Capitulo I
Todo comenzó en mi último año de secundaria, digo que comenzó porque inoportunamente en este momento era donde él llegaría a mi vida, y con su llegada mi vida cambiaria y daría un giro total, todo iba cambiar.
Entonces tenía yo diecisiete años, no es como que si hubiese ocurrido hace mucho tiempo pero me he dado la oportunidad de no negarme las hermosas historias de verano, a decir verdad esta no fue una historia muy placentera, al contrario, llena de contradicciones y misterios que aún no logro descifrar. Algunas ocasiones son solo recuerdos y, suelo decir que lo mejor de los recuerdos es lo que ellos mismos son “recuerdos”. Me atrevo a decir que algo como lo que os voy a contar no quisiese que ocurriera de nuevo, ni a mí ni a nadie más, es una experiencia que no olvidare y con la cual descubrí en gran medida de lo que era capaz, cosas terribles y otras no tan humanas ocurrieron en el trayecto hasta aquí, en esta habitación donde hoy comienzo a narrar esta historia de vivencia propia. Y lo mejor para esto, es comenzar como si fuese una niña normal y ordinaria, de esas que le gustaban las novelas románticas (aunque no haya mucho romance a decir verdad en esta historia), el punto es que mi vida giraba en torno a lo que yo creía verdad.
Suele frustrarme el no encontrar las palabras adecuadas para dar cavidad a lo que quiero expresar. Mi madre solía decir que “las palabras son el espejo del alma”. Muchas veces me he preguntado que quería decir, que mensaje quería hacerme llegar con esa frase, pero lo único que he logrado descifrar no es sino el significado mismo: lo que decimos refleja lo que somos, mis palabras son de tal inmensidad que sueño en cubrir montañas con ellas. Soy solo una soñadora y personifico mi vida por medio de las palabras y las letras son metáforas de mi existencia.
Una anotación a todo esto: Los corazones más implícitos, esos cuya estructura es un laberinto, inoportuna y casualmente son los más interesantes. ¿No crees? Sin embargo siempre menciono que mi corazón es sencillo, lo que las personas nunca escuchan es el mensaje que se encuentra detrás de esto, pues solo oyen mas no escuchan.
Aquellos días eran los más comunes que puedes imaginar, días de clase normales, compañeros cotidianos, tareas aburridas que realizar en casa, dos exámenes por trimestre, como era de esperarse. Pero en uno de esos días <comunes> un chico llego de la nada y se metió en mi vida, se introdujo en ella como la luz de la luna se cuela por la ventana y como los rayos del sol atraviesan la cortina cada mañana. En realidad era ese tipo de chico que odias al instante, lo odias porque sabe cómo meterse sin permiso en tu mente.
Entró por la puerta, su caminar era sencillo, corriente, no tenía nada de especial, al menos nada que no hubiera visto anteriormente. Era alto, de esos que tienes que mirar a la altura del hombro pero sin exagerar. Se posó al frente del salón, delante de la pizarra, cargaba un pequeño bolso negro donde seguramente llevaría algunos libros y cuadernos. Un rizo negro resbalaba y caía sobre su frente, tenía bellos ojos verdes y debo aceptar que su mirada era fulminante. Enseguida se presentó; - mi nombre es Liam, vengo de un lejano pueblo a unos seiscientos kilómetros quizá, de este lugar, espero llevarme bien con todos ustedes, gracias.
-Puedes tomar el asiento al lado de Evolet – dijo mi profesor y enseguida lo vi sentado justo a mi lado, me miro y mostro una sutil sonrisa que comenzaba a rasgar mi corazón.
No lo mire durante toda la clase, solamente lo salude al principio, pero no cruzamos palabra alguna, el parecía todo lo contrario de mí, yo era más callada y un poco tímida, si soy sincera, el parecía más del tipo abrupto, que se muestran tal y como son al mundo. Sé que no dejaba de mirarme y su mirada permaneció asechando mi rostro durante todo el tiempo que estuvimos ahí sentados, yo…bueno, solamente mire a la ventana que se encontraba a mi izquierda. Al terminar la clase, tome mis cosas normalmente las introduje dentro de mi bolso tome algunos libros en mí otra mano y salí, no sin antes advertir su mirada aun a mi asecho.
Una anotación sobre Liam: Era de buen gusto, no es por presumir pero supo fijar su mirada constante en una persona complicada, al menos así me consideraba yo, o tal vez sencillamente era extraña. Durante muchos días no apartaba su mirada de mí, llegue a pensar las peores cosas sobre el en algunos momentos, luego me acostumbre e incluso en ocasiones tenía el suficiente valor como para mantenerle la mirada, fija y constante, directa sin titubear y sin que ninguno de los dos frunciera el ceño.
En una de tantas ocasiones de miradas inadvertidas que se camuflaban con el contorno y el ambiente, nuestras miradas se cruzaron y estoy segura de que sintió el abismo de sentimientos que cargaba mi corazón, me aterro pensar que podría empezar a atraerme un chico del cual solo sabía su nombre y que anteriormente vivió en algún pueblo lejano. Seguramente no fue el único, en ese momento sentí que se me venía encima un coctel de pensamientos que reflejaban sus ojos, miradas que siempre vi pero nunca comprendí, quise darle fin a esto por miedo y de inmediato aparte mi mirada y aleje mi rostro, un brillo ruborizo sus ojos y me pareció lindo.
Alrededor de las cuatro con quince minutos en la tarde de un martes, camine fuera del salón, ya todos se habían marchado excepto el, creo que se durmió durante la clase de filosofía, era de entender todos hacen lo mismo, menos yo, me interesa mucho esta clase por alguna razón que desconozco, me fascina saber el pensamiento de ancianos que vivieron hace muchos años, es como saber lo que opinaban sobre la vida, sobre algunos placeres, conversar con las mentes del pasado sin abrir nunca la boca es sensacional. No quise despertarlo de su pacifica siesta, así que solamente tome mis libros y me dirigí fuera del salón, al llegar a mi coche note que había olvidado mi libreta de notas, entonces regrese de nuevo para traerla de vuelta, sin embargo cuando entre en el salón, Liam estaba de pie recostado en una mesa cómodamente, sostenía mi libreta en sus manos y al instante advirtió mi presencia, se puso en pie, me miro como siempre lo hace y me dijo: -Evolet ¿no? – a lo que yo asentí con un leve movimiento de mi cuello. – o debería decir, que más que tu nombre eres la chica que siempre me acosa con su mirada – (¿disculpa?) pensé, no soy yo quien dirige miradas desafiadoras y lamentablemente sexys a mi compañera de al lado. Pero solamente fue una respuesta fugaz que sobrevoló mi mente, por tanto me dispuse a decir, y de una manera un poco seria pero sin olvidar una pequeña sonrisa que exigen las normas de relaciones personales y sociales – ¿Es esa mi libreta? Si es así, ¿podrías devolvérmela? – claro, un intercambio equivalente, yo te doy tu libreta y tu aceptas salir mañana por la noche con este completo desconocido que lleva ya dos semanas enteras mirándote – por alguna extraña razón, me pareció tentadora la propuesta, me lo pensé un instante y su mirada…cielos su mirada era tan atractiva que no vi ninguna otra escapatoria más que recuperar mi libreta de una manera pacífica –Intercambio equivalente ¿no? – le respondía, mientras revelaba por vez primera una verdadera sonrisa en frente suyo.
Esa tarde salí de la escuela con un pensamiento coqueto que desbordaba mi mente, mi respiración se interrumpió un instante cuando pensé en ese chico, cuando recordé su mirada sentí que un suspiro se acercaba a mi pecho, era yo, y no podía creer que algo tan explícito como un chico me hiciera tener esas reacciones, algunas veces pienso que no se manda en el corazón, ¿pero qué cosas digo? Apenas íbamos a salir y ni siquiera sabía dónde a qué lugar o que haríamos y ya estaba hablando de corazón y sentimientos. Estupideces.
Nota sobre el suceso: ¿ocurrió en realidad lo anterior? No lo creo, quizá solo fueron fantasías y pensamientos que se asomaron a mi mente por escasos segundos.
Entonces me volví hacia el fijamente, mantuve mi mirada firme y sin titubear abrí paso a las palabras que de mi boca saldrían sin vacilar. Y sin que lo advirtiese le dije – puedes conservar mi libreta, ya conseguiré otra, di media vuelta y salí caminado del salón, imaginando su cara de estupefacto con la que habría quedado dibujada en su rostro. Pero no fue así, alcancé a ver su expresión antes de abandonar por completo la escuela, mis ojos penetraron la ventana, el viento corrió la cortina, y vi una sonrisa plasmada en su rostro, y naturalmente me consterno, pero de alguna manera me hizo sentir bien.
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Gritos en la Oscuridad.
General FictionEvee es una chica de 17 años que lleva una vida normal como cualquier otra chica de esta edad. Pero todo cambia el día que aparece un chico llamado Liam en su vida. De un pronto a otro se ve sumida en una serie de problemas. Ahora la única opción qu...