Capítulo 9: La Verdad

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-Jessica... tenemos que avanzar -le susurré tímidamente a Jessica. Últimamente no se le veía muy bien-. ¿Te sientes bien? 

-Sí, claro que estoy bien, Scamander -contestó fríamente, como siempre-. Vamos. 

Entonces siguió caminando, como si de nada se tratara. Desde que la habíamos dejado, Jessica actuaba extraño. Era distraída, fría e incluso la había visto llorar, lo que no era normal en ella. Eso me dolía también a mi, últimamente sentía... No lo sé, era como si Tina se hubiera alejado tanto que yo ya no quisiera encontrarla. Jessica había estado allí, yo fui el que la dejó a fin de cuentas.  

No podía quedarme allí sentado mientras veía sufrir a Jessica; tenía que hacer algo. Así que le alcancé el paso y le tomé dulcemente el brazo. Ella me miró, quería fingir asco, pero no podía. Yo era capaz de ver que en realidad le agradaba el tacto. 

-Jessica, háblame... -le murmuré, mientras la veía fijamente a los ojos

-No... No hay nada que discutir, Scamander -su voz estaba quebrada

-Jessica... -repetí- Por favor, Jessica, por los viejos tiempos. 

Jessica me miró y miró alrededor. Sacó disimuladamente la varita e hizo un movimiento con ella. En cuanto guardó su varita de nuevo, se echó a llorar.  Entonces entendí que había hecho un encantamiento de invisibilidad o algo por el estilo. Yo me acerqué a ella y la tomé de los hombros. 

-¿Qué ocurre? -pregunté- Jessica, ¿qué tienes?

Jessica suspiró profundamente y dejó de llorar, pero no estaba calmada al cien por ciento. 

-26 de octubre de 1914-habló de repente-. ¿Recuerdas esa noche?

-Pues claro, ¿cómo olvidarla? -fingí una sonrisa- La peor noche que viví en Hogwarts, y la última... 

-¿Alguna vez te dijeron de quién era la vida que 'pusiste en peligro'? -miré atentamente a Jessica. ¿Qué trataba de decir?

-No... ¿Por qué? -respondí, asustado por lo que la Ravenclaw pudiera decir

-Había olvidado devolver un libro a la biblioteca ese día -la mirada de la chica se había perdido y no le hablaba a nadie en especial-. Salí de mi Sala Común unos veinte minutos antes de que tuviéramos que estar dormidos. Estaba regresando cuando vi algo moverse entre la oscuridad -sonrió torpemente-. No sabía que era, pero reaccioné instintivamente y lancé un hechizo. No sé por qué, creo que mi varita estaba... defectuosa o algo así... Pero el hechizo me rebotó. 

Jessica se levantó un poco la blusa y me dejó ver una cicatriz enorme y horrenda, que parecía tener siglos de edad, pero se negaba a desaparecer. Yo sólo la miré, apenado. No tenía ni la más mínima idea. ¿Y todo esto por mi Jarvey?

-Salió tan potente que incluso me hizo sangrar -prosiguió la chica, con la voz cada vez más quebrada-. Como casi era la hora límite ya nadie estaba por allí, y menos mis compañeros de Ravenclaw. 

-Jessica, no tienes que seguir si no quieres... -le hablé, mientras que posaba una mano en su húmeda mejilla

La chica suspiró profundo, me sonrió y siguió hablando. 

-Pedí ayuda por mucho tiempo, pero nadie vino. No tengo idea de de cuánto tiepo estuve ahí, pero la sangre no dejaba de correr. La energía se me estaba acabando, pero allí fue cuando misalvación llegó. Zoe, una amiga del colegio, se dio cuenta de que no estaba regresando y vio sangre. Después me encontró a mi. Yo no tenía fuerza para abrir los ojos, así que sólo escuché. Llamó al profesor Flitwick y entonces me desmayé. 

Hubo un poco de silencio. Yo no me atrevía a hablar. 

-Desperté unos días después en la enfermería. No sabría explicarte bien qué es lo que pasó o cómo pasó. Lo único que sabía para ese entonces era que tú ya te habías ido de Hogwarts, que creo que fue -Jessica soltó una pequeña risita-... Lo que más me costó aceptar. Me trasladaron a San Mungo al día siguiente. 

Pero entonces la voz de Jessica se quebró de nuevo y la vi sollozar.  Sin pensarlo dos veces, me acerqué a ella y la abracé. Ella se echó a llorar de nuevo. 

-Tengo que ser muy cuidadosa, Newt... -susurró- Tengo que comer comida especial, no puedo nadar en aguas que no sean purificadas primero, no puedo.... No puedo tener bebés...

Entonces me separé de ella y levanté su barbilla, para obligarla a mirarme. ¿Por qué tenía que ser tan hermosa, incluso cuando lloraba? 

-Lo siento tanto, Jessica... -le hablé, lo más suavemente que pude. Pero no era nada fácil, estaba gritando por dentro: nuestra distancia era verdaderamente poca, podía ver las lágrimas colgar de sus pestañas- Todo es mi culpa -ella negó con la cabeza, pero yo no la dejé hablar-. Te prometo que voy a encontrar la manera de curarte, de que puedas... Tener bebés si eso es lo que quieres -ella soltó una risita tonta-. Te lo prometo. 

Pasaron unos segundos de silencio entonces. Pero entonces Jessica se puso de puntillas y cerró los ojos, terminando con lo que quedaba de nuestra poca distancia. Yo no me moví, no hablé, ni siquiera respiré. Sí que no lo había visto venir. 

Posé mis manos sobre sus mejillas,  acunando su rostro. 

Por más inesperado que fuera, creo que nunca me había sentido tan feliz. 

Animales Fantásticos: La saga con un Nuevo PersonajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora