Cap. 11

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No podía ser consciente de todo lo que sucedía tan abruptamente, como podía estar pasando en este momento, estar sentado viendo a Kuroko jugar no estaba ayudándome, podía notar como el felino se daba cuenta de mi estado de ánimo pero creo que también sabía que si se acercaba iba a romperme mientras lo tenía entre mis brazos, de alguna manera las noticias que llegaban a mi no iban a un buen rumbo, mis pies se arrastraban fuera de casa, simplemente quería irme, incluso si debía ir con ella, incluso si en ese momento me necesitara, ahora no podía mantenerme sonriente para ella en absoluto, no quería que me viera llorar. La voz de mi padre al otro lado de la llamada, dando malas noticias y poniendo mi corazón contra una espada afilada que se encajaba con fuerza, momentos antes sufría por problemas sin sentido como lo era Kenta y ahora que lo pienso, a quién le importa ese idiota?, a quien le importa toda esta mierda, no me importa si va y sale con mil chicas, no importa si me deja atrás, debe ser como los demás y solo yo estoy siendo conscientemente inconsciente de ello, debe estar buscando una forma de ponerme de lado, después de todo aburrirse de mi es lo más usual pero a quién le importa quienes se aburran de mí, a nadie le importa, a mi me importa una mierda, que vaya y venga, siempre es lo mismo y no tengo tiempo de preocuparme por idioteces. Ha pasando tantas veces, desde que mi madre cumplio cuarenta empezó con una leve pérdida de memoria, ella se olvida de las cosas y no podía hacer nada, ella despertaba un día y olvidaba todo, o al menos a mi, simplemente ver como me veía y le preguntaba a mi padre quien era cuando entraba a la habitación del hospital donde se encontraban, preguntando con su linda voz "por qué no deja de verme", mi padre siempre era suave y le contaba que yo era su hijo con suavidad, ya han sido cinco veces y siempre que veo su mirada vacía cuando me ve me rompe y me rompe más cuando veo cómo se iluminan sus ojos al ver a mi padre como si estuvieran en su primera cita, enamorándose de él una y otra vez pero olvidándose de mí una y otra vez.

Ella se encontraba en el hospital ahora, haciendo unos tratamientos, han estado diciéndonos a mi padre y a mi sobre dejarla en un hospital pero es imposible, ambos sabemos que mi madre estaría deprimida de alejarse del amor de su vida, después de todo ella se olvida de mí así que si se olvida de mí no me extrañara, la última vez no me reconoció por casi cuatro meses, cuatro meses que ella lloraba, me abrazaba y me pedía perdón, se aferraba con sus pequeñas manitas regordetas a mi espalda mientras humedecía mi ropa, su voz se rompía y yo no podía hacer nada más que abrazarla mientras besaba su coronilla, recordando que cuando era pequeño ella siempre lo hacía, siempre ha significado un hasta luego pero a veces me aterra que sea un adiós y no vuelva a recordarme jamás, apenas unos días atrás salia para abrazarme con sus ojos brillosos por verme, llenos de amor, algo en el día me daba mala espina desde que empezó pero mientras me dirigía a la nada con la moto me detuve, gire y fuí hacia el hospital, ella es mi madre y la amo, incluso si lloro una y otra vez, incluso si se olvida de mí una y otra vez, incluso si vuelvo a nacer una y otra vez le diré que la amo... una y otra vez, hasta que nunca lo olvide.

Mis manos temblaban mientras daba mi nombre a la enfermera, me guiaron donde mi madre, agradecí y antes de abrir la puerta y encontrarme con la misma mirada confundida de mi madre que he visto varias veces que se ha grabado en mi memoria como el recuerdo más doloroso, tomé valor y con una pequeña sonrisa asome mi cabeza, escuchaba las palabras amorosas entre mis padres, como mi madre le contaba una anécdota de cuando era joven hasta que giró su cabeza y su seriedad entró en contexto, mi padre me miró con tristeza dándome a entender que no me recordaba de nuevo, cuando conectamos miradas mi madre y yo pude sentirlo, sin necesidad de ninguna palabras, lo sabía, yo no estaba entre sus recuerdos, mi corazón se rompió y se produjo un fuerte nudo en mi garganta, apreté mi puño para no ponerme a llorar, sus ojos eran fríos y me observaba expectante.

-Oh, joven creo que lo han traído a una habitación equivocada, quiere que llame a la enfermera ?- dijo señalando uno de los botones que tenia a la mano, negué y mi padre tomó las manos de mi madre asintiendo para que se tranquilizara.

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