Cap. 8

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Quedó pasmado en medio de la acera. No podía despegar los pies del suelo, es como si estuviera atrapado en arenas movedizas.

No tardó en comenzar a hiperventilar, la presión del momento le robó el aire en tan sólo unos segundos.

Se estaba quedando sin tiempo. El coche de los perpetradores conducía velozmente hacia su posición, amenazando con arrollarlo si no huía.

Intentó calmar su descontrolada respiración, exhalando e inhalando lentamente, hasta llenar los pulmones de refrescante oxígeno.

Todavía tenía la vista completamente nublada, pero al menos logró relajar el temblor de sus piernas. Parecía que el ataque repentino de ansiedad ya no era tan grave.

Alcanzó a oír entre el alboroto la advertencia de una ruidosa bocina a muy corta distancia.

Conway volvió a mover sus extremidades, notando que sus pies desistían poco a poco, permitiéndole apartarse justo antes de que el coche le rosara el brazo.

Cayó al suelo de espaldas, provocando que su herida votara más líquido. Afortunadamente, aterrizó en unas bolsas de basura, amortiguando su caída. —Ugh, mierda...

Con una mano presionando la perforación en su costado, levantó el culo del suelo en un agónico quejido, y corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron.

La camioneta dio un giro brusco al no lograr atropellar a su objetivo, un par de gritos frustrados resonaron por las ventanillas tintadas en negro.

Jack elevó una ceja al mirar atrás, se suponía que una moto iba detrás del coche en su caza, y ahora había desaparecido de la escena.

—Menos con lo que lidiar. —Retomó camino a comisaría, escabulléndose por callejones y atajos.

Conocía la ciudad como la palma de su mano, podía ir por dónde quiera sin perderse y estar tranquilo.
Oh bueno, hasta que alguien amenazara contra su bienestar.

Divisó el establecimiento por las patrullas mal estacionadas en la calle. Sintió como el ama le volvía al cuerpo y podía relajarse de verdad.

Caminó a paso lento hacia allí, cruzó la calle asegurándose de que no lograran atropellarle, y llegó a la entrada delantera.

Frunció su ceño cuando vio las puertas abiertas de par en par.
Su humor medianamente estable, luego de un código tres fallido y un intento de homicidio hacia su persona por poco exitoso, cayó en picada.

No tardó en comenzar a maldecir y gritar.
—Me cago en su putísima madre. Jodidos alumnos... ¡PUTOS ALUMNOS DE MIERDA! ¡No respetan un coño! —dejó de presionar la herida para tomar entre ambas manos su cabeza.

Se acercó a la puerta de vidrio, notando cómo éste estaba cristalizado. Iba a tocar el borde filoso, pero una bala atravesó el cristal terminando por hacerlo trizas.

Al instante, Conway se puso en estado de alerta. No esperó ni un segundo para adentrarse en comisaría.
Corrió hacia el primer lugar donde podía protegerse, saltó el estante y mantuvo silencio.

Asomó la cabeza un poco para ver el caos. Apenas enfocó su vista en la calle, reconoció a la moto que huyó hace no mucho tiempo. —Santa madre de Dios...

De ella, bajaron dos hombres grandes y enmascarados, ambos con armas largas. Uno de ellos, cogió una especie de bomba.
Parecía gas lacrimógeno... Lo lanzó a la entrada, estallando al segundo.

Como supuso, el gas no tardó en esparcirse por toda la sala. Jack estaba detrás del mostrador, ocultándose mientras intentaba parar el sangrado de su herida.

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2020 ⏰

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