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Durante la jornada laboral en el hospital el Dr. Gregory Falcom se atrevió a acercarse pero esa vez con un ramo de flores y unas sinceras disculpas o al menos eso me dio a entender. Mi coraje con él había disminuido con el pasar de los días, sin embargo, aún seguía estando alerta de cada uno de sus movimientos.

— Gracias...— Acepté las flores con desconfianza y él pareció ver una luz al final del túnel.

— Ev, entiendo que estés molesta y créeme, te comprendo pero... ¿Te gustaría ir a cenar? Me encantaría poder disculparme como es debido y bueno, creo que teniendo una cena podría explicarme mejor. — estaba del todo segura si debía aceptar su invitación o no, cosa que Greg notó.

— No haré nada, ni siquiera me acercaré a ti si con ello estás tranquila. — Me mordí los labios en un intento por ocultar la incomodidad que sentía.

Mi cabeza se movió levemente de arriba a abajo, dándole una respuesta positiva. Si solo era una cena para arreglar aquello que estaba ocasionando que el ambiente laboral fuera incómodo, entonces por mí estaba bien. Solo esperaba que no intentara volver a besarme o tocarme como lo había hecho a fuera de mi apartamento porque entonces iba a tener que golpearlo y no era lo que deseaba.

El día transcurrió con normalidad entre pacientes, libros y documentos que rellenar. Al salir del hospital fui directo a mi hogar para prepararme y pocas horas después Greg se encontró tocando a mi puerta. Salimos juntos, envueltos en una leve pero bastante cómoda conversación sobre lo que habíamos hecho en nuestro día.

Yo no tenía ni la más mínima idea de dónde estaba siendo llevada pero tan pronto estacionó frente al restaurante supe que ese hombre tenía buen gusto. El lugar era muy bonito, bastante elegante pero sin llegar a tener un ambiente sofisticado. Se veía que era un local tranquilo y la comida era realmente deliciosa, tanto que con cada bocado sentía que tocaba el cielo.

Con el pasar del tiempo, el consumo de los alimentos y un par de copas de vino, nuestras conversaciones fueron siendo llevadas al tema por el que nos encontrábamos allí. Se veía algo incómodo cuando pidió disculpas por haberse dejado llevar por sus instintos y por haberme causado malestar.

— Evalone. — Tomó mi mano con cautela y la envolvió con las suyas. — Dame una oportunidad. Déjame ser quien los consienta, quien te dé amor y atenciones.

— Greg... — Hablé despacio, tomando mi tiempo para pensar. — Sabes que Aydan te adora pero no estoy lista para eso.

— Me gustas y mucho. — Su voz se escuchaba como si estuviera diciendo algo obvio. — Desde hace bastante tiempo, solo que jamás me viste con otras intenciones y yo no me había atrevido a decir nada para no incomodarte. Dame la oportunidad de tener una familia con ustedes, de poder darle mi apellido a Aydan y criarlo como mi hijo.

— Agradezco tus intenciones y sentimientos pero decir eso es algo apresurado, ¿no te parece? — Comenté, riéndome a causa del nerviosismo.

— Lo haremos a tu tiempo, sin presiones. — Aseguró. — Ev, dame la oportunidad de enamorarte, solo necesito que me lo permitas.

— Ay, Greg... — Suspiré. — De acuerdo, intentémoslo. — Una enorme sonrisa apareció en sus labios, dejando ver la hilera de dientes blancos.

No tenía que preocuparme por la reacción de Aydan porque era consciente del vínculo que esos dos tenían, pero aun así no estaba en mis planes presentarlo como un algo. No quería que mi hijo se hiciera ilusiones con Greg y que luego nada surgiera. Tampoco tenía idea de si era la decisión correcta pero lo intentaría. Yo no veía a Greg como un interés romántico, no sentía esa atracción y sin embargo, había decidido darle la oportunidad que me había pedido. No entendía muy bien por qué lo había hecho pero me excusaba tras el pensamiento de que de alguna forma tenía que empezar a tener una vida amorosa. Habíamos quedado en intentarlo, sin ningún tipo de presión, compromiso o ideas distorsionadas.

Al terminar de tener una agradable cena me llevó a casa y frente a la puerta de mi departamento, en donde días antes me había acorralado, me preguntó si podía besarme. Entré en dilema porque si bien le había dicho que lo intentaría, también le había mencionado que debíamos ir con calma. Sin embargo, accedí con notables dudas a su petición. Si no comenzaba a abrirme a ese tipo de sucesos sería una señora soltera toda la vida.

Él se acercó a mí cautelosamente, colocando su mano en mi nuca y uniendo sus labios a los míos. Esa vez el beso había sido diferente, si bien fue dulce como la vez anterior, no había indicios de que quisiera propasarse. Era un beso suave, agradable y lleno de sentimientos por su parte. Estuvimos sin separarnos durante algunos segundos hasta que el aire faltó.

Cuando nos alejamos un poco él seguía con los ojos cerrados como si estuviera disfrutando el recuerdo de lo que había sucedido y luego sonrió, una sonrisa encantadora que solía tener en el hospital. Después de esa fracción de tiempo en la que estuvimos separados, volvió a unir nuestros labios haciendo nuevamente que bailaran al compás. Esa vez me acercó a él como si no quisiera soltarme pero sin tener intenciones de ir más allá. Por mi parte coloqué mis brazos por su cuello, acercándolo aún más a mí.

Podía definitivamente acostumbrarme a eso...

Después de unos cuantos besos y caricias, se fue a su apartamento y yo ingresé a la mía sin saber qué acababa de suceder. Si bien me estaba dando una oportunidad, no sabía si era lo correcto. Le había dejado en claro mi situación, no estaba enamorada de él y aun así me había pedido una oportunidad para conquistarme y como habíamos quedado, esperaríamos a ver qué ocurría.

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