Día 3: Angst

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Quizá me ha quedado algo infantil, quizá no he sabido plasmarlo del todo bien, pero por favor, ahorraos comentarios estilo que se burlen de lo que está pasando uno de los personajes, os lo suplico.
Las primeras líneas pertenecen a la canción Bullet de Hollywood Undead, no es la canción que está arriba, pero es que esa también pega mucho con el capítulo.

Advertencias: Auto-lesiones, auto-desprecio, depresión, ansiedad, sangre, suicidio.

-My legs are dangling off the edge, the bottom of the bottle is my only friend, I think I'll slit my wrists again and I'm gone, gone, gone. My legs are dangling off the edge, a stomach full of pills didn't work again, I'll put a bullet in my head and I'm gone, gone, gone~ -Canturreaba Vegetta sentado en el borde de su muralla con las piernas colgando en el vacío. No era la primera vez que se planteaba el acabar con todo de una vez por todas, estaba cansado, cansado de tener que vivir consigo mismo, cansado de tener que pretender ser alguien confiado y seguro de sí mismo cuando solo quería encerrarse en su mansión para llorar hasta quedarse sin lágrimas, cansado de sentir que no era suficiente, cansado de no sentirse orgulloso de lo que hacía porque siempre acababa pensando que lo podría haber hecho mejor, cansado de sentirse un fracaso. Lo peor era que sentía que no podía hablar de eso con nadie, porque él era el pilar de Karmaland, el que lo mantenía todo bajo control, el que siempre tenía un plan para todo, no quería ni imaginarse qué pasaría si se mostraba débil, si se derrumbaba, y todo ese peso lo único que hacía es que se hundiese más en su desesperación. Quería acabar con su sufrimiento, porque no lo soportaba más, cada día era una tortura interna que le impedía disfrutar de la vida, además, estaba convencido de que alguien como él no merecía vivir, pero había algo que siempre le detenía, no sabía si era su sentido de supervivencia, afilado después de tantos años siendo un guerrero y que no le permitía rendirse tan fácilmente, o si era porque sentía que morir era tomar el camino fácil, el indoloro, y que él no merecía eso, que merecía sufrir más por ser alguien detestable, ya que cada vez que pensaba en las razones que tenía para suicidarse, todas se le antojaban estúpidas, patéticas, aunque según él, él mismo era estúpido y patético.

Se levantó, mirando por última vez al profundo abismo que había bajo su casa, antes de volver dentro mientras lágrimas de profunda tristeza y frustración empezaban a caer de sus ojos amatistas. Se mordió el labio mientras intentaba limpiárselas, pero no importaba lo que hiciese, no parecía ser capaz de parar de llorar, acabando apretándose el pecho con una mano debido al dolor. Era un círculo vicioso, al aumentar su llanto se sentía peor, un fracasado imbécil, por no ser capaz de parar, y al sentirse peor, solo lloraba más. Así era como pasaba sus noches últimamente, primero un intento fallido de suicidio, después llorando por ser incapaz de hacerlo pero al mismo tiempo sin ser capaz de vivir en paz consigo mismo.

Por azares del destino, al día siguiente se encontró con Willy, Fargan, Alexby y Auron mientras buscaba materiales, estuvieron un rato juntos, peleando contra algunos mobs y haciendo el tonto, todo iba bien, Vegetta había sido capaz de olvidarse de sí mismo durante ese tiempo, su atención centrada en lo bien que lo estaba pasando con sus amigos, pero un comentario hizo que volviese en sí, retrayéndose al empezar a pensar de más en todas sus palabras y actos, creyendo que estaba actuando a veces demasiado infantilmente, otras veces que estaba sonando demasiado arrogante, de repente nada de lo que decía o hacía parecía correcto a sus ojos. Lo que provocó aquello fueron dos palabras de Auron, le dijo al ojimorado: "Estás mamadísimo" a modo de cumplido, lo que desencadenó que las inseguridades del pelinegro hiciesen acto de presencia. Respondió al cumplido con una fingida sonrisa de orgullo mientras por dentro se hacía más pequeñito, la ansiedad empezando a tomar el control de su cuerpo. Desde ese momento, se distanció de sus compañeros, analizando cada cosa que hacía para asegurarse de que en todo momento correspondía de forma adecuada a las acciones de los demás, sin dejarse llevar como hacía antes mientras la duda de si lo estaba haciendo bien, de si estaba siendo suficiente para sus compañeros asaltaba su mente. Para ese entonces solo quería volver a la seguridad de su mansión. El momento de escapar se dio cuando después de hacer una broma, Fargan trató de tocarle de forma amistosa, a lo que él se apartó como si le hubiese dado un calambre mientras miraba al búho con ojos grandes y aterrados, su mente colapsando, porque nadie debería querer tocarle, si era absolutamente asqueroso, estaba seguro de que a todos los demás héroes les daba asco, por eso trataba de evitar el contacto físico con ellos, para no incomodarles, así que ¿Por qué Fargan querría tocarle? No le cabía en la cabeza. Sacándose una excusa de la manga, se fue prácticamente corriendo de vuelta a su casa, tratando de contener las lágrimas todo lo que podía.

Mientras subía en el ascensor empezó a arañarse los brazos hasta sangrar, ese era uno de sus secretos, la mayoría de las cicatrices que tenía se las había causado él mismo, porque el dolor físico era más fácil de entender que el emocional, era una vía de escape para todos sus sentimientos negativos cuando las lágrimas dejaban de ser suficiente, además, también servía como castigo por ser un inútil incapaz de relacionarse correctamente entre otras cosas. Para cuando llegó al baño, ya tenía los brazos mayormente ensangrentados, pero eso no era suficiente, aún se sentía intranquilo, aún le temblaban las manos, aún se maldecía por haber entrado en pánico y haber huido de aquella manera, por lo que de un armarito sacó un pequeño cuchillo, comenzando a cortar sus muñecas de forma horizontal una vez que estuvo sentado sobre el borde de la bañera, pues en ese momento no estaba buscando hacer algo más drástico, solo desahogarse. No sabe cuanto tiempo estuvo así, pero la sangre que caía le resultaba hipnótica, así que continuó haciendo incisiones, preocupándole poco que pudiese acabar inconsciente por la perdida de sangre. Estaba tan perdido en el momento que no notó que alguien se había colado en su casa hasta que esa persona le arrebató el cuchillo de las manos bruscamente, solo entonces se percató de que había alguien frente a él. El pánico se apoderaba de él mientras levantaba la mirada para ver quién se había atrevido a entrar en su mansión sin permiso, encontrándose con un par de ojos ámbar que le miraban entre incrédulos y preocupados.

-Fargan... -Dijo Vegetta mientras notaba como se le secaba la boca

-Vegetta... ¿Se puede saber qué demonios estabas haciendo? ¿En qué estabas pensando? -El miedo de lo que le podría haber pasado a la persona que más quería en el mundo le hizo alzar el tono a medida que hablaba.

-Yo... Solo... Primero dime que haces aquí -Trato de esquivar la pregunta al igual que esquivaba su mirada, observando la puerta tras el búho.

-Me preocupé por la forma en la que te fuiste antes, quería disculparme por si te había molestado de alguna forma -Admite algo sonrojado el castaño- Ahora responde a mis preguntas

-Yo... No puedo -Responde débilmente, las manos le temblaban

-Vegetta -Habla con tono demandante

-No puedo -Insiste con lágrimas en los ojos- No me salen las palabras, Fargan, el solo hecho de tratar de explicártelo es... Simplemente no puedo -Se tapa la cara com las manos, tratando de ocultar lo patético que se sentía en ese momento.

-No me lo creo, te encuentro desangrándote en tu baño por heridas que tú mismo te causas y no tienes la decencia de... Mira, da igual, ya me lo explicarás luego, ahora tenemos que curarte esos cortes -Al decir la última parte, suaviza el tono, dándose cuenta de que no es el mejor momento para exigir explicaciones, menos aún de algo tan duro como eso.

Le limpia con cuidado cada herida, cada arañazo, cada corte, asegurándose de que todo queda bien desinfectado, después le venda con amor, repartiendo suaves besos en las zonas lastimadas antes de cubrirlas con la tela, haciendo que Vegetta se sienta amado en cada segundo de todo aquello, no solo eso, si no también se siente valioso, irreemplazable, pero por desgracia para ambos, eso no es suficiente. El ojimorado pensaba que estaba demasiado roto como para hacer feliz a Fargan, no creía que fuese a mejorar, mucho menos a ponerse bien del todo, y si el búho no se cansaba y le abandonaba por todos los problemas que acarreaba, entonces le estaría condenando a una vida de frustración e infelicidad al tener que lidiar constantemente con su enfermedad. Aquello fue el empujón que necesitaba para finalmente hacerlo. En cuanto Fargan le dijo que iría a buscar a Auron para ver si él podía ayudarle con todo aquello, se decidió, en el mismo instante en el que el búho puso un pie fuera de su terreno, Vegetta salió de la casa, se subió con facilidad a la muralla que rodeaba su parcela, mirando el abismo por última vez, y saltó.

Fargan se arrepentiría lo que le quedaba de vida por haberle dejado solo, nada de lo que le dijesen sus amigos aliviaría la culpa que sentía por el suicidio de Vegetta, su único y verdadero amor. Sentía que él era el que le había matado por su irresponsabilidad, por no pensar antes de actuar, si tan solo hubiese comprendido que ese no era el momento de dejarle solo, si tan solo se hubiese quedado a su lado las cosas serían muy diferentes, pero el pasado no se puede cambiar, y lo hecho hecho está.

Sé que el final está muy apurado, pero como de costumbre, escribo de madrugada, y me estaba quedando dormida mientras escribía, por eso quise terminarla lo antes posible. Espero que os haya gustado.

Fargetta MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora