-Aria en multimedia-
Entro en la habitación que comparto con las chicas. Ya estaba un poco harta de la piscina; todos tienen una buena encima, exceptuando a Samuel, que tiene un concepto más bien malo de lo que es la bebida. Me doy una ducha rápida y me lavo los dientes. Todavía no tengo sueño, pero me pongo el pijama, quizá se esté bien en el porche. Una vez me arreglo un poco la maraña que tengo por pelo, cojo mi bolso y vuelvo con los demás. Todos están dentro, parece que ya se cansaron de la piscina. Gorka me invita a sentarme con ellos, pero lo cierto es que ya he tenido ración suficiente de borracheras por hoy, e incluso por lo que queda de año, así que me dirijo al porche, a esa butaca roja tan cómoda. Mientras me siento noto a alguien salir detrás de mí.
-Ya te dije que no quiero beber –Toni está realmente pesado. Me ofrece constantemente su copa, algo con Coca Cola. Como si no hubiera tenido suficiente ya con mi primera incursión en el mundo del Ron y del Vodka. No quiero pasar otra vez por la amarga experiencia de la resaca, es una mierda, vómitos y dolor de cabeza, malestar continuo, por no hablar de las pequeñas lagunas mentales. Además, le prometí a Elena que no volvería a beber alcohol, bastante mal lo pasamos las dos cuando volví de la última fiesta que dio Gorka, yo por haberme emborrachado, y ella por intentar que mi padre no se diera cuenta. Toni me mira con cara de perro apaleado-. No insistas, respeta mis decisiones –y se da cuenta de que mi advertencia va con segundas.
-Como quieras, estás insoportable últimamente –me espetó-, no hay quien te trague –y se fue dentro de la casa dejándome con la palabra en la boca. Pero bueno, hay que ser gilipollas.
Es la una de la mañana, no hace frío, en pleno agosto en Huelva se está bastante bien, pero la noche está fresca. Las estrellas brillan tanto que la luna pierde color. Todos están dentro de la casa, siguen con la fiesta, dichosa fiesta. Gorka no paró de incordiar hasta que paramos a comprar unas cuantas botellas de Vodka. Pensé que las cosas volverían a su cauce con respecto a Toni, pero en cuanto empezaron a correr las botellas volvió a comportarse como un completo cabrón. Desde luego hay gente que no acepta un no por respuesta. Decido ponerme los auriculares del móvil para interceptar el sonido de la música que, gracias a Anabel, ya no está tan alto, y saco mi libro del bolso. Nada como un poco de Elizabeth Bennet y el Señor Darcy para que el tiempo se me pase más rápido que volando. “PRIMERA PARTE. CAPÍTULO PRIMERO. Es una verdad reconocida universalmente que a todo hombre soltero que posee una gran fortuna le hace falta una esposa. Por poco que se conozcan los sentimientos o las opiniones de un hombre tal a su llegada a una comarca, esta verdad está tan bien fijada en las mentes de las familias de los alrededores, que al hombre se le considera propiedad legítima de una de sus hijas…”
-Aria, ¿qué haces aquí sola? –me interrumpió Samuel, sentándose a mi lado. Siempre me ha caído bien, desde el primer momento, es alto, desgarbado, con gafas, y muy comprensivo-. Estamos todos dentro –me miró sonriente.
-Prefiero leer un poco –le muestro mi libro mientras respondo con una sonrisa. Echa un vistazo hacia la casa, se queda un segundo observando su interior y me mira.
-No te preocupes, ya se le pasará –y se despide de mi con otra sonrisa, cerrando la puerta de la casa tras sí. Me resulta tan fácil entenderme con Samuel. Es un chico listo, y sensible, siempre tan callado, pero siempre atento a cada detalle, no se le escapa una.
No soy consciente del tiempo mientras leo. Es gratificante sumergirse en un libro, conocer sus personajes, los pensamientos de éstos, escapar de los propios. Siempre he visto un libro como un lugar feliz, mi lugar feliz, aquel en el que no importa lo que pase a mi alrededor, porque lo único realmente significativo es lo que pasa dentro de mi cabeza, en mi imaginación.
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Rapto
Teen Fiction"Vas a ir a la cárcel... lo que has hecho conmigo tiene un nombre, se llama secuestro. Has secuestrado mi corazón y ahora no soy nada sin ti"