La casa era más grande de lo que se apreciaba por fuera. A diferencia del gris de la pared del frente, dentro los colores eran todos alegres y llamativos. Apenas habíamos entrado, pude vislumbrar una gran sala con una chimenea en una de sus paredes; en el centro había tres sillones: uno de tres cuerpos, y dos de un cuerpo. Una gran alfombra verde agua ocupaba casi todo el suelo de madera, y en el medio de los sillones se encontraba una mesa ratona. El ambiente olía a jazmines y madera, una mezcla realmente encantadora.
—Tía Grace, ¿en verdad esta es tu casa? ¡Me encantaaaaa! —Abby no paraba de observar y tocar todo; de estar presente, mamá no se lo hubiese permitido.
—No sabía que ahora vivías aquí, en el pueblo. —le dije. Me sonaba extraño que papá nunca hubiese hablado al respecto.
—Sí, llevamos viviendo aquí un año, pero la remodelación de la casa nos tomó más tiempo.
¿Acababa de decir llevamos? ¿De qué más me estaba perdiendo?
—Hola, amor. ¡Bienvenidos, chicos!
Una mujer de aproximadamente la misma edad que Grace salió de una de las puertas de la derecha. Llevaba puesta ropa de entre casa y el cabello largo, lacio y colorado atado en una cola de caballo. Sus rasgos eran delicados. Su rostro, más bien alargado, pero sus facciones eran acordes a él. Los que más resaltaban eran sus ojos de un color verde brillante con algunas piscas de amarillo. Cuando habló, su voz sonó suave y ligera. Se acercó a Grace y, para mi sorpresa, la besó en los labios.
—Abby, Henry, ella es Helena, mi pareja.
Su pareja. Helena-era-su-pareja. Estaba atónito.
—¡Hola, Helena! Me encanta tu cabello. —Abby fue directo a ella y la saludó con un abrazo. Yo seguía impactado.
—Y tú debes ser Henry. ¿Cómo estuvo el viaje? —me preguntó mí nueva tía. Me hablaba a mí, pero mi cerebro intentaba aún comprender cómo eran las cosas.
—Sí, Henry. Mucho gusto. —le respondí y le tendí la mano, lo cual quedó medio tonto, pero no era capaz de salir de mi asombro.
—Abby, ¿quieres que Helena te haga un tour personal por la casa? —Grace le hablaba a mi hermanita, pero me miraba a mí.
—¡Sííííííííí!
Cuando Abby y Helena se fueron, Grace me invitó a pasar a la cocina y me sirvió un poco de limonada.
—¿Pasó algo con Helena? —me preguntó mi tía— Noté que te quedaste un poco raro cuando ella apareció. —Su voz sonaba tranquila, pero su rostro demostraba un poco de miedo. ¿Temería por lo que yo pensara?
—No, no es nada. Bueno, sí. Es solo que... no me lo esperaba.
—¿No esperabas encontrar a otra mujer, o que sea mi pareja? ¿O ambas? —Grace sonreía un poco resuelta y, luego, bebió de su limonada—. Pensé que lo sabían, me refiero a lo mío con Helena. Pero ahora me doy cuenta que no. Le sigue gustando guardarse secretos a tu padre, eh.
En eso parecía que con papá éramos parecidos, y lo sabíamos hacer muy bien.
—Con Helena llevamos saliendo ya 6 años —continuó diciendo Grace—. Nunca he hablado antes de ella porque en las reuniones familiares no me gustaba tener que sacar el tema, y tampoco me parecía prudente llevarla conmigo. Ya viste como son las personas grandes. Pero no pienses que la oculto, para nada. Tus abuelos y tu padre ya saben de ella, lo que me parece raro es que no se lo hayan contado a ustedes. Aquí, en el pueblo, aún suele ser algo raro lo nuestro, pero necesitábamos un poco más de estabilidad, y lo más accesible era comprar una casa aquí y remodelarla. Queríamos vivir juntas y en la cuidad eso nos era imposible. Por ese motivo tampoco ha ido conmigo a ningún evento familiar, porque ambas teníamos vidas muy distintas y hasta para poder vernos nos era difícil. Perdón, estoy hablando demasiado.
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Fuimos Mariposas © (EN PROCESO)
Historia CortaLa adolescencia es la etapa más complicada en la vida de cualquier persona. Allí suceden los cambios más importantes tanto a nivel físico como emocional. Y el caso de Henry no era muy diferente al del resto, solo que su vida estaba sumida en un secr...