CAPÍTULO 1: Aaron

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️Fake Smile - Ariana Grande


Hace tiempo me había preguntado a mí mismo, ¿Qué estaba pasando? ¿Me había gustado mi compañero de clase? Desde ese momento en cuestioné ¿me podría gustar un chico?

De cierta manera era una pregunta que trataba de evadir, pero nunca negar. Tal vez siempre lo supe, pero la falta de experiencia lo hacía difícil.

Digo, las chicas siempre me han parecido atractivas, pero la idea de estar con un chico no me parecía del todo improbable.

7:00 a.m.

La misma rutina.

Las mismas personas.

Distinto número en el calendario.

A veces trataba de cambiar un poco la monotonía de mis días. Pero pensé, en realidad ¿vale la pena? Ya me había acostumbrado a siempre tener la base preestablecida de todo mi día, me evitaba tener que planear cosas de una manera meticulosa y agregarle a mi sistema más estrés del que ya estaba acostumbrado a tener. Así que ¿por qué cambiar?

Como todas las mañanas, lo primero que llega a mi cabeza de una forma inmediata es tomar mi celular y revisar mis notificaciones. Es increíble lo mucho que un aparato electrónico puede hacerte sentir. Especialmente a mí al escribir, ya sean pequeñas frases, recordatorios, poemas sin terminar o títulos de historias nunca contadas, que aparentemente sólo existían en mi mente. Y ya sé que es un hábito que debería controlar ya que uso anteojos desde pequeño y creo que podría perjudicar más mi vista.

Usualmente mi mamá me llamaba a las 7:10 para despertarme, aunque a veces me levantaba desde una hora antes, simplemente porque me cuesta dormir por las noches, sufro de insomnio y al parecer nada ayuda.

Como todos los días, me baño lo más rápido que puedo para poder arreglarme y terminar todo e irme a la preparatoria, último año para ser exactos, y estoy más que acostumbrado. Pensando en un millón de cosas casi olvido mis gafas en mi cuarto, pero mamá se había adelantado:

—Casi olvidas esto, cariño- dice entregándome los lentes.

—Por Dios, gracias mamá- agradezco dándole un beso en la mejilla y despidiéndome para tomar el autobús.

—Cuídate mucho, ¿sí?

—Claro, te he dicho que no tienes que preocuparte por mí, mamá. Tú tranquila.

—De acuerdo, cielo.

—Adiós, vuelvo a las 2:30.

—Suerte— me dice y salgo de la puerta.

Usualmente Dylan pasa por mí, mi mejor amigo. Pero en estos momentos tiene problemas con sus papás, están al borde del divorcio y la verdad no quería incomodar, así que simplemente me iré en el bus.

Después de 15 minutos, y 3 canciones y media, por fin llego a mi instituto, me recibe el guardia que siempre se encuentra en la entrada desde que abre la escuela. Me saluda amablemente y lo saludo de vuelta. Listo para otro día, algo fácil de soportar.

El timbre de salida, el mejor sonido que conozco, indica el fin de mi jornada escolar, así que tomo mis cosas, las meto en mi mochila y me dirijo en busca de mis amigos. No soy la persona más popular de la escuela, no estoy hecho para socializar creo que he perdido las esperanzas en la gente desde hace años y me acostumbré a ello.

Después de deambular por los pasillos un rato, me topo con Dylan, Louisa y Cameron. Prácticamente las mejores personas que he conocido. Más que amigos, los considero familia.

COMO AZÚCAR PARA MI CAFÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora