La batalla del bosque

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Después de casi un año en hiatus, al fin pude seguir escribiendo este fic. Esta vez decidí escribir todos los capítulos antes de publicar para no dejarlo tirado tanto tiempo, así que ya no habrá más esperas largas. A partir de este capítulo, estaré publicando un capítulo a la semana los martes.

Personalmente, creo que este tiempo me sirvió para mejorar la narración. Espero que les guste el capítulo.

La batalla del bosque

—Tenía razón, comandante, las bengalas fueron una excelente idea. Por supuesto, también tenía razón sobre las bestias que estarían acechando en el camino. Es una suerte que haya vuelto justo a tiempo para la batalla.

—Es un honor servir a mi nación —respondió Erwin, disimulando el disgusto que le había provocado el ser "elogiado" por el general Zachly.

—Debemos andar con cautela —indicó el general a sus hombres, mientras la perfecta visibilidad que la bengala les había dado era reemplazada por la escasa brindada por la luna—, no hagan movimientos bruscos y no disparen si no es necesario. Por ahora no parece que esos sucios animales estén tratando de atacar, pero si intentan interponerse matenlos de inmediato. Ahora, avancen hasta el corazón de la montaña, tenemos una base que instalar.

No hubo una respuesta audible a esa orden, tampoco fue capaz de verlos asentir, pero Erwin pudo escuchar el sonido metálico de algunas armas en movimiento y supo de inmediato que estaban listos para comenzar el ataque. El último ataque a la montaña, pensó, retomando su posición en la retaguardia junto a su pelotón. Veintiún hombres estaban a su mando, dieciocho de los cuales tendría que prescindir antes de alcanzar el río, todos armados y ansiosos por comenzar con la matanza.

Si alguien le hubiera dicho que todas las fieras de la montaña estaban organizándose en su contra, se hubiera reído ante lo ridícula que sonaba la idea. Pero él mismo había sido capaz de presenciar el gran alcance de esa organización, por primera vez durante el enfrentamiento que había resultado en aquel terrible incendio y una vez más en ese preciso instante, mientras, uno a uno, los hombres que lo seguían eran derribados con tal discreción, que era como si se hubieran desvanecido al alejarse del sendero. Cada vez que las oscuras nubes dejaban el bosque en tinieblas por breves instantes, el grupo era reducido sin que nadie más pareciera percatarse. Era una estrategia sencillamente magnífica.

Por desgracia, el ataque no podía pasar desapercibido por siempre. Erwin sabía que tendrían que reagruparse antes de cruzar el río y, entonces, todos notarían la ausencia de casi una cuarta parte del grupo. No sería difícil hacerles creer que algunos habían desertado, pero intentar explicar la ausencia de al menos sesenta hombres con una excusa tan patética sería un insulto.

El aroma a humedad llegó a él mucho antes de que el sonido de la corriente lo hiciera. Su pulso se aceleraba y sus sentidos se agudizaban a cada paso. Los hombres frente a él aumentaron el ritmo. Detrás de él, un grito moría antes de siquiera terminar de formarse. Ojos brillantes se multiplicaban cada dos o tres metros, como espectros aguardando para robar sus almas. Los tenebrosos sonidos de la naturaleza fueron reemplazados por murmullos, que pronto se convirtieron en voces, haciendo eco una de otra por todo el lugar. Al fin había comenzado.

—Ya se dieron cuenta —susurró Nile a su izquierda—, llegarán al río en cualquier momento.

Erwin quería responder que no hacía falta que lo dijera para saber que ya habían llegado, pero su boca estaba seca, ningún sonido pudo atravesar el nudo que cerraba su garganta. Sus palmas estaban sudorosas y sus dedos entumidos por la fuerza con la que sostenía su arma. Cuando él y el último grupo, o lo que quedaba de este, se reunieron con el resto del ejército, la furia era evidente en el rostro del general y de todos los demás soldados.

La tierra de los tigresWhere stories live. Discover now