Volé a través del jardín y me lancé en los brazos de Henry, besándolo como si fuera la última oportunidad que tenía.
En verdad era él. Su piel estaba cálida, sus ojos de luz de luna se enfocaron en mí, y la manera en que me levantó en el aire y me besó, nadie, ni siquiera un Titán, podía hacer que mis entrañas se volvieran papilla de la manera en que él lo hacía. Puso su mano sobre mi espalda, la palma de su mano tan caliente que pude sentirlo a través de mi camisa.
—Te extrañé. —Mi voz se quebró, y presionó su frente contra la mía así que lo único que podía ver era a él.
—Estás bien. —Pasó sus dedos a través de mis cabellos de la misma manera que James lo había hecho en el vuelo, pero eso no era nada más que un recuerdo distante. Henry estaba aquí ahora, y una parte de mí volvió a encajar en su lugar.
Él se tropezó, e inmediatamente caí al suelo, buscando en su cara alguna señal de dolor. En lugar de hacer muecas de dolor, sonrió y tomó mi mano.
—Estoy bien. Solo necesito descanso.
No estaba segura de creerle, pero James se puso de pie e hizo un gesto hacia la puerta donde Rhea había desaparecido.
—Debemos darle las gracias y seguir nuestro camino —dijo, viendo a Henry—. Me parece que no estás en condiciones de regresar al Olimpo, así que tendremos que hacerlo a la vieja usanza. La puesta de sol es en pocas horas.
—Espera —dije, ayudando a Henry a avanzar—. Hay un lugar que quiero ver primero.
***************
Henry y yo nos sentamos contra la pared del aeropuerto de Zimbabwe, mis dedos entrelazados con los de él. No lo había soltado desde que había volado a sus brazos en el jardín de Rhea, y él no había intentado hacerlo.
Lo había besado a hurtadillas en el taxi todo el camino al aeropuerto,ignorando las muecas que James hacía en el asiento delantero. Ahora que estábamos en público, Henry parecía vacilante, pero nunca me rechazó. ¿Cómo pude creer alguna vez en la estratagema de Cronos? Nadie, especialmente el rey de los Titanes, podría reemplazar a Henry alguna vez.
—¿Quieres ver a Milo? —dije mientras esperaba que James regresara del mostrador de pasajes.
—Sí —dijo Henry sin dudarlo, aunque el cansancio en su rostro me hizo esperar. Rhea había quitado hasta el último rastro de Cronos de su cuerpo, pero él se seguía moviendo como si sintiera dolor. ¿Qué le haría el hecho de atravesar esas barreras de arenas movedizas? ¿Lo haría sentir peor?
—Una vez que descanses —dije, agarrando su mano—. Puedes dormir en el avión.
Su expresión osciló con decepción, pero no discutió. Si hubiera estado lo bastante bien para verlo, habría luchado como el infierno para convencerme y la satisfacción inquieta se fijó dentro de mí. Al menos había tomado una decisión correcta en este día.
—¿Qué pasó? —Habló en voz baja, pero incluso en el medio del ruido del aeropuerto, escuché cada palabra—. ¿Por qué vamos a Atenas?
Dudé. No había manera sencilla de decirlo y nada que pudiera hacer para hacerlo menos doloroso, así que lo dije sin tapujos. Le conté todo de lo que pasó desde que Calliope lo atacó. El asalto a Atenas, mis visiones, todo lo que Cronos había dicho y hecho, todo salvo la parte donde me había prometido a él.
No pude decirlo, y por la manera en que los músculos de la mandíbula de Henry se tensaron cuando describí cómo Cronos había sostenido a nuestro hijo, no quería empeorar las cosas peor de lo que ya estaban.
—Lo mataré —susurró Henry—. Si tengo que rasgar el mundo para hacerlo, lo haré.
—Y entonces no serás mejor que él —dije—. Descubriremos cómo conseguir a Milo sin que nadie más muera, lo prometo.
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THE GODDESS INHERITANCE #5
RomanceAmor o vida. Henry o su hijo. El fin de su familia o el fin del mundo. Kate debe elegir. Durante nueve meses de cautiverio, Kate Winters ha sobrevivido a una diosa celosa, un vengativo Titan y un embarazo que nunca pidió. Ahora la Reina de los Diose...