Capitulo 9

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Capítulo 8: De la buena, la mala y la cobarde

La sonrisa de Circe no podía ser más amplia. Decir que se sentía orgullosa de sí misma era quedarse corta. Lo había logrado, había protegido el destino de todos ellos.

-¿Te sientes orgullosa de lo que has hecho?

La voz de la anciana la hizo volverse hacia los árboles que rodeaban el camino. La pequeña mujer parecía furiosa, más de lo que Circe la había visto nunca. Pero la vidente no se preocupó por ello. Ella había ganado y no habría nada que la vieja pudiera hacer al respecto. El destino de esos piratas estaba decidido desde hacía mucho, y ella había terminado de darle el empujón que necesitaba para cumplirse.

-Me siento complacida, y aliviada,- admitió, sonriendo con falsa condescendencia,- he hecho lo que debía, y todo es como tiene que ser. Ni siquiera tú intromisión ha podido cambiar eso.

Circe observó desconcertada como la anciana empezaba a carcajearse. Cuando al final paró, la mujer tenía lágrimas en los ojos y estaba a punto de ahogarse.

-Eres tan graciosa, niña… nunca había oído nada tan divertido…

-¿De qué hablas, maldita vieja?- Circe avanzó un paso en dirección a la anciana, que rompió de nuevo a reír.

-¿De verdad te creías que sería tan fácil, niña?-, la anciana recuperó la compostura lo suficiente como para sonreír con malicia,- la vida es más complicada que eso. Y pareces haberte olvidado de a quién te estás enfrentando.

-¿Qué has hecho, vieja bruja?

La anciana volvió a reír.

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Chopper miraba con pánico el tembloroso cuerpo de su nakama. Cada músculo de Zoro se contraía y expandía en medio de terribles sacudidas. El tigre gruñía y jadeaba, pero Chopper no sabía cómo ayudarlo. Aquello no tendría que estar pasando. No había ningún motivo para que pasara.

-¡ZORO!

Chopper adoptó su heavy point para sujetarlo e impedir que se hiciera daño, pero era inútil. El cuerpo del kenshi se movía tanto que el renito salió despedido contra la pared, recuperando su forma habitual por el golpe.

-¡¿Qué está pasando?!

Nami irrumpió en la enfermería seguida de Luffy y Sanji, atraídos por los gritos de Chopper. Capitán y cocinero se lanzaron sobre el espadachín para intentar sujetarlo, mientras la navegante se arrodillaba junto al aturdido médico.

-¡Chopper! ¿Qué le pasa a Zoro?

-¡No lo sé! ¡Esto no es normal, no sé qué ocurre!

Nami miró espantando el cuerpo del kenshi-tigre, que aún sujeto por sus nakama se sacudía como si estuviera recibiendo descargas eléctricas. Su columna se arqueaba y sacudía mientras Sanji trataba de sujetar su cabeza para que no se golpeara contra la pared.

-¡KUSO MARIMO!

-¡ZORO!

Por debajo de los gritos de los dos hombres Nami escuchaba a sus nakama en la cocina lanzando improperios mientras trataban de pasar por la puerta todos a la vez.

-¡Joder, Roronoa!

-¡Zoro!

-¡Zoro-san, vas a matarme del susto!

La única de la que no había ni rastro era Robin, pero no había tiempo para pensar en ello. Nami sacudió al aturdido renito (y demos gracias a que no le sacudió, porque si no el pobre no vuelve a levantarse) intentando que saliera de su estupor.

De las katanas y colmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora