Una señora entrada en años se asomó a la puerta interrumpiendo nuestra charla, iba vestida de traje, con falda y chaqueta, traía el cabello bien arreglado, casi impoluto, y unas perlas clásicas adornaban su cuello, su presencia me hizo sentir fuera de lugar, desprolija, en un intento de mantener la compostura me removí en la silla planchando sutilmente mi falda con las manos.
—Buenas noches queridos —anunció formal, algo en su tono me hizo recordar a los modos de Silas.
—Buenas noches abuela, Sienna ella es mi abuela, Meredith —Nos presentó cordialmente y me puse de pie.
—Un gusto —Me incliné para saludarla y besé su mejilla.
—El gusto es mío, qué bella señorita —Me halagó—. Lamento interrumpir su sesión de estudios, pero se acerca la hora de la cena, ya está casi lista, ¿comes carne? —preguntó dirigiendo la mirada hacia mi.
—Sí —respondí para luego añadir con cierta torpeza, esforzándome por no lucir desagradecida—, no es necesario señora Meredith, me esperan en casa.
—Claro que es necesario, debes quedarte, yo misma hablaré con tus padres, Silas por favor habla con tu invitada, será un honor recibirla —dijo para luego cerrar la puerta, sin dejarme decir palabra alguna. La terquedad evidentemente era de familia.
Silas me observó con cierta pena y se ofreció a hablar con mi madre, yo rechacé su oferta y la llamé por mis propios medios, para mi sorpresa estuvo encantada de darme su aprobación, se empecinaba en que abriera mi circulo social, y Silas era el candidato perfecto para cualquier padre o adulto, su ropa y su lenguaje reflejaban responsabilidad, augurio de una adultez prominente.
Recorrimos los pasillos de la casa, tenía tres plantas, alfombras en el suelo y cuadros en todas las paredes, era casi tétrico, pero despertaba mucha curiosidad.
Silas me contó por encima ciertas anécdotas de su infancia allí.
Con el pasar del tiempo se relajaba y lo podía percibir como un joven más sencillo, carente de prejuicios o maldad, tenía un humor inteligente y a la vez absurdo. Compartimos referencias musicales, hablamos de libros y algunas películas, criticamos juntos el espíritu adolescente y dialogamos sobre la cultura clásica, halagándola.
Al llegar al final del pasillo sentí que lo conocía de toda la vida, que habíamos recorrido más que un camino literal juntos de la habitación a la sala de estar, sino que en ese corto tramo se había formado un vínculo repentino pero duradero.
Pregunté por sus padres en un intento equivocado de pregunta casual, al mencionarlos su espalda se irguió y su lenguaje se tornó formal, abriendo otra vez una barrera de distancia entre nosotros.
—No vivo con ellos, no podían hacerse cargo de mí —habló cortamente sin dar mucha explicación, mirando hacia un punto fijo en la pared.
—Lamento el infortunio —dije con evidente pesar, no acostumbraba hablar de más, me sentía muy arrepentida de haber hecho esa pregunta inoportuna.
—No te preocupes Sienna, me siento a gusto con mis abuelos, son personas realmente admirables. Ya quiero que conozcas a mi abuelo.
Nos adentramos en una sala amplia, a la cabecera descansaba un hombre robusto, que fumaba un habano mientras leía el periódico. En cuanto nos acercamos lo bajó lentamente y nos observó unos segundos.
—Hola muchachos, ¿Cómo están?
—Muy bien abuelo, ella es Sienna —Me presentó y me limité a sonreír sin mostrar los dientes, sintiéndome nerviosa.
—Bella Italia, región toscana —acotó con carisma, me limité a asentir y sonreír—. Tomen asiento chicos, y cuéntenme sobre su investigación.
—Sienna, mi abuelo fue perito en muchas investigaciones y fue a varias misiones de encubierto —explicó Silas entrando en tema, la pregunta de su abuelo me causó sorpresa ya que no esperaba que supiera del tema y mucho menos que se lo tomara con tanta tranquilidad, no es un hecho común que dos adolescentes como nosotros se involucren en la trayectoria de varios asesinatos a sangre fría.
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Sienna: La sangre viva detrás de una asesina
Mystery / ThrillerSiete años después de que su hermana cumpliera la mayoría de edad y fuese condenada por cinco escalofriantes asesinatos en serie, Sienna se enfrenta a las consecuencias de estos crímenes. Debe sobrellevar la condena social, el remordimiento y la t...