GUARDIANES DEL DESTINO IV

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Mi madre llegó a casa tarde, por tal motivo Rafael y yo la esperamos. Cuando nos vió se sobresaltó debido al parecido físico, sin embargo le dijimos que no sabíamos de semejante parecido fingiendo asombro también. Rafael fue tan buen actor que convenció a mi madre de su mala fortuna por ser huérfano y sin hogar.

Mamá le ofreció inmediatamente nuestra casa, angustiada por la mala suerte del muchacho, para quedarse. Hasta lo inscribió en el mismo colegio donde iba yo.
Pasamos una semana tranquila, los tres nos divertimos bastante.

Brenda se hizo fácilmente amiga de Rafael quien resultó ser todo un seductor. Los celos me comían pero afortunadamente él la trataba como a una amiga más.

—Deberías decirle lo que sientes — era el continuo consejo de Miguel y Rafael pero ¿cómo hacerlo? Me resultaba tan difícil expresar mis sentimientos a alguien como ella que sentía que me moriría antes. 

— Lo intentaré — decía incómodo
 Transcurrida la semana Miguel hubo recuperado todas sus fuerzas y energía vital por eso mis amigos y yo nos dispusimos a partir rumbo al sur de la ciudad donde se encontraba Gabriel encerrado en el  Castillo Oscuro.

Ésta fortaleza está situada en el Laberinto Oscuro, tardamos un par de horas en llegar. La fachada se parecía al castillo del Conde Drácula por lo tenebrosa, las nubes grises se agruparon sobre nosotros.

Fuertes vientos rugían como espectros fantasmales, los rayos se veían a lo lejos pero la tormenta se acercaba cada vez más. Relámpagos comenzaron a retumbar por doquier. Miguel tomó el control y junto a Rafael abrieron las inmensas y pesadas puertas empleando sus habilidades sobrenaturales.

Una espesa y densa niebla invadía el laberinto; nos fuimos adentrando con cautela. La repentina presencia de Ariel nos alarmó a todos. Aquel traidor nos aguardaba, de la misma niebla emergían fuertes soldados hechos de oscuridad. Sin embargo mis dos amigos los iban derrotando con gran facilidad.

Más pronto de lo que creí estuvimos en el interior del castillo donde el mismo Ariel nos aguardaba. Su voz retumbó en toda la fortaleza

— Bienvenidos hermanos míos — su tono enervaba aún mas nuestros nervios — Gabriel los aguarda, adelante.

A ninguno de los tres nos gustó cómo sonó eso, pero no podíamos detenernos.  Frente nuestro se alzaba una escalera en cuya cima estaba ¿Gabriel? Vestía un elegante traje negro, sus rubios cabellos permanecían sueltos y su violácea mirada nos traspasaba con dureza.

Sobre su frente tenía una piedra negra transparente sujeta a una vincha gris oscura que rodeaba su cabeza. Segundos después de haber llegado nos atacó sin pensarlo dos veces.

Esquivamos el ataque por milagro, Gabriel flotó hacia nosotros mientras nos disparaba energías invisibles. La sala estaba siendo aniquilada.

— ¡Gabriel! ¡Somos nosotros! — decía Rafael — ¡Detente! — pero Gabriel continuaba con el ataque sin cesar — ¡Detente por favor!

— Es inútil — dijo Miguel sin perder la calma — No te escucha, ahora está bajo el control de Ariel. 

— ¿Bajo mi control? — se escuchó la voz de Ariel resonar por todo el lugar — ¿Por qué mejor no pensar que se unió a mí voluntariamente?

— Porque él jamás nos traicionaría; Gabriel no es como tú…Ariel — contestó Miguel deteniendo un golpe fuerte que lanzó Gabriel en ese instante.

Así pudo escuchar los alocados pensamientos de su amigo “¡Miguel! ¡Por favor aléjate de mí! Rafael!!!! Aléjense! Por Dios”. Miguel lo miró a los ojos penetrando las barreras oscuras hasta llegar a él “Gabriel, amigo aquí estoy” “Miguel” el susurro angustiado de Gabriel lo desgarró por dentro.

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