Capítulo 2. "Click"

41 9 0
                                    

J.

No entendía muy a menudo muchas cosas de la vida. No entendía cómo los adultos miraban de forma diferente el alrededor que los adolescentes. Aquellos típicos adolescentes que se preocupan mucho por su aspecto, por el qué dirán cuando pasas por el pasillo o que se  intimidan por la mirada de los chicos y chicas a su lado.
Yo no era una típica adolescente, pero al mismo tiempo si.

Siempre fui invisible para mis compañeros de clase. Quizá era mí físico y mi personalidad tímida. Luego pensaba vagamente que era culpa de mis padres por haberme sobre protegido demasiado.
No tenía amigos por ello. Nunca había asistido a una fiesta de cumpleaños. Tampoco he comido una rebanada de pastel o de pizza. Un plato enorme de pasta o una hamburguesa. Según mis padres, mi condición no soportaría tantos carbohidratos y colesterol. Era vergonzoso comentarlo en voz alta.
Pase todos los años de secundaria y los primeros de preparatoria oculta en las sombras. Como una chica que pasaba desapercibida. Una chica común sin ningún atributo físico que destacara o llamara la atención. Hasta que cumplí diecisiete.

En el verano antes del ultimo año de preparatoria mi cuerpo cambió drásticamente. No me convertí en una chica robusta o curvilínea como mis compañeras. Mis brazos y piernas se estiraron a una delgadez muy notoria y me dejaron con una altura de casi un metro con setenta y tres centímetros. Un poco más del promedio. Considerablemente. Mi cabello creció mucho y por mi condición debía mantenerme en forma y hacer ejercicio, por lo que entré al equipo de animadoras. Solo que no salía en las presentaciones, era más como una extra en caso de que alguna de las chicas se lesionara.

Pronto comencé a atraer la mirada de chicos y chicas. Era incomodo. Pasaba por el pasillo y sentía sus ojos sobre mi. Escuchaba sus murmuros pero nunca entendía uno de ellos.
En el almuerzo unas chicas comenzaron a sentarse conmigo. Compañeras animadoras. Ellas hablaban. Yo solo comía lo que podía y traía desde casa solamente. No podía comer más.

-Oh por Dios.-exclamó Tez. Una linda chica castaña de ojos café y rasgados. Sub capitana del equipo.-Díganme que Jacob Sanders no está como para cogerselo con chocolate.-murmuró mientras el chico pasaba por a un lado de nuestra mesa.

Jacob era el típico atleta. Guapo, alto, muy atractivo y todas babeaban por él. Era capitán del equipo de futbol y novio de la capitana de las animadoras.

-Amanda te mataría si te escucha decir eso-.dijo Gaby. La chica rubia que siempre se miraba en el espejo y se ponía capas de lip gloss cada cinco minutos.

-Ella sabe que toda la escuela quiere coger con él. Chicas y algunos chicos-.contestó.-Jude.-me llamó. La miré en seguida.

-¿Sí?

-¿Te acostarías con Jacob?-.pregunto seria.

-No. En realidad no es mi tipo-.contesté.

-Es el tipo de todas.-arremató riéndose.

-No te creas mucho, Jude, pero he visto que a veces te mira desde lejos cuando no está con Amanda.-comentó Gaby.

-¿Qué?-.me reí.

-Es cierto. Míralo ahora-.pidió Tez. Al girar un poco mi cabeza pude ver al castaño sentado en su mesa habitual mirando a esta dirección. Cuando hicimos contacto visual él sonrió levemente. Aparte la mirada sonrosada. Las chicas se rieron.

La campana de regreso a clases sonó y salí a toda prisa de la cafetería.

****

Al terminar las clases hice mi recorrido a pie por la misma calle de siempre. Me detuve en la acera mirando al otro lado  el local de comida que solía ver cuando tenía ansiedad de probar una rebanada de pizza por primera vez.
Tranquilice el temblor de mis manos y el sudor que las recorrió. Crucé la calle y entré. A travesé la hilera de mesas hasta la barra de la caja registradora mientras buscaba con la mirada al chico del otro día.

-Hola-.me saludó una chica castaña de pie el otro lado. Me sonrió.

-Lo siento. Busco a un chico...-. Dije y me cayé al no saber su nombre. Ella se giró a la ventanilla de la cocina.

-Rami-.llamó. En seguida un chico moreno, de ojos grandes y azules salió por la puerta blanca de la cocina con un mandil azul marino puesto. Tenía harina en las mejillas y parte de la ropa.
Al mirarme me reconoció y se paró en seco.

-Yo... vine a pagar una pizza que pedí ayer y....-hablé. El chico se quitó el mandil con velocidad.

-No, no, descuida-.dijo saliendo de la barra y parándose frente a mi.-Yo hubiese querido que te la llevaras. Ya esta pagada. Puedo hacerte otra si gustas y comerla en casa tranquila-.dijo muy atento. Su amabilidad me hacía sentir nerviosa. Jamás había cruzado tantas palabras con un chico tan lindo como él.

-No es necesario. La pagaré, de verdad.-espeté. Saqué un billete de mi bolso y se lo extendí. El tomó mi mano doblando el papel sobre mi puño.
Aquella sensación de electricidad que hubo cuando nos tocamos por primera vez volvió a sentirse ahora. Fue como una corriente que duró una milésima de segundo y luego desapareció. Ayer estaba lloviendo y después de que me alcanzó en la calle, volví a correr dejándolo atrás.

-De verdad no tienes que hacerlo-.dijo unos segundos más tarde. ¿Será que también sintió ese choque, ese click?
Aparté la mano y dejé el billete sobre la barra.

-Es tu trabajo. Es correcto pagar así que ahí está.

-Me preocupaba más saber si estabas bien que si volvías  para pagar-.se encogió de hombros.-Lo siento si parezco entrometido. Te he visto muchas veces mirar por el ventanal pero no adentro.

-Gracias. No tienes que preocuparte por mi, no nos conocemos y acepto que soy un poco extraña. Eso de ver por las ventanas suele ser cosa de asesinos seriales-.soltó una risita. Aquella risita ocasionó un hormigueo en mi espina dorsal. ¿Qué demonios era eso?

-Soy Rami, por cierto.-dijo y estiró su mano. Miré sus dedos y su palma con el temor de que la sensación volviera a aparecer. Pero me dio curiosidad comprobar si solo había sido mi imaginación.

-Soy Jude.-acepté el apretón pero quite mi mano de inmediato. Entrelacé mis dedos en mi espalda ocultando mis nervios.

-Es un gusto conocerte oficialmente, Jude-.sonrió.-¿Quizás algún día te gustaría compartir una pizza conmigo?-.el corazón comenzó a latirme fuertemente. Mis manos se resbalaron por el sudor que volvió a aparecer.

-Eh. Bueno yo, no puedo. Soy... alérgica a la pizza y a toda la comida hecha fuera de casa. Pero gracias Rami. Ahora tengo que irme.-di un paso atrás. Luego giré y me marche casi corriendo.

Mierda. Seguramente hice el ridículo. Maldición.

Si pudiera volar 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora