Capitulo 13

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Capítulo 12: De fuego, llamas y verdadero calor

Robin temblaba. Ella sabía lo que era el miedo. O al menos creía que lo sabía. Se había pasado la vida ahogada, escondida, huyendo de todo y de todos. De la gente de Ohara, del gobierno, de los piratas. De Zoro.

Pero en ese instante…

-¡Maldito demonio!

-Mamá…

-¡Te has atrevido a olvidar lo que nos hiciste! ¡Niña maldita! ¡Bruja!

-Por favor…

La mano de Nico Olvia impactó con tal fuerza en la cara de su hija que la lanzó de espaldas al suelo cuan larga era. Robin boqueó tirada de espaldas, notando como las lágrimas resbalaban por las mejillas de forma incontrolable. El cielo por encima de su cabeza era tan negro que era como estar completamente ciega.

Hubiera preferido eso a tener que seguir mirándola a ella. El rostro de su madre desfigurado en una expresión de ira. Ella no había hecho nada malo. No había querido hacer nada malo. Pero el fuego seguía extendiéndose a su alrededor, y lo único que podía oír eran los gritos y las palabras de odio.

Y estaba muerta de miedo. Estaba completamente sola, y por una vez eso no la consolaba en absoluto. La soledad ya no era un refugio. Era una prisión que cada vez se estaba haciendo más pequeña.

¿Dónde estaban sus nakama? ¿Sus amigos? ¿Por qué se había vuelto a quedar sola rodeada por personas que la odiaban?

Porque te lo mereces, susurraba esa vocecilla cruel en su mente, mientras Nico Olvia seguía gritando maldiciones.

Quizás en otras circunstancias Robin hubiera notado el pequeño eco en la voz de la mujer que gritaba, un eco curiosamente parecido a la voz de Circe. Pero el miedo y la culpa de la morena la habían dejado completamente paralizada. No solo paralizada, sino también ciega y sorda a todo lo que no fuera toda la ira que latía a su alrededor.

A la culpa y el odio.

-Mira lo que les ocurre a quienes intentan ayudarte.

Olvia se dejó caer de rodillas a su lado, cogiéndole la cara entre las manos y obligándola a mirar más allá de la fila de gente que las rodeaba. Un enorme cuerpo hecho de hielo se derretía bajo las brasas que caían del cielo.

El aliento de Robin se quedó atrapado en su garganta, como un doloroso nudo, mientras veía desaparecer el cuerpo de Saul. Él también había muerto por ella. Como muchos lo harían después. Su madre, los arqueólogos, la gente de Ohara.

-Mira bien. Mira el futuro de todo aquel que intente estar cerca de ti.

El cuerpo de Zoro.

Consumiéndose en las llamas de Ohara.

.

.

Fuego. Por todas partes. Devorándolo todo como un animal hambriento.

Mierda. Más que mierda. Kuso. Saize. Shit.

¿Alguien lo sabe decir en otro idioma? Pues que lo añada a la lista, porque Zoro necesita todas las maneras posibles de describirlo.

(Se me acaba de ocurrir otro. En francés. Merde).

Bueno, centrémonos en el asunto importante.

El tigre-kenshi gruñó al ver lo que lo rodeaba. Sabía (o al menos suponía) que el sueño de Robin no sería ninguna maravilla. De hecho, conociendo el humor que se gastaba la morena, esperaba cámaras de tortura, monstruos de tres cabezas y puede que a Chopperman, pero se había obligado a sí mismo a pensar que no sería nada realmente horrible.

De las katanas y colmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora