Al borde de la Desesperación

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La impotencia se apoderaba de ella, estaba de rodillas, con el filo de una espada en su cuello, mirando al demonio disfrazado de hombre hablarle con burla a su amado.


Él apretaba con fuerza su mano aferrándose a aquella espada rota; y a ella misma le dolía, entendía cuánto había tenido que sufrir su amado por aquella pérdida, una que ella conocía en carne propia.


Pero él... él se culpaba por eso, y ella necesitaba decirle que todo estaría bien, que ella misma cargaría con él ese dolor, pero todo enmudecía en su propia debilidad, no podía ayudar en nada, nunca tuvo fuerza real contra ese demonio que ahora esparcía su negro fantasma sobre todos los soldados.


Apretó con fuerza sus dientes y un ligero movimiento de su rostro rasguñado y sucio, trajo la espada del caballero carmesí custodiándola, aún más cerca — Kirito senpai... trató tantas veces de ponerse de pie... — volvió a repetir tan bajo aquel sonido su antigua aprendiz.


Kirito kun... aun estando de esa manera, buscas proteger este mundo, ¿no es así?... — en un segundo había pasado por su mente aquello, sin importar las heridas que lo siguiesen atormentando, él no se iba a rendir.


Y entonces... lo vio caer al suelo, el destino volvía a burlarse de su corazón; mientras que su amado, se encontraba extendiendo su mano para alcanzar la bella espada rota, con sus ojos taciturnos e idos de este mundo, su silueta parecía vacía, como si estuviese dormido, todo para él había quedado ajeno a su ser.


Y volvió a doler, profundamente en su pecho, desgarradoramente en su alma dañada, cuántas veces más debía luchar contra su propia debilidad, apretó sus puños contra el suelo de tierra roja.


Su valentía se sentía empantanada en un profundo abismo de lágrimas.


No se es valiente por no mostrar debilidad, así que por ahora, solo ahora, déjame llorar.


Con sus dientes apretados miró en su costado correr una sombra, otro joven se levantaba a proteger lo que ella sentía que ya no podía... y aunque él se levantó y luchó, su destino solamente fue la muerte.


Dejó escapar un último aliento desesperado, casi ahogado en su garganta, giró sus ojos al campo sangriento que se había vuelto aquel sitio, donde la guerra desatada solo era muerte y desolación, soldados de rodillas y heridos con sus cabezas bajas, decepcionados de ellos mismos, sin esperanza alguna en ese cielo rojo que los acogía de la peor de las maneras.


Llanto, tristeza, profunda soledad navegando sus ojos como miel...


Te daré mi vida, mi corazón y lo que necesites... — ese fue el deseo que se clavó profundo en su pecho — Por favor... Kirito kun — su corazón gritó en su interior el nombre de su amante.


Y aquello era cierto, le entregaba su vida, su corazón, todo lo que había sido, lo que era y lo que podría llegar a ser, solamente por él... para él...


Tanto sacrificio y dolor, necesitaba una despiadada piedad, que le permitiera ponerse de pie, porque aunque la culpa de tantas vidas cayera en sus hombros, porque aunque sentía que su propia fragilidad tenía al amor de su vida en el suelo, solo le bastaba ponerse de pie y luchar, porque si podía ver el brillo de sus ojos vivos una vez más...


Solamente una vez más...


Justificaría cada alma que destruyó, cada dolor que causó, cada lágrima que derramó... porque esa vez que lo viera, sería eterna...


— ¡Despierta! —


...


—y entonces... ¿fue... un sueño? — había oído el grito, como un susurro distante, pero se hallaba solo, mirando a través de la ventana del edificio.


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Nota: Wow, bien, aquí con el alma en un hilo! Es que son demasiadas emociones juntas, se aproxima el despertar, y tengo demasiado aquí arremolinado!

y Ufffffff, una semana dedicada a nuestro querido espadachín negro!! así que como mi gemela, trataré de traer algo cada día y esto es lo primero.

Espero les guste y nos leemos pronto!

Gracias por pasar :)

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