•Escalofríos Menguantes•

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Su llegada exaltado al aula puso bastante nerviosa a Mamá, lo que a Bebé le molestó.

-¡¿Dónde te has metido, Arón?!-. Vociferó ella bastante eufórica.

-Ehm...Yo...-. La respuesta estaba en la punta de su lengua, pero si quería evitarse un castigo como ir por los huevos de la gallina tendría que ser más astuto-. Me he quedado atrapado en el baño, y mi claustrofobia no me ha permitido salir.

-¿Pediste ayuda? Yo no te escuché-. Habló Bebé esta vez, algo desconfiado por su amigo, quien tenía una actitud bastante sospechosa desde hacía dos días.

-Oh, sí, he pedido ayuda, y para mí suerte un niño ha estado cerca para sacarme de ese apuro-. Mamá y Bebé se miraron mutuamente, desconfiados de aquella mentira, no podía ser posible, nadie le hablaba a Arón, ni se daban presencia cuando él aparecía, le temían.

-Y...¿Cómo era ese niño?-. Inquirió ella, no le creía para nada, sin embargo, decidió preguntar, mientras que las gruesas gotas de sudor comenzaban a recorrer la cara del mentiroso a estar siendo poco a poco descubierto.

-Él...pues...era un niño-. Tragó grueso y se limpió la cara, mientras Bebé aguantaba las carcajadas y Mamá intentaba descubrir el místerio.- Tenía cabello, digo...Ehm, tenía el cabello muy oscuro y estaba bastante relleno, fuerte, su café con leche era como la piel.

-¿Ah? Querrás decir que su piel era como el café con leche-. Corrigió Mamá algo confundida mientras el otro ya soltaba la estruendosa carcajada.

-Bueno, Mamá, yo digo que te ves muy cansada, deberías tomarte el día y no darnos clases hoy-. Sonrió Bebé en dirección a la aludida, quien se puso de acuerdo mientras recogía sus cosas y se marchaba.

-Ten más cuidado con lo que dices- fue lo último que escuchó cuando salió del salón, un rato después de que Mamá y Bebé salieran de esa aula.

Salió corriendo lo más rápido que pudo hasta su habitación, ignorando las alcobas que siempre llamaban su atención, las paredes que siempre se encogían, y aquellos susurros que resonaban en aquel escalofriante pasillo.

Entró y cerró la puerta, movió la cortina destapando aquellos barrotes oxidados que impedían su escapatoria.

Sacó de su bolsillo el trozo de papel, colocándolo en la luz para mejor percepción del escrito, y antes que les pudiese revelar que aviso llevaba impregnado en tinta, se desmayó por la terrible impresión, dejando caer el papel al mismo tiempo que su cuerpo se desplomaba al suelo.

Nota de Autor:

Hola<3

Soy yo de nuevo, honestamente planeaba publicar este capítulo a las doce, porque las actualizaciones son los miércoles y sábados, peero, terminé temprano de escribir y pos lo traigo antes.

Y ahora viene la gran pregunta sobre el final:

¿Qué dice la nota?

Además de:

¿Quién le habló luego de que se quedara solo en el salón?

Esto es todo por hoy.

Gracias por leer. Cuídense la colA<3

Soledad Sombría. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora