OO6 | la extraña atracción

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AL REDEDOR DE UNA FOGATA improvisada, aquellos chicos llenos de preocupación dormían incómodos en la arena de la playa, usando hojas y troncos como almohadas, a excepción del pirata, quien no podía pegar un solo ojo

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AL REDEDOR DE UNA FOGATA improvisada, aquellos chicos llenos de preocupación dormían incómodos en la arena de la playa, usando hojas y troncos como almohadas, a excepción del pirata, quien no podía pegar un solo ojo.

Estaba deprimido, había perdido su barco, su garfio, y sus amigos no creían en sus palabras cuando decía que había visto aquella criatura de belleza superior, es decir, sabía que estaba loco pero no alucinaba.

Soltó un suspiro haciendo su cabeza hacia atrás, observando el cielo estrellado, igual que la noche anterior, frunció el ceño al no encontrar aquella estrella que tanto le había fascinado, y fué cuando la escuchó otra vez.

Dejando suavemente a Audrey, quien dormía en sus piernas, sobre la arena, se acercó a la orilla, habían sido solo unos segundos pero estaba seguro que la había oído una vez más, muy a lo lejos.

— Sueles cantar de noche eh — susurró para el mismo, su vista no se despegaba del océano, se sentía inquieto, con ansias de volver a apreciar esos ojos celestes verdosos, tener su cuerpo cerca del suyo, la anhelaba, quería estar a su lado, y por más raro que sonara viniendo de él, deseaba protegerla.

Metros bajo el agua la sirena no se sentía diferente, cansada de dar vueltas en su cama, se acercó al hueco que tenía de ventana, verificando que no hayan guardias del rey merodeando, salió de su torre, y se escondió entre las algas, estatuas, columnas y corales, pasó el arco que daba la bienvenida al reino y se alejó de allí, lamentandose mentalmente por sus hermanas.

Ya a unos cuantos metros alejada, su nado comenzó a ascender, dando a entender que estaba cerca de la superficie, subió hasta que su rostro estuvo fuera del agua, intentando visualizar la isla, la cual ya estaba frente a ella, al estar tan cerca hizo que se arrepintiera de haber escapado de casa.

Suspirando con algo de miedo, rodeó la isla, en dirección a la cueva en la Bahía de Sirenas, llegando a la última, pasó un arco por debajo de agua rebelde que caía desde la superficie, dejando atrás la cascada que ocultaba la cueva, tomó impulso para poder saltar quedar sentada en la gran roca de ahí.

Le encantaba ese lugar, por entre los hilos de agua de la cascada se adentraba la luz de la gran luna, al igual pasaba con pequeños orificios y que había al rededor.

¿En qué estaba pensando? ¿Y si se equivocaba y en verdad eran piratas? Si la encontraban, podrían matarla.

Pero también quería confiar en su instinto, había algo en aquel muchacho de ojos celestes que la dejaba ansiosa de volver a verlo, de que este tocase su rostro y le dijera lo hermosa que es, de tenerlo a su lado y le contara todas sus aventuras, sueños y experiencias.

Frustrada por sentir todo aquello por un pirata, comenzó a cantar despacio, su voz rebotaba en las paredes, provocando un leve eco, que se oyó en la playa, llegando a oídos del ojiceleste, quien no hizo el más mínimo esfuerzo en retener su cuerpo cuando este inconscientemente, avanzó hacia la melodíosa voz que aceleró su respiración.

Sin siquiera mirar a sus acompañantes, se dejó llevar, oyendo cada vez más cerca la canción, apresuró el paso, ansioso por ver a la portadora de aquella melodía. Cruzando silenciosamente por detrás de una cascada, al fin la pudo contemplar.

Ahí, sentada a la luz de la Luna, cantaba con sus ojos cerrados, su piel se veía aún más blanca y suave a la luz, sus escamas más brillantes al tener variedad de luciérnagas danzando a su alrededor, disfrutando el mágico ambiente que se creaba en aquella cueva.

Esta misma paró de cantar abruptamente cuando escuchó una pisada en el agua, como un chapoteo, al ver una figura frente a ella, entró en pánico y rápidamente entró al agua, lista para escapar.

—¡No, espera por favor! — ella lo miró alarmada, a poco de irse, la luz dió contra el rostro de aquella persona, haciendo reconocibles los brillantes ojos celestes, que se conectaron con los de ella, produciendo una corriente eléctrica en ambas anatomías — Soy yo ¿recuerdas? Me salvaste hace unas horas— habló con suavidad, intentando no espantarla, ella lo miró atentamente desde su lugar, el se acercaba a paso lento, con sus manos alzadas, mostrando que no iba a lastimarla — Solo... Tranquila, no te vayas por favor.

» mira, me sentaré aquí, no haré nada más — se acomodó en una pequeña roca que sobresalía del agua baja conectando con la zona profunda, la contraria no hablaba, solo analizaba — Mi nombre es Harry ¿Cuál es el tuyo? — esperó una respuesta que jamás llegó — claro, no debes hablar mi idioma — suspiró, se limitó a mirar sus ojos, los cuales ya no parecían tan asustados, sin consentimiento suyo, su mano se extendió hacia ella, Nori se acercó lentamente a él, intercalando su mirada entre los ojos contrarios y la mano extendida, la cuál tomó con suavidad al principio para después aferrarse a ella al sentir la calidez de la misma.

Harry jaló de ella muy cuidadosamente, como si fuera a romperse, acercandola a él, a lo cual ella no se opuso, ambos sumidos en la mirada del otro, se sentían hechizados, que alguna fuerza los unía con la cual no querían luchar, parecían atraídos por un imán. Su mano apartó ciertos mechones mojados de su frente, acariciando con delicadeza su largo cabello, recorriendo su hombro y su brazo.

—Nori — habló de forma baja la sirena frente a él, casi como un susurro, tocó con la punta de sus dedos la mejilla de Harry, mojandola un poco en el proceso — Mi nombre es Nori.

Atrapó la mano con la que ella acariciaba su mejilla, llevándola a sus labios, depositando un largo beso en sus dedos, sacando una pequeña sonrisa a la contraria, contagiando su particular sonrisa al pirata.

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❝ Ocean Eyes ❞ | Harry HookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora