Qué no me miren tus ojos

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Narrado por Raúl:

Entre a la cocina para ver la comida que estaba preparando Santiago, realmente se veía genial. Le pedí para probar un poco. Cuando Santiago me dio dio el cubierto con un poco de la salsa, simplemente espectacular, algo inexplicable, el sabor me mataba además el tenía unas manos suaves, dedos pequeños y unos ojos que me enloquecía, a veces pienso que tendré que escribir un libro sobre estos deseos ocultos, es como una sombra. La salsa era una versión de la Napolitana, pero el olor era sensacional, al probarla me transportó a otro sitio a grandes lugares de Italia. Porque había tenido la oportunidad de ir con mis padres en unas vacaciones. El orégano estaba muy presente, era el toque especial me comentó él.

-A ver dime... ¿Tanto te gusta mi hermano? -le pregunté con cara de picardía.

-No es eso, somos amigos desde pequeños y lo sabes, mi sexualidad aquí no importa, solo estoy trabajando, estoy ahorrando para estudiar. -Contesto él muy tranquilo.

-!Tu me gustas! Podemos tener algo en secreto, nadie tiene porqué enterrarse, ven conmigo hoy. -Respondí tratando de convencerlo.

-¡No! Disculpa y por favor necesito terminar Raúl, no creo que está conversación sea buena idea, además me estoy dividiendo el trabajo y no tengo tiempo para eso. -Me dijo él ocupando su mano con una jarra.

Me retiré y encontré su bolso en la mesa allí estaba un cuaderno con anotaciones, eran muchas recetas, allí estaban algunas de pasta salsas y algo de pastelería, pero ninguna acerca del chocolate.

Meses antes...

De aquel inocente muchacho, desaliñado, con ropa de segunda mano, zapatos remendados, aquel Santi de la infancia había desaparecido, estaba irreconocible. Ahora vestía muy casual, siempre tenía su cabello en perfecto estado, aunque siempre lo tuvo algo rebelde. Las manchas rojas de sus mejillas ya no estaban, ahora usaba el protector solar que antes no pudo comprar por no tener dinero, siempre pensé que era un imbécil, con esa cara y ese cuerpo pudo haberlo tenido todo, porque pretendientes no le faltaban, eso era lo que más abundaba. Ahora Santi era un hombre culto, recientemente había cumplido sus 24 años de edad, estaba en su mejor momento, sabía de etiqueta en la mesa y como debía sentarse y comportarse con los demás. El niño que quiso ser un mono subiendo a los árboles de la hacienda había desaparecido, esa noche era otra persona la que estaba en frente de mi. Ya él no quería saber nada de Martín aunque en parte eso me alegraba. Mi hermano estaba en otra relación, aparentemente estaba muy feliz, Santiago estaba celoso y por enojo, odio, no quiso saber más de él, lo ignoraba cada vez que podía. A Martín le estaba quemando por dentro todo lo que Santiago le hacía.

Mi mamá estaba muy contenta porque estaba organizando mi boda con Carolina. Una chica que conocí en Madrid, de buena familia, de las mejores de España. Una modelo con cuerpo de diosa, cabello castaño y una piel muy bonita. La conocí en la universidad donde estudiaba Martín, en una tarde de otoño, eran aproximadamente las 4:15 de la tarde, me acuerdo de la hora porque me había antojado de un helado lleno de mucho sirope de fresa. Cuando ella salía de la universidad con otros chicos que parecían ser sus compañeros de clase yo me acerque para verla más de cerca, ella sonrió y me miró algo tímida, porque mirar no es lo mismo que ver. Las revistas que mi mamá estaba hojeando lo hacía con preocupación y no le estaba prestando atención al contenido. Le preocupaba mi hermano porque estaba en una relación que iba en contra de la palabra de Dios. Martín ya tenía tres meses de noviazgo con Cristian el supuesto mejor amigo de Santiago. Habían pasado muchas cosas durante esos meses, siempre oía discutir a mi hermano con Cristian. Por eso mi mamá llegó a tomar una decisión, después de tanto pensar y pedir perdón a Dios en unas oraciones de ayuno, ella decidió que lo mejor era no asistir más a la iglesia por respeto y el aceptar la relación de Martín con Cristian para que fuese feliz. Si yo pronto lo sería él también tenía esa oportunidad.

Dulce De Mi TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora