Nuevo Mundo

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No podía permitirme mirar atrás, porque tan solo una vista ligera a él, me haría dudar, me condenaría a correr a auxiliarlo, y todo por lo que él luchaba, no habría tenido sentido.

Dejavu, así sentí aquel momento, tal vez podría salvarlo, apreté mis dientes y mi pecho dolió, lágrimas corrieron por mis mejillas al desbordarse el sentimiento desde mi interior, nuevamente, confiaba en él.

Debía hacerlo, dentro de mí sabía que no podía ser de otro modo, y dentro de mí corazón hacia un secreto juramento de volverme aún más fuerte para protegerlo siempre.

Y tiré la mano de la caballero que corría justo tras de mí, mientras al mismo tiempo me percataba de que la gota salada que había escapado de mis ojos, caía de mi mejilla para elevarse hacia el firmamento oscuro como un cometa viajando hasta él —Kirito kun— en mi mente mencioné su nombre.

En el horizonte que se había oscurecido, los últimos peldaños que nos separaban del World End Altar. Un último soplido del viento acarició mi rostro.

Era una despedida, todo lo que amaba se iría de mi lado, o más bien, yo lo abandonaría, sonreí con melancolía, mientras escondía mis ojos tras mi cabello y miraba hacia la piedra bajo mis pies.

Un bello verde opacado por oscuridad nos esperaba como paisaje, y al final aquella edificación hermosa irguiéndose solitaria frente a nosotras, el aroma fresco del rocío y el silencio amargo de un adiós.

Y no voltee, no miré atrás, el tiempo corría, mientras abría la comunicación al mundo real, cumpliría con el deseo de Kirito —Debe cuidar de Alice, Rinko San, es una buena chica, justa y muy noble — realmente era una despedida…

Lo siento — no podía imaginar un mundo sin él, no importaba el tiempo que debiese estar ahí, ni siquiera que no volviera a ver a nadie, pero nuevamente una mueca tiraba de mis labios que trataban de sonreír soportando el llanto que inundaba mi garganta, en busca del escape en mis ojos, mi mentón arrugado y voz húmeda y nostálgica — Díganle a todos, cuánto lo siento…

Nunca había tenido dudas cuando se trataba de él.

Iré contigo hasta el fin del mundo.

—Eh, ¿no es algo exagerado?

Aquella vez solo me había reído, pero ni en aquel entonces ni en ese momento, lo dudaba, renunciaría a todo por él.

Y la comunicación se rompió, el altar había dejado de funcionar, entonces, sólo entonces me permití mirar hacia atrás, un rayo de luz había subido en espiral hacia el cielo, mientras el firmamento que desde mi llegada sólo había sido de un rojo doloroso, se habría paso en todas direcciones ahora como un bello día coloreado de azul.

Bajo ese cielo que parecía atardecer yo hace pocos minutos lo había proclamado un Dios, y con el puro celeste con que lo había pintado todo, mi amado espadachín se lo había confirmado al mundo.

Cerré mis ojos repasando aquella pelea en mi mente, es que no la había podido ver, pero en mi corazón sabía exactamente lo que había pasado, el alma de mi Kirito era libre de odio, llena de amor y protección hacia todo el que lo necesitaba, siempre fue así, aunque él lo haya descubierto apenas en ese instante, al recibir las esperanzas de todos en Underworld, sin distinguir el lado de la frontera en que haya nacido esa alma, mi amado la acogió, traduciendo esos anhelos y fe, en un solo corazón lleno de energía sagrada, porque provenía de un mundo que amaba la vida.

En mi pecho burbujeo una vez más el orgullo, mis ojos se humedecieron, pero no lloraría, porque lo que había decidido, había sido amándolo, profunda y desesperadamente.

Sentí el ligero temblor mientras caía la escalera de piedra, y segundos después, su voz hablando a la nada, me quedé sin reacción, sintiendo el peso de sus palabras como un ligero golpe, caminé en su dirección esperando encontrar sus ojos dolidos, pero encontré su cuerpo de rodillas llorando como un niño.

Quise correr y envolverlo, pero solo fui capaz de detenerme frente a él, con el llanto aguardando tras mi garganta, mientras sus ojos se elevaban en la búsqueda de la persona que quedaba, de mí… —Kirito kun — sonreí débilmente, y su voz áspera y entrecortada respondió con mi nombre.

—¿Asuna? — sus bellos ojos vidriados me decían todo, se había permitido llorar, sentirse por un momento amargado por lo que perdía, pero también, un pequeño atisbo de esperanza latía tras sus pupilas temblando.

Él era a quien yo más amaba en el mundo entero, en cualquier mundo, mi alma lo seguiría hasta donde incluso no alcanzara mi vista, mi voluntad se había anclado a sentir su fuerza despertar la fe de todo el que lo rodeaba, y podía ver, sin que me lo dijese, que esa pena que lo estaba ahogando mientras lloraba, era borrada poco a poco con mi presencia.

Y solo eso me bastaba, solo eso necesitaba para saber que hice lo único que en mi corazón pensaba al quedarme — siempre que te dejo lloras como un niño, Kirito kun — sonrió sincero, mientras una mariposa pasaba a mi lado, aleteando con elegancia hacia la libertad en el cielo purificado por mi amado Kirito kun, la seguí con mis ojos hasta perderse tras la silueta fuerte de él, quien se ponía de pie y daba pasos lentos hacia mí.

Me quedé parada frente a él, buscando en sus ojos alejar todo el dolor de lo que perdíamos, y solamente bastó con un segundo para que desarmase mi mirada y afianzara la decisión de quedarme el tiempo que sea a su lado.

Elevé mi mano y él me tomó, un dulce abrazo de sus manos cálidas, mientras las mías lo apretaban, sentía que podía ensamblar sus partes rotas en ese abrazo, al mismo tiempo que él escribía sobre mi piel líneas que me hablaban, entre roces, de cuánto aliviaba en su pecho tenerme ahí, de que él habría hecho lo mismo.

—Entonces, ¿cuánto tiempo nos quedaremos? — sentí un pequeño segundo de dudas, para que luego ampliara su sonrisa de dientes blancos.

—Creo que, no menos de 200 años —

—Humm, sigue siendo poco tiempo para amarte — asintió acariciando mi mejilla con gentileza.

—Es poco tiempo si es a tú lado, Asuna, vamos, un nuevo mundo está naciendo — sus labios se acercaron despacio a mi boca, en un recorrido en silencio como promesa de una vida para entregarse, acoplándose pronto, apasionadamente pero de igual modo, tranquilo, calmando nuestras almas ansiosas de aferrarse la una a la otra, minutos respirando el mismo aire.

La fuerza que había en la caricia, hizo sentir mis piernas temblar, y en un suspiro quedamos unidos en nuestras frentes, podía escuchar mi cuerpo acelerar, pero no era mas que el frenético ritmo con el que mi corazón golpeaba mi pecho, gritando dentro de mí, quedarme siempre con él; y como si me escuchara, rodeo con su mano mi espalda y la restante mis piernas para elevarme, expandir sus alas negras y transparentes, rumbo hacia un nuevo mundo, yo abrazaba su pecho y su cuello, hundiendo mi nariz en su aroma.

Siempre lo acompañaría, siempre estaría amándolo, en ese momento, en 200 años más, y todo el tiempo que hiciera falta.

—Te amo, yo te amo, Kirito kun — no llegué a verbalizarlo, el sentimiento se asentó profundamente, y en una última mirada hacia el horizonte, miré por la comisura de mis ojos avellana su boca modular; no sabía sí lo había imaginado, o si realmente lo dijo, quizá solamente era mi mente volviendo los recuerdos de un mundo lejano, uno que luego de los años, parecería otra vida; giró su rostro sonriendo de medio lado, y lo entendí, mis sentimientos lo habían alcanzado, así como los suyos lo habían hecho conmigo.

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Nota: Qué puedo decir?, además de estar feliz! Más allá de sí faltó el beso o no, siento que da a entender perfecta esa conexión que tienen y Asu abandonó todo por él, esa última escena me mató!

Kirito, siento que aquí verdaderamente nació el rey estelar! Como el nacimiento de una leyenda!

Bien, sin más, gracias por pasar y nos leemos pronto 💖


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