Capitulo 14

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Capítulo 13: De finales, comienzos y cerdos

Zoro sonreía, aunque no sabía exactamente por qué. Demasiadas opciones.

Quizás era porque volvía a tener pulgares. Y sus katana. O porque la noche anterior había bebido sake por primera vez en una semana. O quizás porque Sanji iba arrastrándose tras ellos como un alma en pena.

O porque, quizás y solo lo menciono, la noche anterior había bebido sake encima de Robin por primera vez (sí, esa frase es válida de todas las maneras posibles).

Ahora que lo pienso, seguramente sonreía por eso último.

Así que, caminando tras el capitán y la navegante, que parecían muy concentrados hablando de sus cosas, junto a una relajada Robin, el kenshi sonreía. Cada vez que daba un paso la mano de la morena (y cabe mencionar que era una de las que nacieron pegadas a su cuerpo, información que nunca está de más) rozaba sutilmente la del espadachín. Si de vez en cuando esa mano se escapaba un poco de su trayectoria y, por ejemplo, acariciaba el antebrazo, o se escapaba mucho y Zoro recibía una alegre (y cariñosa, que nadie dude de eso) palmadita en el trasero, el peliverde no iba a quejarse.

Sobre todo porque tenía permiso para devolver ambas cosas.

-Siempre he sabido que el SÚPER fuego de la perversión vivía en ellos.- Franky soltó un silbidito admirado al ver el movimiento del brazo de Zoro, que descendió por la espalda de la arqueóloga y le acabó rodeando tranquilamente la cintura,- lo de anoche fue…

-Casi me muero de la envidia,- le susurró Brook, en plan confidencia,- aunque yo ya esté muerto y todo eso…

-El que se nos va a morir es Sanji…- Usopp se acercó a sus dos nakama, que asintieron seriamente a sus palabras, mirando de reojo al cocinero de los mugiwara,-… después de lo que nos costó reanimarlo anoche…

Los miembros del hentai-club de los mugiwara asintieron, mirando al cocinero, que caminaba justo por detrás de la feliz pareja, resoplando y lloriqueando, seguido de un muy asustado Chopper, que había decidido que lo mejor, dadas las circunstancias, era cargar con todo su equipo médico, un gotero y una máquina de RCP portátil. Solo por si acaso. No es como si a Sanji fuera a darle OTRO ataque, ¿verdad?

Nop, seguro que no.

-Oi, Nami,- al frente del grupo, ignorando al hentai-club (que estaban muy ocupados apostando cuanto tardaría Sanji en convertirse en una bolita lloriqueante), a Sanji (que estaba a punto de convertirse en dicha bolita), a Chopper (que se planteaba si poner ya en marcha el aparato de RCP debido a la trayectoria que estaba tomando la mano de Zoro), y a Zoro y Robin (ocupados en dirigirse el uno al otro sonrisas que podrían prender fuego a la isla), Luffy y Nami mantenían una de esas conversaciones que harían que, más tarde, la akage se planteara hasta que punto Luffy era tonto o solo se lo hacía.

-No quiero hablar de eso, Luffy.- la navegante, completamente sonrojada, quería evitar a toda costa esa conversación en concreto. Llevaba desde la noche anterior evitándola y lo haría durante el resto de su vida, muchas gracias.

-Pero Nami…- lloriqueó el capitán, poniendo su mejor cara de cordero degollado,- solo quiero hacerte una pregunta. Una pregunta chiquitita…

Nami no sabía ni a que pregunta se refería. No quería saberlo. Básicamente, porque sospechaba que la pregunta era algo en plan "¿Por qué Zoro y Robin se estaban llamando a gritos anoche, si estaban los dos en el mismo sitio?". No, Nami no estaba preparada para explicarle a Luffy ESO, por muy novio suyo que fuera. Ni ahora ni nunca.

Aunque muriera sin sexo.

-No voy a contestarte a nada. Nunca. Jamás. Olvida la pregunta.

-Pero si todavía no sabes la pregunta, Nami-. Luffy puso morritos, consiguiendo que la defensa de la navegante empezara a resquebrajarse.- Porfa…

De las katanas y colmillosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora