Capítulo 3: Circo en la estación

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Desperté por la estúpida luz que entraba por mi ventana y no sabía si culpar al sol por el simple hecho de existir, o a mí por dejar las cortinas abiertas

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Desperté por la estúpida luz que entraba por mi ventana y no sabía si culpar al sol por el simple hecho de existir, o a mí por dejar las cortinas abiertas. Me encantaría volver a dormir, pero si lo intentara despertaría mañana a esta hora sintiéndome como un enorme puré de papas. Arrastre mis pies a la cocina, la comida más importante del día esperaba por mí.

Abrí la nevera y me di cuenta de que debía ir al supermercado, Ya había pasado la hora del almuerzo. Me debatía entre ordenar algo o solo morir de hambre, pero mi cuerpo pedía papas fritas. Tome mi celular para ordenar pero este no encendía.

- ¿Por qué, Dios?, ¿Por qué? - espere la respuesta de Dios unos segundos, pero supongo que no responde a los que dicen malas palabras - Vete al diablo.

Tome el teléfono de casa y conecte el cable que se supone hace que funcione, al terminar  lo volví a desconectar, para evitar llamadas indeseadas. La comida tomaría unos 20 minutos en llegar así que encendí la televisión para distraer a mi estómago. Ni siquiera había terminado de elegir que ver cuando sonó el timbre.

-  ¡ Ya Voy! - El timbre volvió a sonar apenas conteste, me acerque a la puerta a paso a apresurado - Dije que ya vo...

Frente a mi puerta dos uniformados, uno de ellos hablaba por teléfono mientras el otro  tenia su dedo suspendido listo para atacar mi timbre. Como si se tratara del rayo de sol que me despertó hace un rato, mi mente se ilumino y me di cuenta de dos cosas: olvide que debía ir a la estación de policía, y lo más importante, no tendría mi hamburguesa con papas.

- Señorita Rees, estamos aquí para escoltarla a la estación - este asintió ante mi silencio de clara confusión -  solo iba a ser interrogada, a las 9 de la mañana y son las 3 de la tarde, ¿Hay alguna razón por la que no haya asistido a la estación? 

- Me quede dormida - bufe mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho.

- Acompáñenos por favor. 

 -  Esperen, ¿Podría al menos vestirme? - señale mi vestimenta y solo entonces se fijaron en el hecho de que llevaba solo una camiseta que apenas lograba cubrirme.

 Entre los gritos e intentos del oficial por derribar mi puerta para que me apresurara logre encontrar algo decente, ¿Quién dijo que el cuero paso de moda?. Cuando por fin abrí la puerta el oficial suspiro aliviado. Hizo una señal a su compañero indicando que ya podíamos irnos, pero yo no me movía de mi lugar.

- No iré a ningún lado a menos de que me ponga las esposas - extendí  mis brazos hacia el, coloco las esposas lentamente bajo la atenta mirada de su compañero, luego de asegurarlas me pregunto si no estaban muy apretadas - Aburrido, Hagamos sonar la patrulla.

 Los miraba a ambos con diversión mientras sus caras discutían entre estar confundidas o completamente irritadas, mi sonrisa se ensancho mas, personas irritadas por mi, definitivamente daban fuerza a mi espíritu. Pasaron varios minutos cuando entro uno de los oficiales que estaba en mi apartamento junto a un señor con un lindo bigote. Ambos se sentaron frente a mí y empezaron a hacer preguntas, ¿yo?, saludaba a David por el cristal.

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