Cap 14 | Amanecer

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Narra Rubius

El tiempo pasaba tan lento, que parecía que hasta las hojas caían más lento, que hasta la brisa pasaba con más lentitud, brisa que movía con más delicadeza las hojas del árbol en el que estaba, ese bello árbol que más que una casa árbol, era nuestro lugar y es que aún recordaba con amor el día en que él me lo regaló, el día en que vimos por primera vez un amanecer juntos, el día en que supe que no había nada más bonito que ver los amaneceres junto a él, junto a la única persona que hacía que mi tiempo volara, volara tan rápido que se escapaba de entre mis dedos.

El tiempo pasaba tan lento que parecía que esa noche nunca terminaría, esa noche en la cual moría de frío, moría de soledad, al querer imaginarlo a mi lado, al querer imaginarlo a mi lado riendo como solo el sabía, sonriendo como solo el sabía, brillando como solo el sabía, brillando tanto que las estrellas le tenían envidia, pero ahora hasta ellas estaban perdiendo su brillo, ahora ya no querían brillar, ya no querían brillar porqué sabían que no debían competir, no debían competir porqué la única persona que brillaba más que ellas estaba tan apagada, tan jodidamente apagada que ahora solo competía con la oscuridad.

Y todo era mi culpa, mi jodida culpa.

Una semana, una maldita semana había pasado desde que terminamos esa tediosa misión, desde que vi a la persona que amaba por última vez y lo peor de todo, lo jodidamente peor, es que la deje con el corazón roto, tan roto que no sabía cómo juntar esos pedazos para unirlos, para unirlos y hacer que volviera a latir por mi, pero como pretender volver, como pretender volver con él si lo deje con sus hermosos ojos morados empañados y apagados, si lo deje con sus mejillas empapadas por las lágrimas que corrían por ellos, que corrían por ellos hasta su barbilla, la cual temblaba, temblaba como todo su diminuto cuerpo que buscaba protección.

Pero yo no lo pude proteger.

Me fui dejando esos ojos que tanto amaba tan apagados que parecían no ser los mismos ojos que yo amaba, que yo amaba tanto como su olor, como su risa, como su sonrisa, como sus palabras, como sus gestos, gestos que no hacían más que delatar lo que pasaba por su cabeza, cuando se enojaba por mis tonterías, cuando estaba celoso, cuando simplemente miraba la luna buscando explicación de que habría más halla de ella, de cuando veíamos los meteoritos caer a nuestros pies, cuando mirábamos los meteoritos brillar en esas noches frías, que a su lado se hacían más cálidas.

¿Cómo hago para vivir sin el ahora?

¿Qué debo hacer para que vuelva a mi? ¿Qué debo hacer para que vuelva a sonreír? ¿Qué debo hacer para que vuelva a mi brazos? ¿Qué debo hacer para que sus ojos me miren como antes? Con tanto amor, con tanta ilusión, con tanta esperanza.

Y es que parecía que era la única persona que confiaba en mi, en un tonto que no hizo más que dañarlo, en un tonto que no hacía más que dañar todo lo que tocaba, dañarlo hasta dejarlo tan roto como estaba yo por dentro.

¿Como retrocedo el tiempo?

¿Qué debo hacer para que vuelvan los tiempos de risas? Para que vuelvan las caricias, para que vuelvan sus ojos morados brillando hacia mi, para que vuelva a mis brazos, para que sus labios y lo míos se conecten tan perfectamente como solo ellos saben.

~Que ironía, esa frase era cierta ¿no?~

Reí amargamente

-¿De que frase hablas ahora? - dije sin despegar mi mirada de esas hermosas estrellas que alumbraban mi noche, las únicas que parecían aún tener un vago brillo sobre ellas.

¿Podrían brillar como antes? ¿Podrían brillar como antes para que el las vea y piense en mi?

~Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes~

Sonreí ante esas palabras, ante esas palabras tan ciertas que salían de la boca de mi oso, que salían y se clavaban como cuchillas en mi frío pecho.

¿Nunca sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes? Nunca puedes saber lo mucho que amas a una persona hasta que esa ya no te mira como antes, hasta que esta no quiere verte, hasta que tu corazón arde, arde tanto que quema, quema porqué no sabes si volverá, porqué no sabes si este es su fin, porqué no sabes si alguna vez mirarás esa sonrisa tan linda que te daba por las mañanas, esas risas que sonaban a melodías, melodías que eran una recompensa para ti, porqué en el fondo sabías que tú lo hacías feliz.

¿Pero que hago ahora que se que la única melodía que sale de él son sollozos amargos, sollozos y jadeos tan amargos como todo lo demás, mientras de sus lindos ojos caen lágrimas como cascadas? Cascadas que nunca paran, nunca paran hasta dejarlo todo empapado, hasta dejarlo seco ¿Que hago para que su sonrisa regrese a ser lo de antes?

¿Que hago para que de sus labios solo salgan risas? Para que de sus ojos solo salgan lágrimas de felicidad, o lágrimas de tanto reírse, de tanto reírse hasta que su estómago duela, hasta que su respiración se agite y que cuando pueda controlarse, cuando pueda recobrar el aire y secar esas lágrimas me sonría como si yo fuera la mejor persona del mundo, como si yo fuera su persona favorita, como si yo valiera la pena.

~¿porqué ya no quieres luchar?~

Seque mis lágrimas una vez más viendo cómo ahora las estrellas comenzaban a irse, en como podía ver un rastro de la noche, para que comenzara a notarse rayos del sol, para que comenzara a verse un amanecer, un amanecer que al no ser junto a él, al no ser junto a él era tan apagado como una noche sin estrellas.

¿Podría volver a salir el sol para ver si esta vez se parece más a los amaneceres que compartía a su lado?

-¿Luchar? ¿Cómo quieres que luche si ya no lo merezco? - grite tratando de sacarlo todo, tratando de sacar ese nudo que me impedía respirar - Si ya no merezco sus sonrisas, si ya no merezco que sus ojos conecten con los míos como antes, si ya no merezco que esas sonrisas sean dedicadas a mi, si ya no merezco ser el causante de que su corazón palpite, si lo único que lograre es que sus ojos vuelvan a apagarse, que solo lograre que su sonrisa desaparezca, si solo lograre que su olor se haga agrio.

Y todo por ser un imbecil, un imbecil que no sabía como mirarlo a los ojos y decirle todo lo que sentía, todo lo que extrañaba de él, todo lo que anhelaba de él, todo lo que amaba de él, nunca supe cómo decirle, nunca supe cómo decirle que era lo más importante para mi, nunca le dije que para mi él era mi amanecer, que para mi él era mi luz.

-Sabia que estarías aquí.

-Sabia que estarías aquí

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Olor a fresas [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora