Capítulo 6: helado derretido

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Mire el techo con resignación, ver que el reloj marcaba las 7 a

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Mire el techo con resignación, ver que el reloj marcaba las 7 a.m. me llenaba de un sentimiento no precisamente bonito. Mi vista empezó a pasearse por mi cuarto mientras que mi respiración se iba acelerando y aunque trate de contenerlo, termine estallando en una rabieta de frustración.

Me ardía la garganta a causa de los gritos, tal vez mis vecinos empezaran a pensar que estaba loca, claro, si es que no lo pensaban ya. Tener las piernas enredadas en las sabanas como consecuencia de mi pataleo y mi cabello cubriendo todo mi rostro no hacían más que aumentar mi frustración. Cuando por fin logre soltarme, camine hasta el baño, la mujer que me veía a través del reflejo me daba lastima, unos ojos rojos e hinchados rogando un buen descanso me gritaban cuanto me odiaban, abrí la llave y lave mi rostro.

Después de lavarme los dientes arrastre mi trasero a la cocina para prepararme un café, estaba empezando a pensar que era una adicción para nada saludable,  encendí la máquina y espere pacientemente, pero simplemente no funcionaba, pose la mano levemente sobre ella y note que ni siquiera estaba caliente.

- Tiene que ser una maldita broma – suspire tratando de contenerme, pero un lagrima rodó por mi mejilla, fue la gota que derramo el vaso.

Tome la taza que había dejado en la cafetera y la lance contra la pared, de alguna manera escuchar el vidrio romperse y ver los pedazos caer me dieron esa sensación de liberación que  necesitaba. Mire hacia el gabinete donde estaban las demás tazas, abierto ante mi  y, antes de siquiera darme cuenta, me encontraba lanzando dos tazas más contra la pared, y así me mantuve unos minutos, lazando tazas, vasos y platos contra la pared,  haciéndolos pedazos junto a mi garganta.  Fui a mi habitación por mi celular, necesitaba café, una dona y unas cuantas tazas nuevas, llame a Kevin y respondió casi al instante.

- Buenos días, señorita Rees, ¿Cómo...? – lo interrumpí antes de que empezara con su charla nerviosa y me terminara poniéndome nerviosa también.

- Kevin, ¿No estás de vacaciones? – siendo su jefa directa, si yo no estaba en la oficina inmediatamente él se quedaba sin una función, así que,  mis vacaciones involuntarias, eran las de el también.

- Así es, pero es que... solo desperté temprano y me prepare para el trabajo, luego recordé que no tenía que ir y me quede a esperar que me llamara para pedir algo como siempre, usted es bastante egoísta – Abrí la boca varias veces para argumentar contra eso, pero tenía razón.

- Mi cabeza está a punto de estallar, necesito dos tazas de café, media docena de donas y cualquier cosa que puedas conseguir en la farmacia que saque mi espíritu de mi cuerpo y me deje dormir más de tres hora.

- De acuerdo – hable de prisa antes de que cortara.

- Y Kevin, no me importa si soy un demonio andante, no puedes llamarme egoísta abiertamente, soy tu jefa, hazlo a mis espaldas como todos los demas, en fin, mueve el trasero – sabía que no podía verme pero esperaba que pudiera sentir mi sonrisa envenenada a través del teléfono.

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