina por toda la carita y las manos intentaba manchar a su padre también. Apunta maneras la chiquitita. Me dio una pena terrible haberme perdido ese momento. Sé que era una sorpresa, cosa que aún me repite Gè cada vez que me quejo de habermelo perdido, pero me da rabia, no lo puedo evitar.

Bueno, me habían preparado un café con leche, zumo de naranja, frutas varias, con mandarinas por supuesto, y un bizcocho buenísimo. De ahí la harina por todas partes. Me lo trajeron todo en una bandeja con una rosa (básico, dilo) y una tarjeta "escrita" por Aroa en la que ponía: que suerte tuve de que me tocases como mamá, muchas gracias por quererme y cuidarme tanto y tan bien. Eres la mejor mami del mundo. Te quiere muchísimo Aroa. Y firmado con la huella de su mano plasmada en color verde, mi color favorito.

Que suerte tengo con Gèrard, es que no deja ningún detalle al aire.

Después de desayunar, nos duchamos, nos vestimos y nos fuimos a dar un paseo. Fuimos a comer a un japonés que le habían recomendado a Gè y que descubrimiento. Podías pedir toda la comida que quisieses en tandas de tres platos con el precio fijado. No he comido tanto sushi en mi vida.

Después de la siesta a tres, (mi plan favorito ya lo sabes), nos fuimos a dar un paseo por el retiro. Estábamos de revista. ¿Sabes las típicas familias "posturetas" de Instagram? Pues eso éramos nosotros. Nos hicimos muchísimas fotos. Gèrard llevaba una camisa corta debido a la ola de calor que había aparecido de repente en mayo. La hawaiana azul marino, mi favorita. Y la niña y yo íbamos a juego sin querer. Yo me había puesto un peto vaquero, y Gérard sin haberme visto antes, le puso lo mismo a Aroa. Nos hizo tanta gracia que nos quedamos así y quedó genial en las fotos. Quería cambiar las fotos del salón, así que ese día me vino super bien. Voy a poner tres marcos en blanco y negro, una con la de la preparación del bizcocho, otra de Aroa riéndose mientras yo hinchaba mis mofletes imitando a un pez globo. Y la última de los tres juntos, en la que Gèrard me tenía cogida en brazos y yo a Aroa. Nadie se explica como podía con las dos. Potencia física, ya sabéis.

IrmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora