Izuku estaba desesperado. No quería seguir yendo a la escuela. Pensó que jamás iba a ser feliz. Todos le habían dicho que era imposible que se cumpliese su sueño. Una persona sin quirk nunca iba a ser un héroe. Sentía que todos lo habían rechazado...
Inko observaba como su hijo lentamente volvía a cambiar. Ella ya no entendía nada. Izuko volvió a sonreír después de tanto tiempo. Eso lleno de tranquilidad a la mujer. Desde esa noche, todo en él volvió a cambiar.
-Mamá ¿qué ocurre?
Inko vio a su hijo. Izuku se había cortado el pelo, de nuevo volvía a tener ese cabello corto tan lindo de antes.
-Solo... Era para llamarte a cenar, cariño...eh...te veo... Diferente.
-¡Ah! Lo dices por mi cabello. Si, lo sé . Decidí cortarmelo. Su quiero entrenar, el cabello largo será un inconveniente.
-¿Entrenar?
-¡Si! ¡Si quiero ser un héroe, debo entrenar!
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Pasaron semanas desde la charla que tuvo con Ochako. Lentamente las ganas de volver a ser un héroe volvieron. Siempre quiso serlo. Justo como dijo Uraraka, él no debía solo creer que con un quirk iba a conseguir tanto. Sentía que todo se veía diferente como si todo su mundo en él que sólo veía colores oscuros cambiase. Veía todo con más colores, veía todo más bonito.
Ahora mismo se encontraba haciendo abdominales. Pensó en apuntarse en un gimnasio también. Debía ejercitar su cuerpo. Si quería ser un héroe, debía cambiar, debía ver todo diferente. Debía sacar de nuevo sus libretas, todo. Él quiere ser un héroe. Quiere demostrarle al mundo, que aunque no se tenga quirk, se pueden salvar personas.
