Loreana me estaba esperando en la esquina, como habíamos acordado. Al ser sábado en la tarde, el centro comercial estaba bastante poblado de gente. La noche anterior me había enviado un mensaje invitándome a merendar; habían abierto una nueva cafetería y quería ir a conocerla. Como no quería quedarme todo el fin de semana encerrado en mi casa, pensando, accedí a ir.
—¡Por fin llegas! Apresúrate que muero de hambre. —me dijo Loreana apenas me vio. Estaba tan radiante como de costumbre, con un jean gastado, sus habituales botas color bordó, una remera al cuerpo con líneas blancas y negras, y un saco también bordó. Su cabello chocolate se encontraba bien sujeto en dos trenzas.
—No seas dramática, Lore. Aparte, según mi reloj, llegué incluso antes de tiempo.
—Sh, sh. Cállate. Entremos así conseguimos un buen lugar.
Mister Coffee, así se llamaba la cafetería. Muy original la verdad (por cierto, estaba siendo sarcástico). El lugar no rebosaba para nada de felicidad. Las paredes eran de color gris, con los asientos y accesorios en turquesa y música ambiental clásica. No me sentía incómodo, pero tampoco era un sitio para celebrar. Por suerte, aún había lugares libres. Elegimos una mesa al lado de una de las ventanas y, una vez acomodados, nos llevaron la carta.
—Creo que voy a tomar un café con leche con una porción de esas tortas de allí, se ven muuuuuy deliciosas. —me dijo Lore tras inspeccionar la carta a fondo. Observé en la dirección en la que se encontraba mirando ella y pude ver una heladera mostrador llena de tortas, tartas y postres.
—Ummm. Yo creo que prefiero un café con medialunas.
—¿Lo dices en serio? —me preguntó ella poniendo los ojos en blanco— ¡¡Qué aburrido!!
—Bueno, bueno. Está bien —le respondí observándola con cara de fastidio—. Cambio las medialunas por una porción de torta, como tú. ¿Contenta?
—Siiiiii —afirmó ella. Desvió la mirada, un poco pensativa, hacía la ventana y volvió a hablar—. ¿Has hablado estos días con Bastián?
—Sí, nos hemos mensajeado. Pero, a decir verdad, no tengo ganas de hablar ahora con él. Me envió un par de mensajes, pero desde lo que pasó ayer con Dylan, no tuve más ganas de responderle.
La música clásica parecía hacer que la gente se mantuviera serena, porque, si bien se escuchaban voces, eran apenas murmullos.
—Pero Bastián no ha hecho nada malo. —Loreana tomó su celular y tecleó algo en la pantalla.
—Exactamente —le respondí—. No hizo nada en absoluto. Solamente aprovechó para tomarse unos días y escaparse de todo, dejándonos a nosotros en la mira.
—Yo no lo veo tan así. Tienes que tener en cuenta que jugaron con su intimidad y que nosotros somos sus amigos.
—¿Y nuestra intimidad? —Aunque no era eso lo que quería, me era imposible no alterarme—. Ahora quedamos más que expuestos ante todos. No hay nada que vayamos a hacer sin primero tener que pensar cómo lo van a ver los demás.
—¿A ti te pasa algo que deba saber? —Su voz sonaba como la de una madre autoritaria, deseando sonar comprensiva, pero, a su vez, obligando a hablar.
—No —le respondí mientras doblaba la carta y la dejaba en un costado—. Nada.
—Te conozco, Henry. ¿Por qué todo esto parece afectarte tanto? Sé que Bastián es tu mejor amigo, pero pareciera que todo lo que pasó ayer no fue justamente por él. ¿O sí?
—Sí, fue por él. ¿Por quién iba a serlo sino? Por su culpa ahora los demás también me atacan a mí sin sentido alguno. Soy el único blanco que tienen cerca al no estar Bastián. Y sabemos de sobra que a Dylan no le caía ya del todo bien.
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Fuimos Mariposas © (EN PROCESO)
Short StoryLa adolescencia es la etapa más complicada en la vida de cualquier persona. Allí suceden los cambios más importantes tanto a nivel físico como emocional. Y el caso de Henry no era muy diferente al del resto, solo que su vida estaba sumida en un secr...