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Cruda realidad.

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Oliver.

Pasó una hora y media en la cual estuve consolando a la mujer que yace dormida en mis brazos. El silencio de la habitación me ayuda un poco a procesar toda esta información. Resulta que todo es mucho más peligroso de lo que imaginé. ¿Lo peor? Que posiblemente mi pasado tenga que ver con esto.

«Joy»

Un hombre pedófilo, incestuoso de familia adinerada y poderosa, jefes y socios más leales a la macabra tradición y Mafiosos. ¿Cómo mierda un hombre así tiene que ver conmigo? No lo sé, pero tengo algo claro y es que ese tal Joy es el degenerado que le llevaba rosas ensangrentadas a esa niña. Ahora
más que nunca debo averiguar quién es y como se relaciona conmigo. Quizás la verdad esté mucho más cerca de lo esperado.

Dejando de lado mis pensamientos; acomodo a Jessica en su cama y la abrigo con las sábanas. Suelto un suspiro cansado. Si tan solo todo fuese más fácil..., algo que puedo recalcar es que por lo menos llegué a entender el por qué Jessica se sometería a este estilo de vida. Si no fuese porque me la tiré de Sherlock Holmes no estaría en donde estoy ahora. De eso estoy muy seguro. Yo jamás me hubiese entregado a esto.

Salgo de la habitación de la pelirroja con la mente y los pensamientos revueltos. Camino por los pasillos con desgano, no quiero ir a mi habitación, podría dormir un rato antes de asistir al circuito de hoy pero, es obvio que no podré cerrar los ojos. Solo desearía dormir tranquilo, dormir como una persona normal. Lo medito durante breves segundos, y al final, camino a la habitación de Max, quiero verlo como se prepara. Abro la puerta y me encuentro con una escena bastante comprometedora.

Max acostado en su cama durmiendo con Alex abrazada a su costado. Los dos dormidos, los dos sumidos en un profundo sueño. «¿De qué me perdí?» Por lo menos él sí puede tener momentos de paz, eso es lo único bueno de esto. No me importaría cargar con el peso del pasado por él.

Me adentro a la habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Me planto frente la orilla de la cama. Están tan tranquilos, tan pacíficos... «¿Y si?»

—¡Al agua pato!

Me lanzo encima de los dos. Max se levanta sobresaltado y Alex grita lanzándose al piso. Max queda conmigo en la cama, frotandose los ojos. «Oh no».

—¡Pa' fuera!

Lo pateó y se va de bruces contra el suelo. Me parto de la risa viendo como Max se levanta y me dedica una mirada cargada de odio y confusión. Alex me mira con cara de póker, sentada en la moqueta.

—¡¿Te pica el culo, Oliver?! —Vocifera Max.

—¿O las bolas? —agrega Alex.

—Ambas —respondo levantándome de la cama.

Me pongo al lado de Alex y, moviendo las cejas frenéticamente, la codeo y ella se sonroja. Entiende la seña.

—Vaya, vaya. Quien diría que Alex resultaría ser la Sugar momma de este zagaletón —señalo a Max.

—¡Oye! —Protesta.

—Shhh, déjame disfrutar de este momento. Ahora dime, Alex, ¿Qué intenciones tienes con mi hermano?

Alex se pone nerviosa y roja como un tomate. Solo Dios sabe como estoy gozando de este momento. Max se sienta el cama pasando una mano por su cara, y como era de esperarse, va al rescate.

—Hablando de intenciones... ¿qué piensas hacer respecto a Jessica?

Alex abre los ojos.

—Cierto, ¿Qué harás?

Red De Identidades [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora