Había llegado la hora de dormir. Había llegado la hora de dormir con Bastián. Había llegado la hora de dormir en la misma cama con Bastián. Había llegado la hora de dormir en la misma cama con Bastián, mi novio.
Lo tenía a solo unos metros y acababa de quitarse los pantalones, quedando solamente en ropa interior. Le había preguntado si tenía pijama y su respuesta había sido que no, que le incomodaba usar ropa para dormir. Dormía solo con calzoncillos. Sin camiseta, solo calzoncillos. Las veces que habíamos dormido juntos nos pasábamos la mayor parte de la noche despiertos, jugando o mirando películas y, por lo general, nos quedábamos dormidos vestidos. Ya nos conocíamos desnudos, pero no era lo mismo al no ser solo amigos. El cuerpo reacciona de formas extrañas a veces, y yo tenía miedo de que reaccionara indebidamente estando con él, otra vez.
—Amor, me gustaría que veamos una película o algo, pero estoy muerto de sueño del viaje y todo lo demás. ¿No te enojas? —Bas estaba de pie, a tan solo unos centímetros de mí, casi desnudo, y me acababa de llamar amor. Todo en mi interior había dejado de funcionar—. ¿Estás bien?
—No, digo, sí —Mi cerebro no coordinaba, por supuesto—. No me enoja, Bas. Yo también estoy cansado.
—¿Dormirás así vestido? —me preguntó señalándome el cuerpo, el cual permanecía tapado por la ropa.
Procedí a quitarme la camiseta y la dejé sobre la silla del escritorio. Bastián me observaba y eso me incomodaba aún más. Cuando notó que yo lo miraba, se dio vuelta y fue hacia la cama. En ese instante, aproveché y me quité los pantalones. No sabía qué hacer, si acostarme así, como él, o ponerme el pijama. No me quería poner el pantalón, pero era muy friolento como para estar con el pecho descubierto. Así que saqué del ropero la parte superior del pijama y me lo puse. Podía sentir claramente cómo mi corazón se había acelerado al pensar que era la hora de acostarme junto a él. Los nervios son ese enemigo que está atento para jugarte una mala pasada.
La cama era grande, teníamos espacio de sobra para los dos. Nuestros cuerpos eran bastante flacos, aunque Bas era más alto que yo y con un poco más de músculos. Pude notar que a él se le cerraban los ojos del cansancio pero, cuando me acosté, se acurrucó junto a mí y me abrazó. El dulce aroma embriagador de su piel llenó mis pulmones. No sabía bien cómo actuar, pero él hacía parecer todo tan natural que me relajaba.
—¿Sabes? Aún no entiendo cómo no hemos hecho esto antes —La voz de Bastián sonada un poco ronca, como adormecida—. Tantas noches que pasamos juntos, solos, sin saber lo que al otro le gustaba realmente, sin saber que yo te gustaba.
No tenía intención de hablar porque quería seguir escuchando su voz y sentir cómo vibraba su pecho ante cada palabra. El silencio también me gustaba cuando estaba junto a él, todo parecía ser correcto y perfecto.
—Creo que, ahora que sé lo que se siente estar así, no querré volver a dormir solo.
—Disfrutemos el resto de las vacaciones el dormir así, abrazados. A menos que tú quieras... —dejó la frase en suspenso y comprendí muy bien a lo que se refería.
Mi corazón había comenzado a latir a mil por hora y mi cerebro había entrado en alerta y se debatía por lo que responder. Sí, por supuesto que deseaba más de él, de sus besos y mimos, pero era muy pronto para eso. Aunque mis labios no resistieron y, con un simple movimiento, lo besé.
Besarlo en esas circunstancias era diferente, más íntimo y excitante. No había miradas ajenas ni ruidos que nos distrajeran. Éramos él y yo. Sus labios sabían a menta y parecían hechos para seguir el ritmo de los míos. Una de sus manos acariciaba mi nuca y la otra recorría lentamente mi espalda bajo el pijama. Sin saber bien qué hacer, comencé a acariciar su pecho. Bas estaba acostado boca arriba, y yo, de costado. De repente, todo se volvió más intenso y mi cuerpo comenzaba a despertar. Note que él también se había dado cuenta de eso porque, instintivamente, se frenó.
![](https://img.wattpad.com/cover/234279528-288-k263862.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Fuimos Mariposas © (EN PROCESO)
KurzgeschichtenLa adolescencia es la etapa más complicada en la vida de cualquier persona. Allí suceden los cambios más importantes tanto a nivel físico como emocional. Y el caso de Henry no era muy diferente al del resto, solo que su vida estaba sumida en un secr...