OO3 | la bandera.

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—¡NORI, ESPERA! — Le gritaba su hermana persiguiendola, ella haciendo caso a su pedido, se detuvo riendo suavemente

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—¡NORI, ESPERA! — Le gritaba su hermana persiguiendola, ella haciendo caso a su pedido, se detuvo riendo suavemente.

—Que lentas — Se burló viendo como Alana, su hermana, se desplomaba agotada.

—No, no somos lentas, tu eres muy rápida— llegó con ellas Atina, a nado lento, y jadeando, Nori río una vez más y la tomó entre sus brazos, girando divertida, escuchando los quejidos de su amiga.

A diferencia de Alana y ella, Atina era un pez gordo pero de pequeño tamaño y con colores variando entre el azul y celeste.

— Recuerdo que cuando eras más niña, te ganaba siempre maldita — la fulminó con la mirada su hermana.

Desde que Nori tenia memoria, solían hacer carreras, y ella siempre quedaba última, a medida que el tiempo pasó, fué arrebasando la velocidad de sus hermanas y amigas.

Su cola de color plata y tonos violetas había conseguido una fuerza y movilidad increíble.

Esto ocurrió gracias a que la curiosa sirena solía meterse donde no debia, y tuviera que escapar con rapidez.

—¿No deberíamos volver a casa? Anocheció hace horas — le preguntó la sirena de cabellos rubios. A lo que la pecesita asintió, al mismo tiempo, ella negaba.

—No, llegaremos rápido, no te preocupes, además, no hemos salido de nuestra zona —se encogió de hombros y siguió aleteando, sus acompañantes suspiraron e intentaron seguirle el paso, hundiéndose un poco más en las profundidades.

Las tres se adentraron en la luminosa cueva que compartían como si fuese su santuario secreto, repleto de corales en las rocas y algas de gran longitud creciendo del suelo.

Y claro, no podían faltar las extrañas cosas que Nori encontraba, como el gran espejo que había a un lado.

—¿Para que te arreglas tanto? — le preguntó Atina nadando a su alrededor, viendo como su amiga acomodaba su cabello y enredaba una flor en ella.

— Dejala, quiere impresionar — rodó los ojos divertida su hermana, viendola. Ella las ignoró olímpicamente.

En parte era cierto, solo que intentaba impresionarse a ella misma, Nori poseía una belleza que hacia que muchos pusieran su atención en ella, lo sabía, pero poco le interesaba aquello.

Sin darle importancia alguna a quienes se embelezaban al ver sus ojos o singular aleta, pues sabía que admiraban solo su exterior y para eso, se tenía a ella misma.

—Tu quieres impresionar a Jace— contra atacó a la rubia, quien enrojeció fuertemente.

—Ya callate, vamos, llegaremos tarde a casa — la apresuró, recibiendo apoyo de Atina.

Suspiró sin ganas de volver a su casa, pero ya no tenía más excusas para estar paseando, por lo que salieron de la cueva sin más impedimentos.

Sin embargo, las tres palidecieron al querer nadar hacia arriba. Una gran mancha, que a su punto de vista se veía negra, cruzaba el mar por encima de ellas.

— Deberíamos irnos — habló tartamudeando Atina, escondiéndose entre el cabello de Nori.

Ambas sirenas se miraron de soslayo y nadaron con lentitud a la superficie, sacando un chillido de miedo y pánico a la pez.

Asomaron cuidadosamente sus cabezas por encima del agua, temerosas de ser cazadas por los invasores.

Hacia ya muchos años que el último barco, se había marchado de allí, volando.

— Van a la isla — Susurró Nori, a lo que su hermana asintió.

— Les costará llegar — Nori miró el cielo completamente gris por las nubes y sintiendo como el agua comenzaba a moverse con más brusquedad.

Venía una tormenta.

—Avisaré a padre, no te acerque demasiado y que no te vean — Señaló antes de sumergirse y alejarse de ahí a toda velocidad.

—Nori ¿No deberíamos irnos también? — preguntó aún sin salir de su escondite Atina.

—La bandera — susurró para ella misma, causando confusión en la pez, que asomó su curiosa mirada por el pálido hombro de la sirena para poder ver lo que ella.

Atina se dejó caer hacia el agua como si estuviese muerta al reconocer la bandera, y esque aquel logo no era uno cualquiera, sino uno que en el pasado causaba miedo por donde se viera.

No era cualquier barco el que navegaba por sus mareas, era el Jolly Roger, el conocido barco del Capitán Garfio, asesino de sirenas.

— En serio Nori, debemos irnos — suplicó la de color verde, temblando de miedo, recordando cada historia que habían contado sobre ese viejo barco, una peor que la otra.

— Han pasado muchos años Atina ¿Por qué volver hasta ahora? — aquella pregunta fué suficiente para que sus curiosos impulsos la llevaran hacia el barco con su amiga siguiendola temerosa.

A una distancia poco prudente, comenzó a oír música que provenía de la cubierta, junto a risas divertidas que parecían estar pasandola bien.

Nori se mantuvo debajo del agua al notar la presencia de una persona en el barandal, mirando atentamente en dirección de las risas, pareciendo que este pronto de uniría, decidió acercarse más a la superficie.

— Nori — gritó en un susurro su amiga, ambas contuvieron el aire en cuanto aquella persona giró de repente como si las hubiese oído — No te muevas.

No hacia falta que se lo pidiera, esta se había sumido en un trance en cuanto inspeccionó al chico metros más arriba.

Sin darse cuenta, sus pupilas se habían dilatado, como si hubiese visto por primera vez algo que realmente le había gustado, sus corales labios se entre abrieron y su corazón parecía haberse detenido, por un momento, todo se había silenciado, y no salió de su mundo hasta que el pirata pareció poder verla.

—¡Nori vamos! — la apresuró en cuanto vió que él muchacho se había despistado, la sirena aleteó con velocidad hacia lo profundo, alejándose de donde podrían verla por la claridad del agua. — ¡Nori!

 — ¡Nori!

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❝ Ocean Eyes ❞ | Harry HookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora