En una hora se reprodujo todo el abuso que vivieron Armes y Nathaniel durante años.
Los siguientes en aparecer fueron las personas que trajo Inferno, una de ellas tenía un recuerdo en particular que llamó la atención de Nathaniel. Era la entrada al salón donde Jaku había sido quemado. A su espalda, Iza lloraba en silencio por el cuerpo carbonizado de su hermano.
Nathaniel sintió el olor de la sangre de su hermano y comenzó a seguir el rastro hasta encontrar el espejo. Movió el espejo y rompió las ataduras de Armes, comenzando a retirar los trozos de vidrio de su cuerpo. El niño, de ojos azules y cabello blanco, lloraba no por sus heridas, sino por la muerte de su sirviente.
El dueño de este recuerdo estaba junto a un hombre que salió de su escondite, burlándose y diciendo que llamaría al Lord. Nathaniel lo mató con uno de los trozos de vidrio que le había sacado a su hermano. La regeneración no es posible si les quitas la cabeza, especialmente en los más jóvenes.
—Llévate a tu hermano y deshazte del cuerpo del imbécil. No regreses, escóndete.
Dijo Nathaniel con la voz temblorosa mientras seguía sacando los vidrios del cuerpo de Armes.
—Pero amo, no puedo dejarle solo.
—¡Te he dicho que te vayas y no regreses! La próxima serás tú. Yo no puedo irme, pero eso no significa que debas morir aquí.
Le gritó a Iza. Era la única vez que recordaba haberle gritado a su sirviente.
El dueño del recuerdo huyó antes de que Nathaniel lo encontrara, ya que buscaba rastros de más traidores.
Los recuerdos continuaron hasta que encontraron a alguien que intentó abusar sexualmente de Armes. Esta vez, Armes le arrancó los brazos al agresor.
Inferno volvió a entrar en la habitación con los cuerpos de los médicos que habían tratado a Nathaniel y no habían denunciado lo que sucedía en la mansión. También trajo sirvientes y demonios menores, aliados de demonios mayores.
Tanto Rencor como Gula miraban aterrados los cuerpos de sus subordinados.
Cuando terminaron de revisar los recuerdos de los 24, siguieron con los de otros 10. Inferno subió y se sentó en duelo, apoyando su cabeza en el sofá y echando la cabeza hacia atrás.
En los recuerdos de varios sirvientes, estaba la intención de envenenar la comida de ambos hermanos y los medicamentos. También vieron cómo Nathaniel asesinó a los sirvientes que no querían curar a Armes tras sus heridas, y cómo una médica intentó arrancarle las alas a Armes para obtener reconocimiento de Alan, pero Nathaniel la mató, cortando su cabeza con una katana, y después sus brazos, partiendo su cuerpo en dos.
Lucifer habló después de que los recuerdos se mostraron.
—Los condeno a vivir un millón de años de sufrimiento.
Lucifer miró tanto a su hermano menor como a Nathaniel.
—¿Están conformes?
Armes se encogió de hombros.
—Yo los quiero muertos.
Nathaniel devolvió la mirada dorada a Lucifer.
—Está bien, un millón de años de sufrimiento en una hora, y después la muerte. Quiero la eliminación de sus familias, que no quede rastro alguno de ellos, solo que se sepa quién los mató.
Los condenados comenzaron a gemir en voz baja.
—Ahora es vuestro turno.
Lucifer miró a los Lords.
—¿Alguno de ustedes sabe por qué tienen una posición superior a otros demonios?
Preguntó, pero nadie contestó.
—¿Sabe alguno de ustedes siquiera por qué los dejé vivir?
Preguntó nuevamente Lucifer, pero el silencio fue la única respuesta.
—Supongo que sería una pérdida de tiempo eliminar a cada ser que llega a esta dimensión, y ni hablar de los ángeles y arcángeles caídos que son una plaga para el resto del mundo.
Rió en voz alta.
—También lo son para mí, ¿debería exterminarlos? ¿Seguir las reglas de los ángeles y matarlos a todos?
Lucifer continuó con indiferencia.
—Después de todo, ustedes solo están en esta dimensión porque yo lo permito. Mientras no dañen el ecosistema interno, permito que existan en MI dimensión.
Dijo mientras deslizaba los dedos por el cabello de Inferno.
—Orgullo, levántate y da un paso adelante.
Orgullo obedeció, aunque con la cabeza baja.
—Levanta la vista.
Orgullo lo hizo, visiblemente incómodo ante la mirada de Lucifer.
—Te encontraron cuando Nathaniel rescató a Armes. ¿Qué tienes que decir sobre eso?
—No sabía lo que Lujuria estaba haciendo. Hace mucho que mantenía a los niños de mi señor escondidos. Algunos de los señores y yo pensábamos que solo los sobreprotegía. Sabemos cómo son los ángeles caídos con los niños, y para nosotros, los inmortales, 30 años es como el equivalente a 8 años humanos. Mi orgullo no me permitiría hacer daño a un niño. Yo no dejaría a mi hija cerca de ninguno de ellos.
Lucifer miró a Armes y a Nathaniel.
(¿Qué opinan ustedes?)
(Es verdad, él nos escondía. La mayoría de las veces nos mantenía lejos de los demás. Las pocas veces que nos permitió vernos fue cuando yo tenía 10 y Nathaniel 15.)
Lucifer asintió en dirección a Orgullo.
—Me han informado sobre tu hija. Sobresale en el uso de magia negra y también es hermosa.
Orgullo asintió, algo dudoso.
—¿Sabías algo sobre los Pecados que planeaban tomar mi poder?
Orgullo tardó en responder.
—Me he aislado estos últimos 2.800 años desde el nacimiento de mi hija. Mi residencia principal está a unas tres mil millas del Palacio de Invierno. Hace poco, Lujuria me pidió que retirara a mis hombres de su territorio, actuando de forma grosera.
Nathaniel llegó y, sin dudarlo, comenzó a cortar a cualquiera que se interpusiera. Al llegar, encontramos al joven Armes encadenado. Sabíamos que eran tus hijos, pues se parecen más a ti que a sus madres.
Lucifer hizo una señal para que continuara.
(El resto del juicio siguió en la misma línea, con más revelaciones y condenas para aquellos que traicionaron a los hijos de Lucifer, con sentencias adecuadas a su traición y culpa.)
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FantasíaEn el Infierno solo hay un Rey. Aquél apoyado por el mismísimo Infierno. Varias veces ocurre que esté rey duerme y durante ese tiempo el caos reina, los demonios menores incluso rompen las leyes. Nuevos reyes ascienden pero cuando el rey supremo...