01- Chiquete

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| 01 |"Chiquete" |
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Me crucé de brazos y me removí en el asiento trasero del carro de Marco, en el cual veníamos Vitolias y obviamente Marco conduciendo adelante, Jaimico y, lamentablemente, Chiquete a mis lados. Claramente Marco y Vicoli habían buscado la manera de que así viajáramos las horas que eran hasta llegar a donde había planeado mis vacaciones con mis primas de Mazatlán.

—Oye wey ya ando bien cansado.—Se quejó Marco dejándose caer en el asiento sin dejar de conducir. Por el espejo retrovisor pude ver a Vitolias quien se apresuró a tragar de manera rápido lo que sea que inflaba sus mejillas y me sonrió con burla y malicia, fruncí mi ceño y rogué porque no hiciera ninguna maldad o no dijera ningún comentario fuera de lugar como a los que estaban acostumbrados a hacer desde hace meses, desde el día en que se enteraron que en algún momento -de los escasos que tiene Chiquete como soltero- habíamos decidido dejar fluir las cosas y los sentimientos que había entre nosotros desde el día en que nos conocimos por accidente, pero como no todo es perfecto las cosas entre nosotros no funcionaron, más bien la fidelidad parece no estar en la boca de quien en algún momento fue mi amigo pero no lo culpo, tal vez y ninguno tenía culpa de no poder sentar cabeza, tal vez somos muy jóvenes y no es momento de tomarnos en serio las cosas. 

—Ay Eduardo, tu siempre andas estresado.—Chiquete se estiró en el asiento para masajear los hombros del mencionado, sacando exageradamente su trasero hasta tocar mis piernas quitándome el poco espacio que ya de por sí teníamos aquí atrás.

—Pinche joto vete más para allá que me molestas.—Me quejé intentando empujarlo, al ser él mucho más grande y fuerte con hacer un poco más de presión contra mí logró correrme del asiento.—¡Chiquete!

—Mi amorts para ti.—Ladeó su cabeza rodando sus ojos y, todo incómodo como estaba pero sin dejar de molestarme, siguió masajeando los hombros de mi chofer personal, alias mi primo lejano.

Rodé mis ojos y le sonreí a Jaimico quien estaba muy entretenido masajeando los hombros de Vitolias.

Volví a mirar a Víctor justo cuando decidió por hablar.

—El Chiquete le hace masajes a mi compa, el Jaimico a mí pero ¿Y a ti Dulce?

—Mi novio.—Respondí con simpleza volviendo mi mirada a mi teléfono pero el brusco frenar de Marco me hizo volver a prestar atención.—Oye ¿Qué te sucede loco?

—¿Cómo que tienes novio hija de la verga?  

—Oye.—Lo fulminé con mi mirada.—Era broma celoso. ¿Cómo crees que voy a tener novio después del ridículo que le hicieron pasar a mi último amigo? ¡Ya ningún chico se me quiere acercar!—Ellos se carcajearon de manera cómplice, seguramente recordando aquel día.

—Tu también andas muy estresada plebe, Chiquete hazle masajes tú también.

—Ni se te ocurra ponerme las manos encima.—Lo apunté con mi dedo.

—Como si no te toqué cosas más interesantes que tus hombros, Dulce, ay por favor.—Rodé mis ojos y por inercia nuevamente mi cuerpo se fue hacia adelante con brusquedad cuando Marco volvió a frenar de la misma manera.

—¡¿Me engañaste con mi prima v*erga?! No te pases de ve*rga, luego me dices a mí loco.—Bufé por lo bajo en un intento por no demostrar que esta situación me divertía.

Mantente seria Dulce, éstos te obligaron a venir con ellos, no puedes estar sonriente-Me dije internamente y volví a ponerme en mi actitud de mamona, no sin antes pellizcarle la pierna a Luis Enrique para que se corra, algo que hizo de un salto fricando esa zona.

—¡Ay Eduardo dile algo, me tocó el tras...!

—Bien que te gusta cabrón, ya cállate.—Lo interrumpimos mi primo y yo diciendo lo mismo sincronizados provocando nuestras risas.

—Ándale Chiquete, desestresa a la plebe que está muy niña para andar así de amargada.

—A la orden.—Cerré mis ojos cuando sus manos rodearon mi cintura para acercarme a él después de haberse corrido volviendo a darme el espacio que me quitó anteriormente. Me obligó a darle la espalda y quitó sus manos de mi cintura subiéndolas a mis hombros los cuales, en vez de masajear comenzó a acariciar.

Me removí y me estiré sobre sus piernas abriendo la puerta de su lado sin importarme que el carro estuviera en marcha.

—Bájate a la verga Chiquete.—Los otros tres se rieron al ver la cara de susto de Luis Enrique, hasta que el amargado de Marco me regañó obligándome a volver a cerrar la puerta.

—Yo también quiero wey.—Chiquete estiró su mano a Jaimico quien nos repartía los últimos chicles que le quedaban.

—No tengo más compa.—Chiquete miró mal a Jaimico y yo me encargué de que dejara de incomodarlo al correrle su rostro con mi mano. Éste tomó mis muñecas y me atrajó a él aún viéndome con esa carita seria que tanto me derretía por dentro y que me hacían sentir esas famosas y particulares cosquillas en mi vientre.

—Dul.

—Mande—Dije intentando alejarme de él.

—Dame el chicle.—La leve sonrisa que traía en mi rostro se borró y acerqué mi cabeza a mis manos sin dejar de forcejear, metería ese chicle a mi boca a como dé lugar.

—Niños de infante parecen con esas actitudes wey, ya dense la cogida que necesitan y cómprende más chicles.

—¡Ay Marco!—Me quejé antes de soltarme de Luis Enrique una vez que gané el forcejeo y metí la golosina a mi boca. Hice un pequeño baile elevando mis brazos. 

Cuando menos lo esperé, las manos de Chiquete tomaron mi rostro y acercó nuestras bocas uniendo nuestros labios en un beso salvaje el cual correspondí, después de todo la carne es débil y no era muy fácil intentar espantar los sentimientos, emociones y sensaciones que éste hombre me hace sentir si lo tengo a mí lado la mayor parte de mi tiempo.

Llevé una de mis manos para acunar una de sus mejillas y suspiré cuando mordió con delicadeza mi labio, estirándolo cuando nos separamos sólo unos centímetros, no me animé a subir mis ojos para encontrarme con su mirada, sin verlo sentía su mirada penetrante quemarme.

—¡Nada más eso tenían que hacer hijos de la chingada!—Festejó Marco entre todos los festejos y ruidos que nuestros amigos hacían. La risa de Chiquete hizo vibrar su pecho mientras me abrazaba atrayéndome a él para esconderme en su cuello.

—Luces preciosa así rojita, princesa.—Susurró besándome nuevamente y después mi cabello dedicándose a dejar caricias por mis brazos mientras respondía o aportaba cosas graciosas y algunas veces sin sentido a las charlas que tenían los demás.

Después de todo no había sido tan malo el aceptar traer conmigo a mis guardaespaldas y choferes personales a las vacaciones con mis amigas. O eso esperaba...



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Medio medio pero quería subirles algo. 

Todavía me siento incómoda y tensa a la hora de intentar utilizar palabras que creo yo que se usan por esos rumbos así que si tienen alguna corrección o sugerencia acerca de eso, no tengo drama en que me la hagan. Así como también los apodos, nombres o tratos entre ellos.

No se olviden de votar y comentar. ¡Gracias por el apoyo! ❤️

One Shots | Los Toys |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora