Capítulo 2

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En rojo ardiente y letras capitales brillaba la palabra murderer, asesino en inglés. Lo traduje en mi mente y al hacerlo, añoré el sabor de mi idioma madre.

He visto grafitis como este cada vez que nos mudamos, pero sigue afectandome como el primer día. No puedo simplemente ignorarlo todo como lo hace mi madre, quien dirige la mirada hacia otro lado mientras su marido pinta sobre la inscripción, borrando cada día un ataque nuevo.

El viaje en auto es tranquilo. Nos sumimos en un cómodo silencio y solo puedo mirar por la ventana, perderme entre los árboles y pensar en la fecha del día que corría. 

2017 y tengo diecisiete años, la edad en la que mi hermana hizo lo que hizo. Pensé que de alguna forma a su edad podría entenderlo, pero no lo hago en lo absoluto.

Tras un beso en la mejilla a mi hermana menor, bajé y caminé directo a la entrada, sentí el suelo temblar debajo de mis pies y acelere el paso.

Intenté lucir ocupada buscando lentamente mis horarios en planillas, haciendo tiempo hasta que finalmente la campana suene.

Me senté a un lado de la ventana, en la tercera fila, era una tradición para mí, en cada escuela nueva buscaba ocupar ese sitio. La profesora de historia se refirió a mí como la nueva compañera que "estaremos encantados de recibir con amabilidad", con sus palabras supe que había hecho su trabajo leyendo mi historial académico...

Al decir mi nombre en voz alta escuché una especie de burla proveniente de la parte trasera del salón, y luego otra disfrazada de tos, al minuto siguiente un papel golpeó mi espalda y rodó hasta mi, lo tomé y al abrirlo vi lo que decía en una cursiva marcada, asesina, otra vez estaba pasando.

La clase sobre la segunda guerra mundial era interesante pero las miradas de todos hacia mí me impedían concentrarme, mis notas estaban desordenadas y llegó un punto en el que solo pude escribir hechos aislados  sin ninguna coherencia. Esta vez me estaba resultando difícil ser disciplinada no podía perderme en la bibliografía y tomar notas exactas como tenía por costumbre.

Una vez anunciado el receso tan esperado por todos, me levanté con premura dispuesta a dirigirme al único refugio que siempre lograba acogerme: la biblioteca. Un mechón de cabello cubría mis ojos y esa pared rubia era una coraza.

Por lo que había averiguado estaba a cuatro salones de allí, ¡debía atravesar un solo corredor!, podría estar en paz hasta la otra clase.
Pero mis compañeros no estaban de acuerdo con ello, de un minuto a otro me vi rodeada, el aire comenzó a entrecortarse y me acorralaron, un grupo de chicos caminaba hacia mí, con cada paso que daban yo simplemente retrocedía, estaba nerviosa, intentaba actuar con naturalidad.

Mi espalda chocó de forma estruendosa contra los casilleros y me vi obligada a alzar la vista y verlos directamente a los ojos.

Al parecer eran tan solo cuatro personas, pero el susto me hizo sentir que una multitud me amenazaba, ahogándome.

Comencé a respirar con dificultad, sus palabras se escuchaban distorsionadas no podía entender lo que estaban diciendo pero sabía que hablaban de mi hermana y que me llamaban asesina.

—¿Tú también querrás ser delegada del curso? —preguntó con ironía una pelirroja de gran estatura y piernas extremadamente largas,  solo podía ver hacia abajo directo a sus extremidades inferiores, evité su mirada a toda costa, sabía que los ojos prejuiciosos y su juicio podían quedarse conmigo atormentándome días enteros.

—¿No vas a decir nada? ¿Acaso esperas una bienvenida formal para dignarte a hablar? —comentó un joven que llevaba botas oscuras.

—Qué irrespetuosa, debería agradecer que pese a que es una amenaza para todos, aun así le hemos dado una beca. Nosotros estamos pagando tu colegiatura —comentó ella, mientras se recargaba con firmeza sobre sus tacones. 

Sienna: La sangre viva detrás de una asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora