VI (Amelia)

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VI

(Amelia)


Sentí a Joshua despertar en medio de la noche. Nos habíamos quedado dormidos sobre la cama tendida. No era la primera vez que sucedía, pero esta vez éramos tres las personas que íbamos a coger un resfriado por ese descuido. Quería moverme, pero el letargo era superior a mí. Joshua debió pensar eso también, porque se levantó y cogió del clóset una manta. Él sabía dónde las guardaba después de muchas noches de ver Netflix en el sofá.

Sospechaba que la preocupación por nuestra salud no era lo único que motivaba el insomnio de Joshua. Lo confirmé cuando lo sentí cubrirnos a Freddy y a mí con la manta y él no se metió debajo con nosotros. Aún con los ojos cerrados, sentí su mirada triste sobre los dos.

Después de un silencio que pareció una eternidad, escuché sus pasos marcharse de la habitación. El corazón casi dejo de latirme. Cuando escuché el ruido de la cafetera, sentí que volvía a palpitar de nuevo. Si hubiera sido el sonido de la puerta del departamento al cerrarse, eso me habría destruido.

Pensé otra vez con la sangre en la cabeza y me di cuenta de que había sido una perra con mi novio. Por mucho que hubiera sido su idea contactar con mi ex para obsequiarme un trío por mi cumpleaños, sin tener idea de nada había regresado a los brazos de Freddy, aunque fuera con rabia e intención de humillarlo de alguna forma.

Suspiré y miré a mi exnovio a mi lado, durmiendo con alivio en el rostro, en el que comenzaba a divisar surcos que no conocía de nuestra época juntos, años atrás. Probablemente Joshua debió pensar que todo estaba superado, pero con Freddy nunca nos dimos la conversación que nos debíamos. Viéndolo ahora, en retrospectiva, parecía como si lo que acabáramos de hacer le hubiera quitado un peso de encima a mi ex. Quizás, a diferencia de lo que yo misma creía, lo había perdonado desde hace tiempo.

En ese entonces yo era una adolescente con pocas ganas de probar cosas nuevas, a diferencia de él, que era mayor. Fred tenía ganas de probar cosas que mi yo de ese entonces jamás le hubiera permitido. Tampoco era como si lo hubiéramos hecho muchas veces durante nuestro tiempo juntos. Supongo que yo estaba más "contenta" de ser su novia por cosas más sociales que por cultivar intimidad sexual con él.

Debía ir a buscar a Joshua y hablar. Era lo mínimo que podía hacer. Mientras Freddy aún dormía, me puse la bata y las pantuflas para ir al encuentro con mi novio. Lo divisé sentado a la mesa con una taza de café entre las manos, mirando absorto la noche a través de la ventana que daba al balcón. Como ser silenciosa no era algo que se me diera, él se dio cuenta de inmediato que yo estaba ahí.

—¿Café? —me ofreció, cogiendo la jarra. Parecía una escena postcoito cualquiera, en teoría.

Negué sacudiendo la cabeza varias veces. Cosa rara para él porque me encantaba la cafeína. En esos momentos me aliviaba bastante que el olor humeante del café en grano nos rodeara.

— ¿Joshua? —pregunté con voz tímida.

— ¿Sí?

—Lo siento...

Él pareció un poco sorprendido. Me esperaba otra reacción, en realidad.

—No pasa nada... —dijo sin más, mirando de nuevo hacia el balcón. Quería desviar el tema. Lo supe porque era incapaz de verme a los ojos.

—No. Sí pasa.

Él volvió a mirarme. Me senté frente a él y arrastré la silla hacia adelante para acomodarme lo mejor que pude. Me estaba dando cuenta de que, aunque hubiera abierto la boca, no tenía idea de cómo expresarle lo que tenía que decir.

Un trío por mi cumpleaños©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora