Conforme el tiempo avanzaba, Izuku, en vez de encapsularse y seguir la ideología de la sociedad, decidió salirse del molde. Ahora, con el reconocimiento y el apoyo del mejor héroe de Japón, se había convertido en un omega con metas establecidas y demasiada hambre de realización personal.
Él quería ser tan genial como su maestro, ese alfa rubio que lo había elegido como sucesor, aún siendo él un omega quirkless.
Iba a demostrarle al mundo que la debilidad era un concepto injustamente aplicado a los suyos, los omegas eran capaces de tanto como los alfas, y aún más. Izuku quería comerse el mundo y estaba firmemente determinado a hacerlo.
Pero...había un tema que constantemente estaba evadiendo y con el que estaba sinceramente desconcertado.
Hasta el momento, entre sus conocidos, él era el caso con más tiempo sin recibir su carta. Seis años, todo un récord.
Con diecinueve años cumplidos y ninguna respuesta del proyecto gubernamental de emparejamiento, había pensado en dos opciones: Su muestra de sangre se había perdido o no existía alfa compatible con él. No le preocupaba realmente.
Su maestro le entrenaba con altas expectativas y él iba a cumplirlas. No sería nunca más un omega normal, no podría tener una familia, advertencia previa de All Might antes de entregarle el one for all. Izuku se ganaría un montón de enemigos que iban a intentar matarlo a él y a sus cachorros, si es que llegaba a tenerlos, así que había renunciado a ello con tal de cumplir su mayor sueño.
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De no ser por el hecho de que su madre se lo recordara con tediosa periodicidad, el tema de su alfa habría quedado en el olvido hace tiempo. Ella sí se había preocupado por el aquel documento. Su bebé era un omega, y por muy necio que fuera, no iba a poder escapar de la naturaleza. Necesitaba un alfa que lo cuidara. Lo omegas no estaban hechos para la soledad.
Es por eso que cuando en su buzón apareció un pálido sobre con el sello de la dependencia gubernamental, ella sintió un enorme peso desvanecerse de su ser. En cuanto tuvo el pedazo de papel entre sus dedos, la preocupación previa que se había guardado tantos años se transformo en júbilo y alegría. De hecho la emoción era tanta que no se percato de que se le desbordaba en lagrimas y una voz aguda.
Izuku pegó un brinco y se alteró al escuchar a su madre gritar su nombre con un timbre alarmado y exageradamente alto, él se asustó y salió corriendo de su habitación para ver que le ocurría.
Se encontró con ella en el pasillo, con los ojos llenos de lágrimas y sus regordetas manos temblorosas extendiéndole un papel. El joven omega tragó fuerte, parece que al fin había dado con el dichoso alfa.
En cuanto lo tuvo en sus manos, sintió unas ganas inmediatas de botarlo a la basura, pero cuando miró la cara ilusionada de su madre cambió de opinión, no iba a hacerlo frente a ella; bajo la ahora impaciente mirada de su mamá, se metió a su habitación sin decir palabra, dejándola con una terrible incertidumbre.
Fuera la de vista de la omega, Izuku arrojó el sobre con tedio a uno de sus cajones y mientras los días transcurrían nuevos papeles y útiles se encimaban sobre él, volviendo invisible al inofensivo pedazo de papel. El nuevo camuflaje ayudo a que el omega se olvidara del tema por un tiempo.
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Izuku podía seguir haciéndose el tonto tanto tiempo como quisiera, pero a su madre no la iba a hacer tonta. Sabía que lo estaba evitando y si por él fuera nunca se dignaría a encontrarse con el alfa. Más que molesta, Inko volvió a cargar con el peso de la preocupación.
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My alpha
RandomIzuku no se consideraba atractivo, la belleza era algo con lo que no iba a contar para cortejar o llamar la atención de su alfa, porque sí, encima de todo lo que estaba pasando en su caótica existencia, se sumaba el hecho de haberse presentado como...