Capítulo 5

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Usagi disimuló una risita al ver la expresión de Mamoru. Debería habérselo dicho antes, pero aquel hombre parecía despertar lo peor en ella. Especialmente, después de haber acusado a su abuela de matar a sus maridos.

Neherenia no era precisamente un ángel, pero tampoco era peligrosa. O, al menos, no tan peligrosa.

Hace siglos que no pasabas por aquí, cariño. A ver que te vea... no estás mal sonrió Neherenia, bajando el escote de la blusa. Pero así está mejor. ¿Y este joven?

—Es un amigo.

Ah, un amigo. ¿A que no parezco su abuela?

—Pues...

Neherenia miró a su nieta.

¿Siempre es así de lento o es que está obnubilado por una ración doble de bellezas Tsukino?

Usagi le dio un beso en la mejilla.

Llevas cuarenta años dejando a los hombres sin palabras, Neherenia. ¿Qué esperabas?

Es una pena que nunca te hayas querido meter en el negocio, chica. Tienes mucha labia.

¿Ah, sí? Pues invítanos a una cerveza.

Neherenia soltó una carcajada.

Sentaos en mi mesa especial. Enseguida voy para allá.

Mamoru la miraba, atónito. Normal. Enfrentarse a más de un Tsukino a la vez ejercía ese efecto en la gente. Especialmente si uno de ellos era Neherenia. Y Usagi sentía mucho cariño por su abuela, a pesar de que a menudo estaba al otro lado de la ley.

Neherenia la ayudó mucho cuando su madre acabó en la cárcel. Fue ella quien los cuidó y la animó a estudiar diseño. No era una abuela típica, pero la quería mucho.

¿De verdad es tu abuela? murmuró Mamoru.

—La madre de mi padre.

—Podrías haberme avisado.

Pero... pensé que tú lo sabías todo replicó Usagi, pestañeando inocentemente.

Antes de que él pudiera contestar, Neherenia apareció con las cervezas.

No podemos quedamos mucho tiempo le advirtió Usagi.

El tiempo suficiente para que Mamoru me diga cuáles son sus intenciones replicó su abuela.

Mis intenciones son absolutamente honestas.

Una pena replicó Neherenia. Un hombre con intenciones honestas no es nada divertido. ¿La has besado ya?

¡Neherenia! Es nuestra primera cita. Además, no hemos venido aquí a hablar de besos. Hemos venido buscando a Sammy.

—¿Qué ha hecho ahora?

Se ha metido en un buen lío y tengo que encontrarlo suspiró Usagi. ¿Ha estado aquí esta noche?

No, pero estuvo ayer. Con una chica.

—¿Una chica?

Una amazona, más bien. Sammy no sabía ni por dónde agarrarla.

—¿Quién era?

—Ni idea.

¿El primo Nephrite no le pidió identificación?

No, Nephrite estaba muy ocupado observando otras «estadísticas vitales». Era una rubia oxigenada de esas que llevan demasiado maquillaje y demasiado perfume. Espero que Sammy no se haya colado por ella contestó Neherenia, tomando un sorbo de cerveza.

DIFÍCIL DE ATRAPAR  (Café Romeo Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora