Capítulo 12: Tanzania

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Geuka Rangi o el Demonio Verde: deidad con forma de árbol, cuyo culto se desarrolla en Africa central. Se dice que sus seguidores suelen comer partes de su cuerpo para obtener energía.

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Jimin despertó y tanteó la cama, buscando el calor de Yoongi… No halló a nadie.

Con un suspiro, se estiró y abrió los ojos, recorriendo la habitación y sondeando la casa con la mente. Lo halló en el gimnasio, con Ennik.

Así había sido desde hacía once días y aunque a Jimin no le gustaba del todo, sabía que su novio necesitaba esos momentos compartidos para aceptar mejor lo que había pasado.

Se levantó con lentitud y tomó una pausada ducha que quitó todo vestigio de su noche de amor en la que una vez más Yoongi le había dicho cuánto lo amaba. Sin embargo, la poderosa conexión que los solía unir en el momento del orgasmo, mostrándole atisbos de esa Conciencia Única que existía en algún lugar, había desaparecido. Una cosa más de la que culpar a Ennik.

Jimin se vistió informalmente y bajó a desayunar. Alina y Alessa lo esperaban en la cocina con el desayuno listo.

Lucían permanecía en su habitación. Las gemelas se veían deprimidas, el alejamiento de Jungkook las había afectado mucho más de lo que Jimin habría podido imaginar.

—Buenos días —saludó, besando a cada una en las mejillas.

Alessa hizo una mueca, señalando en dirección al gimnasio. Ella era la más unida a Yoongi y se sentía desplazada por Ennik.

—Debemos dejarlo, cariño —repuso Jimin—. Necesita estar con ella y convencerse de que está bien. Él tiene que asimilar lo que pasó.

Aunque esa asimilación estaba durando demasiado tiempo. Jimin desayunó en compañía de las gemelas. Extrañaba los tiempos en los que eran sólo los cinco, en total intimidad, compenetrados e invencibles. Ahora eran fragmentos de un todo que no sabía cuándo se volvería a unir. La sinergia estaba desapareciendo.

Con una punzada de culpabilidad, sus pensamientos volaron hacia Jungkook. El muchacho se había alejado completamente de ellos y una vez que los exámenes de Saint Michael finalizaron, había vuelto a su casa para las vacaciones.

Las gemelas le suplicaron que le hablase, pero Jimin negó suavemente con la cabeza.

—Es mejor que él nos busque a nosotros. También se siente afectado —dijo en voz baja, aunque en el fondo sentía temor de dar el primer paso—. Y por favor, no intenten buscarlo. —Alina hizo un gesto de protesta, pero no insistió. Ellas no se atreverían a desobedecer a Jimin.

Jimin terminó de desayunar y acudió al estudio, donde se comunicó con Tae para informarse de los asuntos pendientes de Min Unlimited, pero el rubio le indicó que no tenía nada para él y que Yoongi y Arnfried se ocuparían de todo.

Eso también era una novedad en la nueva vida que llevaban desde que Yoongi descubriera el engaño de Lucían: había vuelto a actuar por su cuenta, manejando él mismo, o con ayuda del Ejecutor, sus casos.

Jimin sabía por Knowledgeware de un caso asociado a una extraña maldición, que había terminado por traer a la casa varias espantosas máscaras rituales que ocupaban ahora el lugar de las destrozadas por la ira de Jungkook. También sabía por Tae que Arnfried estaba buscando a Choi Siwon.

No le gustaba. Se sentía excluido de todo y aunque sabía que no era justo, culpaba a Ennik. Quizá el único verdadero culpable era Siwon, que había forzado las cosas hasta el punto de acorralar al fundador del Círculo.

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