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Al despertar a las siete de la mañana me percaté de dos cosas: la mala postura que había tenido al dormir y lo tarde que íbamos a llegar. Sintiendo el tiempo ejerciendo presión en mi cabeza, levanté a Aydan y lo apuré para que se preparara lo más rápido posible. A penas y pudimos arreglarnos por lo que decidí comprarle algo para desayunar en el camino para que ninguno de los dos tuviéramos problemas.

Al dejarlo en la escuela y despedirme de mi angelito me dirigí prácticamente volando a mi trabajo. Cuando por fin estuve en la entrada del hospital pude respirar tranquilamente ya que había llegado faltando un minuto. Rápidamente puse mi asistencia, tomé mis cosas y comencé mi trabajo.

A tres horas de haber comenzado la jornada se acercó mi compañero, Greg, para invitarnos a Aydan y a mí al cine. Lo pensé bastante pero insistió tanto en que al pequeño le gustaría salir que no tuve más opción que acceder. Quedamos en que él nos iría a buscar a las seis al departamento y que de ahí partiríamos al cine. Con todo arreglado, seguimos platicando de temas triviales hasta que llegaron más pacientes y cada cual se fue a ejercer su labor.

A la hora de la salida me despedí de todos y fui directo a la escuela, con ansias de decirle que iríamos a ver una película. A él que le encantaba y a pesar de que no salíamos mucho por mi trabajo, siempre que podía intentaba aprovechar el mayor tiempo posible para estar con él.

Llegué justo a tiempo para ver que salía corriendo del interior de la escuela. Estaba segura de que jamás me cansaría de observar ese recibimiento tan enérgico y divertido.

— ¿Cómo te fue en la escuela? — Le pregunté después de que llegara a mí y rodeara sus brazos alrededor de mi cuello.

— Bien mami, hoy jugamos mucho y le dije a la maestra que sabía contar del uno al cincuenta gracias a mi mami. — Dijo sonriente, orgulloso de haber mostrado que podía contar sin confundirse.

Aydan era un presumido y no tenía ningún problema en demostrarlo.

— Eso es maravilloso. — Besé su hombro antes que se alejara de mí. — Greg nos ha invitado a ir al cine, ¿quieres ir? — Su rostro se iluminó de tan solo escuchar que su amigo lo había invitado a salir.

— ¡Sí! — Gritó con los brazos levantados.

Con el pasar de las horas creí que su entusiasmo bajaría un poco peor me equivoqué. Saltaba para todas partes y no dejaba de repetir que iríamos a ver una película. Mi corazón se enternecía cuando lo veía sonriente, ansioso por que llegara el momento de salir.

Tan puntual como siempre, justamente a las seis en punto Gregory me envió un mensaje de texto diciendo que se encontraba esperándonos frente al edificio.

— ¿Qué tal Aydan? — Saludó Gregory a Aydan mientras desordenaba los rubios cabellos de mi hijo. — Te ves deslumbrante, Ev.

— Gracias, Greg. — El halago hacia mí no había sido del agrado de Aydan, quien había dejado de sonreír y en esos momentos tenía el ceño profundamente fruncido.

No sabía dónde, cuándo y quién le había enseñado a enfurruñarse cuando alguien me daba un halago, pero lo hacía.

Su expresión había cambiado nuevamente a una de alegría cuando tuvo las palomitas de maíz entre sus manos y desde ahí todo fue a mejor. La noche había sido realmente agradable, a Aydan le había encantado la película y luego de ir a comer, Greg nos llevó a casa y nos acompañó a nuestro piso. Aydan le tenía mucho cariño a Greg así que no fue de extrañar que le diera un abrazo como despedida antes de perderse en el interior de nuestro departamento.

Yo había decidido no cerrarle la puerta en las narices así que me quedé afuera durante unos minutos, hablando con el apuesto doctor que tenía frente a mí. Era un hombre de buen ver, talentoso y agradable, además de tener una buena labia con la que tenía a la mitad de las internas, a más de un enfermero y a muchos doctores, babeando por él y besando el suelo por el que caminaba.

Todas tus Cartas© AEL #1 [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora