PARONIRIA

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El agua estaba más fría de lo que esperaba, pero no podía evitar disfrutarla, termine de sacar el shampoo de mi cabello, en el piso de la ducha, las losetas blancas se teñían de un ligero rojo, diluido por el agua. Salí de la ducha y me mire al espejo, el agua se había llevado toda la sangre y por fin volvía a respirar con tranquilidad.

- Nadie tiene que saberlo - me encogí de hombros y le sonreí a mi reflejo desnudo. Mi celular comenzó a sonar en la habitación, tomé la toalla colgada detrás de mí, me envolví en ella y camine hacia la habitación en modo tortuga, con la esperanza de que dejara de sonar. Cuando por fin encontre el celular entre mis sábanas la llamada ya había caído.

- Que lastima.

Si tuviera un poco mas de conciencia devolveria la llamada al señor que pagaba mi sueldo cada mes, pero me parecía una pérdida de tiempo, Termine por  acostarme despues de ponerme una camiseta y coloque la alarma para que sonara dentro de  dos horas, como si fuera tiempo suficiente para recuperar la energía para vivir.

Mi cuerpo empezaba a sentirse pesado cuando escuche el celular sonar de nuevo, pensé que era mi imaginacion pero claramente estaba equivocada. Me maldije a mi misma por olvidar poner el modo silencio y  tomé el teléfono para saber a quien asesinaría luego. Era mi asistente, entorné los ojos hacia el botón y lo presione sin más, Pero el teléfono seguía sonando y sonando, 16 llamadas después decidí contestar.

- ¿Cómo puede una persona hacer tantas llamadas en tan poco tiempo?, espero que sea peor que un asesino en serie o algo asi, porque de lo contrario el próximo artículo que escribiré será el de tu muerte, habla...

- Lamento despertarle tan temprano... esto, ¿cómo estuvo su noche? 

- Mi noche fue una mierda, ¿Que tal la tuya? - sonreí aunque sabía que no podía verme pero esperaba que lo sintiese.

- Bueno estuve jugando unas partidas con mis amigos y luego... - su voz se fue apagando lentamente - Realmente no le interesa saber como estuvo mi noche, ¿Cierto?

- DING - hice un sonido de campana - Sabia que eras listo,  deberias hacer un libro, ahora, ¿Me dirás porque trataste de hacer que mi celular explotara junto a mi cama o debería adivinar como arruinaste mi trabajo esta vez?

Empezó a hablar rápidamente tratando de explicarme mil cosas a la vez, consiguiendo marear a mis neuronas, empecé a llamarlo, pero seguia y seguia sin parar, soltando todo su vomito verbal innecesario.

- ¡Kevin!, respira profundo, organiza tus ideas y trata de no ahogarte con tu lengua para que pueda entenderte, ¿Te parece bien? - lo escuche tomar varias respiraciónes a través del teléfono para después hacer un silencio eterno, haciendo parecer nuestra llamada una línea muerta.

- Creo debe venir a la oficina, el señor Michaels está como loco,  va a despedirla si no aparece ya mismo, o eso dijo - Me reí mientras hacía tronar mi cuello.

- ¿Va a despedirme?, dile que estaré esperando mi cheque. - El grito de niña de Kevin casi revienta mis oídos, podía distinguir su voz chillona pidiendo ayuda entre los gritos de mi jefe ordenando darle el celular, el cual al final consiguió.

- Escúchame bien perra malcriada, o vienes aquí ahora mismo o me encargare de destruirte completamente y te juro que... - dejó de hablarme, para gritarle a Kevin fuera de la línea para que se callara de una buena vez, ya que, este había estado tratando de calmar al jefe mientras este me insultaba.

Me colgó sin terminar la amenaza no dejándome más opción que levantarme, bufé en el espejo recordando y odiando, el día que decidí convertirme en una periodista cuando podía solamente casarme con un anciano rico, asesinarlo y vivir de su fortuna. 

Baje al estacionamiento solo para darme cuenta de que mi llanta estaba ponchada,  Pedí un Uber para tratar de llegar, pero al parecer el tráfico había decidido conspirar contra mi también, Kevin volvió a llamarme.

-Señorita Rees, ¿Qué tan lejos está?, el jefe empezó a lanzar cosas por la oficina...- Su voz se escuchaba como un susurro al otro lado de la línea.

-Kevin, ¿Puedes salir de la oficina?- lo escuche hacer un sonido de afirmación por el teléfono- bien, entonces cómprame un café doble, y trata de no colapsar hasta que llegue. - si recibía una sola llamada más antes de tomar mi café, la del colapso sería yo.

Llegue a la oficina unos 50 minutos después, todos en la oficina estaban en silencio en sus puestos de trabajo, podía sentir como la aguja de mis tacones cortaba el aire con cada pisada, Kevin se acercó con mi café y la cabeza agachada.

- ¡REES!- mi jefe empezó su camino empujando todo ser viviente, silla y basurero en su camino. - A TU OFICINA... AHORA - llego hasta mi y me apuntó con el dedo entre las cejas. Sonreí y mordí su dedo haciendo que se apartara. -¿¡QUE DIABLOS ESTAS HACIENDO!? - me encogí de hombros y tomé el café que Kevin seguía sosteniendo para mi.

- Lo que haría un perro malcriado - Pase de él y empecé a caminar a mi oficina dejando mi café en el escritorio, Kevin entro después de mi y cerro todas las cortinas para evitar que la luz del sol me irritara aún más, chico listo. Me senté en mi silla e invite al jefe a sentarse frente a mi con la mano, este decidió que tomar mi café era una brillante idea y Kevin a su lado solo era un manojo de nervios.

- ¿Realmente cree que eso es una buena idea? digo, primero me hace venir al trabajo, luego me grita, me llama perra y  apunta con su mugroso dedo, ¿De verdad cree que tomar mi café es una buena idea?-  sonreí para él mientras entrelazaba mis dedos. - y no olvidemos lo más importante, ¿Le gritaste a Kevin? - me quedé esperando su respuesta mientras que mi asistente junto a la puerta me miraba avergonzado.

El jefe tomó una fuerte respiración antes de dejar el café en la mesa de nuevo, se levantó de forma brusca haciendo que la silla se deslizara hasta chocar con la puerta, suspiré de forma pesada cuando empezó a caminar por la oficina de un lado a otro agitando su canoso cabello.

- Te di una simple orden sobre el artículo del alcalde, solo debes poner lo que se te dijo en la entrevista, pero cuando desperté en la mañana, ¿Sabes lo que vi? - hizo silencio esperando mi respuesta.

- Estoy segura que la historia sobre la prostituta de la que el alcalde mas querido y respetado de la nación abuso la semana pasada y a la que le pagó, una miseria por cierto, para que no dijese nada, de no ser así tendré problemas con el departamento de redaccion.

- Maldita sea Rees, pueden demandarnos, estoy harto de que hagas lo que quieras.

- Mejor váyase a leer nuestro contrato, deje muy claro en mis condiciones que yo solo iba a escribir lo que me saliera de los ovarios, y eso es lo que estoy haciendo, y le advierto que si vuelve a gritarle a mi asistente, lo mataré, yo soy quien tiene que pagar la terapia... - me levanté para abrirle la puerta, se puso a apretar los diente y empezó a salir de mi oficina resignado.

Todos miraban a mi puerta cuando el jefe se dio la vuelta para agregar algo, levantó su dedo en mi dirección bajo la atenta mirada del personal pero no dijo nada, le di una sonrisa con todos los dientes.

- Señor... Guaf Guaf - cuando estaba lo bastante lejos Kevin se acerco a mi.

- Lo siento señorita Rees, debí haberlo resuelto por mi cuenta, yo... - acaricie su cabello levemente, como si el perro fuera el, para luego dejar un golpe en su cabeza mientras susurraba ¨inútil¨ solo audible para nosotros dos.

Me desplome en la silla de mi oficina después de quitar la tapa de mi vaso de café, que de alguna forma logró mantenerse caliente, empecé a relajarme cuando el teléfono de la  oficina empezó a sonar, conteste porque solo David me llamaba al trabajo.

-Hola, ¿Por que no contestas tu celular? 

-Creo que lo lance por la ventana, dime algo bueno porque en serio creo que el universo es una persona y me odia - espere una respuesta graciosa de su parte que no obtuve.

-Rose está muerta...

Tal vez el universo no me odia del todo.

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