"... y los dos recordaron siempre su agradecimiento caluroso hacia las personas que habían servido para unirlos al llevar a Elizabeth al condado de Derbyshire." Cerré la tapa de mi libro favorito, que fue el preferido de mi madre. Papá me lo regaló cuando cumplí los dieciséis. Lo guardaba como oro en paño, como su tesoro, al igual que todas las demás pertenencias de mamá.
-Por fin te has terminado ese dichoso libro -le dediqué el más pronunciado de los mohines a la novia de mi padre-. ¿Cuántas veces lo has leído? ¿Unas ocho veces? Ahora ya puedes ver el mundo querida, hace un día estupendo, disfruta de tus vacaciones Aria.
Y tiene razón, el cielo está de un asombroso color cian, adornado con ese precioso sol tan brillante; un día de verano espectacular. Le dedico una sonrisa a Elena, la nueva novia de papá, y la que más tiempo lo ha aguantado desde que murió mamá. Esperaba que fuera solo él quien me llevara al aeropuerto, pero no es capaz de decirle que no a sus preciosos ojos azules y su larga cabellera negra. La verdad es que hacen buena pareja, ella parece quererlo de veras y no por su dinero. Debo admitir que aunque no somos las mejores amigas, nos llevamos bien; el hecho de que siga manteniendo su puesto de trabajo a pesar de vivir con nosotros ha ayudado mucho en lo que respecta a nuestra relación.
-Cariño llámame en cuanto aterrice el avión. -suelto un largo suspiro mientras mi padre me escudriña a través del retrovisor. Es la primera vez que viajo sola y papá está algo nervioso. Sé que no le gusta nada dejar que haga este viaje sin él, pero conseguí convencerlo con ayuda de Elena, cómo no. Después de todo, como bien dijo ella, no se gradúa uno en el colegio todos los días, ni se consigue plaza en la mejor universidad. Sí, Elena sabe cómo convencer a mi padre, aunque lo cierto es que tiene razón, Harvard no le abre las puertas a cualquiera-. Aria, que tengas dieciocho años no quiere decir que...
-No te preocupes papá, te llamaré, ya te lo dije -lo interrumpí antes de que empezara con el sermón, otra vez. Elena le miró con el ceño fruncido.
-No la fastidies más Alex, es una mujer responsable, no tendrá ningún problema y además, no estará sola.
-Papá, te llamaré en cuanto lleguemos a Sevilla y pueda encender el móvil sin poner en peligro a doscientas personas, ¿vale?
-Está bien -pero esa mirada me deja muy claro que no lo está. Siempre me he preguntado por qué no habré salido como él. Es tan guapo, tan alto, con esos grandes ojos verdes, el pelo castaño, su complexión fuerte, pasaría perfectamente por unos de los modelos de Calvin Klein, de esos que llevan traje. Mi madre también era muy guapa, era hermosa, o eso dice mi padre. Pero tampoco me parezco mucho a ella. Era alta, rubia, y de ojos grises, preciosa. Sin embargo yo soy bajita y de ojos marrones, como mi abuela. La genética es de chiste.
-Papá te prometo que te llamaré y estaremos en contacto -suspiró resignado, y algo más tranquilo.
Por fin llegamos al aeropuerto. De nuevo, gracias a Elena, convencí a mi padre para que me dejara entrar sola al aeropuerto. Casi nos monta un numerito, pero al final recapacitó y comprendió que tener dieciocho años implica un poco de comedida libertad. Cuando por fin deja de abrazarme y de soltarme consejos y advertencias, me despido de Elena y me voy.
La última vez que pisé el aeropuerto fue en las vacaciones de navidad, cuando papá y yo viajamos a Barcelona a ver a la abuela. Es enorme, quién sabe dónde estarán los demás, por lo que me dispongo a buscar mi móvil en el bolso cuando de pronto me veo abordada por un par de brazos y olor a coco.
-¡Aria! ¡Por fin llegó el día! -Andrea, mi amiga desde que entré en Secundaria en el Colegio Liceo Europeo de Madrid, donde me metió mi padre cuando nos mudamos. Andrea ha estado todo el último trimestre muy emocionada con nuestras vacaciones. Asiento y le dedico la mejor de mis sonrisas-. Vamos, Gorka me mandó un Whatsapp, están en la puerta de embarque, cierra en cuarenta y cinco minutos y todavía no hemos pasado por aduana -Andrea siempre tan impaciente y tan morena. Tras ella está su hermano, moreno también, aunque con más paciencia. Cuando los conocí no sabía que eran hermanos. Qué sorpresa me llevé cuando fui por primera vez a su casa y lo vi tan tranquilo jugando en la piscina.
-¿Cómo estás? ¿Puedes respirar? -me preguntó echándole una mirada significativa a su hermana. Ésta le soltó un manotazo.
-Estoy bien, vamos, que nos estarán esperando -contesté rápidamente, tirando de Andrea para escapar de la mirada escrutiñadora de Toni. Soy consciente de que mi amiga me observa de reojo-. Es que me mira raro -le susurré aprovechando que su hermano se quedó rezagado peleando con las maletas.
-Aria, te enrollaste con él, está loquito por ti, lo sé aunque no me lo diga.
-Eso no me ayuda a sentirme mejor ¿sabes? Estaba borracha, ni siquiera me acuerdo de la mitad de lo que hice esa noche -lo que sí recuerdo es el esfuerzo de Elena para evitar que mi padre se diera cuenta de que llegué tan pasada a casa-. Mira, mejor dejemos ese tema, Andrea, ¡nos vamos de vacaciones!
Era el primer viaje que haría sin mi padre, y la última ocasión de disfrutar de mis amigos antes de que cada uno tomara su propio camino. El mío sería Harvard, Andrea y Toni, al igual que Gorka, Bruno y Anabel, irán a la Universidad Alfonso X el Sabio, y Max y Samuel, irán a una Universidad de Barcelona cuyo nombre es impronunciable.
Andrea alquiló una casa rural en Huelva, escapada rural fue lo que nos dijo a todos. Me queda por delante una hora y cuarto de avión hasta Sevilla, y luego una hora y media en coche hasta la casa. Menos mal que llevo mi precioso libro conmigo. Orgullo y prejuicio, me lo habré leído unas veinte veces, pero nunca me canso de él.
Tuve la suerte de tener a Andrea sentada entre Toni y yo, por lo que el viaje en avión tiene pinta de pasarse rápido y sin ningún incidente.
-Aria, nos sentaremos las tres en la parte de atrás ¿verdad? -preguntó Anabel cuando vio el furgón de nueve plazas que alquiló Andrea-. Nos queda un buen trecho todavía y no pienso aguantar a estos bribones.
-Cuando lleguemos te meteré en una de las habitaciones y no te dejaré salir -la amenazó Bruno-.
-Mientras tú te quedes fuera... -pero la mirada que me dedicó Bruno me dejó bien claro que no era esa su intención.
-¿Cuándo vas a darle una oportunidad? Ya demostró con creces que le gustas de verdad, no lo hagas sufrir más -mierda, la celestina Andrea modo ON. Por favor, no me mires a mí. Me miró-. Y tú, ¿podrías por favor dejar las complicaciones atrás en este viaje? Ya hablé con Toni y está totalmente de acuerdo. Hará como que no pasó nada -y me sonríe como si no supiera que me molesta que se haya metido en el tema.
-De acuerdo, si Toni está de acuerdo, borrón y cuenta nueva -y en ese momento aparece el rey de Roma.
-Tranquila Aria, relájate un poco -como si fuera tan fácil contigo aplastándome con la mirada a cada momento. Pero me dedica esa sonrisa despreocupada con la que me recibió desde la hamaca de la piscina aquella primera tarde-. Estaremos bien, disfruta de tus vacaciones -otra vez; esas palabras se hacen eco en mi cabeza. Tengo pensado disfrutar mis vacaciones al máximo posible, ¿es que tengo cara de amargada?
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Rapto
Teen Fiction"Vas a ir a la cárcel... lo que has hecho conmigo tiene un nombre, se llama secuestro. Has secuestrado mi corazón y ahora no soy nada sin ti"