Mirada Ámbar

Capitulo 4: Deseos negativos

«Lo blanco se tiñe de negro, lo dulce se vuelve salado, el amor se convierte en odio y la vida te lleva a la muerte». Se decía una y otra vez, porque aquella frase fue como un mantra después del accidente, un bálsamo sin sentido al que le dio forma y porqué al enterarse de que era hijo de su madre y quien sabe quien, o el hecho de que su mejor amigo del cual estuvo enamorado los últimos años se revolcara con su hermano menor, no era nada, solo era una probada de su verdadero tormento, algo sin relevancia cuando se le compara con esto. Eso fue vivir en el paraíso, aun así decía que su vida era una mierda, pero la verdad es que nadie se esperaba lo que le ocurrió.

Pero lo que más detestó fueron las miradas compasivas, los murmullos a sus espaldas, la lastima hacia su patética persona, que tal vez esperaban que él: Claude Faustus, se arrastrara como un maldito gusano pidiendo compasión y ayuda, pero todos estaban equivocados si creían que se humillaría aun más después de lo que paso. Ya había tenido suficiente y dudaba de que alguien le tendiera una mano amiga, es decir ¿por qué hacerlo? No esperaba caridad de nadie porque lo único que le quedaba era determinación y decisión ¿de qué? Pues de demostrar que él podía salir adelante, no necesitaba “estúpida compasión” ni que le dijeran “te entiendo”.

Realmente no entendían nada, se decía así mismo y tal vez tenía razón, porque creían saber por lo que pasaba, pero no podían entender lo que no han vivido, nadie puede. ¿Cómo sabrás lo que se siente que maten a tu hijo cuando ni siquiera eres madre? ¿Cómo sabrás lo que se siente que te torturen si nunca nadie te ha puesto ni un dedo encima? Cada persona sabe lo que es su miedo, su temor, se hunde en su propia desesperación o sabe salir de ella, no hay de otra, te doblega o la dominas, te haces lo suficientemente fuerte para sobrellevarla o te consume, así de simple.

«Cuando hayas vivido lo que yo te creeré cuando me digas que lo entiendes, hasta entonces solo “intentaras” imaginarte la situación, si a ti te cuesta visualizar y sientes compasión ¿te imaginas el haberlo vivido? ¿Qué harías? Siempre es más fácil hablar que hacer las cosas». Fue lo que dijo cuando estuvo arto de todas aquellas malditas miradas sobre su persona, él no era un espectáculo que estaba para entretenerlos. Todo era un morbo estúpido y sin sentido, lleno de la podredumbre de la sociedad lo que alimentaba los constantes cotilleos. 

Claude se enfadaba con cada persona que según él, le profesaba lastima por lo sucedido. Todo en el cambio, aquella dulce mirada ahora era fría e imparcial, a muchos ahora les provocaba miedo y no era para menos, su voz tímida se volvió sería, ya no tenía ni un ápice de lo que había sido. Ya no era aquel cobarde del armario, no era el chico llorón y sumiso que acataba toda orden con tal de ser aceptado, con tal de no sobresalir. Era alguien decidido a enterrar su pasado pese a las sombras que lo rodeaban o las pesadillas que lo atormentaban.

Era diferente. Ahora simplemente se encontraba solo en su pequeño apartamento, porque no necesitaba absolutamente nada más. Finalmente vivía solo, como siempre lo quiso, la escuela le quedaba a quince minutos de camino en carro, pero no le importaba porque él tenía carro, así que no debía preocuparse de tomar el tedioso transporte día a día. Su única preocupación por ahora era el estudiar, ya que estaba en el último año de la preparatoria, por otro lado Sebastián y el seguían siendo amigos, bien o mal agradecía la compañía del moreno después de aquello.

Pero a todo esto ¿qué fue lo que paso?, para eso habría que remontarnos seis meses atrás, para ser exactos el 20 de abril, dos meses después de cumplir los diecisiete años.

Aquel día realmente deseo no haber nacido y de ser posible ansiaba desaparecer de la faz de la tierra. Odio, miedo, ira y frustración… todo se apodero de su ser, su alma se corrompió y quebró su fuerza de vida, su esencia se desvaneció para no volver jamás. Ya nada importaba, todo y todos se podían ir al carajo en ese preciso momento y a él no le importaría.