HADES.

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"La felicidad la llevamos muy escondida, tan adentro, que algunas veces no la encontramos".


Katerine Leal.

―Pasarás una temporada en la tierra

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―Pasarás una temporada en la tierra. Te hará bien el que convivas con los mortales.

Hades observó con rostro inescrutable a Zeus. Algunas veces el tipo lo cabreaba a muerte y quería arrancarle las pelotas; quiso reír ante la palabra «muerte», sobre todo en vista de quién era él. Observó con flojera a su hermano, no podía negar que gracias a este fue salvado del malvado loco de su padre, Cronos. Además, ambos, junto a su otro hermano, Poseidón, habían librado una gran batalla contra los dioses mayores, de la cual obtuvieron la gran victoria; y gracias a esta ahora eran los dioses del Olimpo, de los mares y de los muertos.

Hades se había convertido en el dios de los muertos, el invisible, vulgarmente llamado en la tierra el "purgatorio". Pasaron años, décadas, siglos, y Hades no se cansaba de cometer cientos de faltas, fallas y errores mientras reinaba, era un dios horrendo, espantoso y temido por todos, por lo que sus dos hermanos decidieron intervenir. Poseidón se levantó de una elegante silla, que más bien parecía un trono, y palmeó el hombro de Hades con media sonrisa. Esa vez se encontraban reunidos en el reino de Zeus, y Hades, pese a que no quería presentarse a la dichosa jodida reunión con sus hermanos porque ya sospechaba de qué iba, no obstante, sabía que debía ir o ellos le patearían el culo en el mismo inframundo.

―Dale un respiro a tu reino. Todos te temen, te llaman cruel, despiadado y severo, pero eres un dios justo, eso lo sabemos, te conocemos pese a esa mascara de creerte el mejor jodido dios, por eso Zeus y yo hacemos esto, porque sabemos quién eres realmente. La tierra no es tan mala después de todo, ya lo sabes. Últimamente has intentado soportar vivir en tu reino oscuro, la tierra será un paseo para ti. Será de bien que tomes unas lindas vacaciones en cualquiera de tus mansiones allá abajo. ―Poseidón miró a su hermano Zeus y se despidió con un asentimiento de cabeza.

―Nos vemos.

Sin agregar más, desapareció. Hades se quedó viendo a la nada durante unos segundos, habló sin mirar a Zeus.

―¿Conservaré mis jodidos poderes al menos?

―Sí. Decidimos que tampoco queremos lanzarte al vacío sin un paracaídas.

―No le veo el chiste. ¿Cuándo se supone debería partir?

―De inmediato.

―Bien. Sé cuándo debo tomarme un tiempo, calmarme, y acepto que las cosas no marchan como deberían. Por esa razón estoy aceptando sus consejos.

Dicho esto, la deidad se tele transportó a la tierra y decidió hacerlo en Siria. Hades, como el resto de los dioses, poseía innumerables propiedades esparcidas alrededor del mundo, aun así necesitaba ir a las zonas de conflicto, había estado al pendiente de la situación en ese país por alguna extraña razón, vigilando desde su reino, muy atento, ahí las cosas se encontraban muy jodidas. No es como si él pudiera hacer gran cosa o evitar que los humanos se siguieran asesinando entre ellos, pero podía detener al menos un porcentaje de masacres.

Antología Mitológica Seducción Inmortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora