Capítulo 2: No me conoces

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Al quitar las cobijas que le cubrían, pudo ver la mirada de asombro que tenía el azabache, más que asombro estaba impactado y petrificado, pero era de esperarse, tal vez le veía como lo que era, un chico patético que daba asco.

No tenía caso. Su mente daba vueltas, deseaba desaparecer en su inmundicia como ellos querían, pero lo que nunca se espero es que Sebastián se acercara a la cama y lo rodeara con sus cálidos brazos, aquel gentil contacto se sentía tan bien, tan natural y al mismo tiempo tan incorrecto, pese a ello deseó más. Quiso ser egoísta y tomarlo todo aún cuando no merecía nada.

«Incluso he olvidado la última vez que mis padres me abrazaron así» Ellos nunca lo hicieron, porque nunca lo amaron y jamás les importó, él era un estorbo en sus vidas llenas de mierda, se negaba a creerlo pero cada día era más evidente, aunque con inocencia infantil, Claude intentó recordar inútilmente cuando fue que sus padres le abrazaron con la intención de reconfortarlo, pero no recordaba nada, el vació y el frio siempre lo rodeaba de no ser por él.

—Se-Sebastián…

Lo llamó aturdido y confundido, no sabía si liberarse de aquel contacto que tanto anhelaba y necesitaba o simplemente echarse a llorar entre sus brazos. Todo lo que deseaba era dejarse llevar por el momento, y como pudo se aferro a la espalda del moreno y gruesas lágrimas comenzaron a salir seguido de un llanto lastimero que parecía rasgarle el pecho y la garganta.

—Eres un idiota, no sabes cuánto me preocupe por ti cuando no llegaste a la escuela —su aliento chocó sobre su cuello, mientras una extraña sensación provocaba que se estremeciera—, sentí que algo te había pasado, nunca antes habías faltado…  y al salir vine corriendo para verte… estúpida araña.

Aquel cuerpo debajo de el temblaba, por miedo, tal vez tristeza o frustración… la verdad es que todo a la vez, aquellos sentimientos que magistralmente intento ocultar y evadir todos esos años estaban saliendo a flote. Las lagrimas no derramadas se vertían sobre el pecho de Sebastián, quien a cada sollozo acercaba mas aquel frágil ser hacia él, en un banal intento de “reconfortarle”. La impotencia los inundaba a ambos, al primero por no poder dejar de llorar, se sentía humillado al mostrarle esa patética faceta de su vida a quien consideraba el amor de su vida. El segundo por no poder hacer nada por su amigo, la única persona que le había soportado todos estos años de rebeldía y estupidez desbordada.

—Me lastimas —logró decir entre lágrimas e hipidos cuando se tranquilizo un poco.

Decir que sentía su cuerpo adolorido es poco, un punzante dolor le recorría de pies a cabeza, el solo hecho de moverse un milímetro le lastimaba y no era para menos. Su padre lo había golpeado tan fuerte que su pijama tenía pequeñas manchas de sangre en la espalda.

—Lo siento —se separo de Claude para mirarlo a los ojos— ¿Qué te paso? —y antes de que dijera la escusa más obvia del mundo y que sabia de memoria, colocó el dedo índice sobre sus labios—. Y no me salgas con que “te caíste” porque esa estupidez ya me la sé.

—No es una estúpida escusa, es la verdad Michaelis —su mirada se lleno de pánico por instantes, ¿Cuánto sospechaba él de su vida?

La verdad es que sabia más de lo que le decía, porque nunca le hizo mención de ello, la realidad es que no sabía que contestar, si bien nuestro Claude era en extremo inteligente, podía ser alguien malísimo a la hora de inventar escusas, pero el decirle a Sebastián: sabes que, esta madrugada descubrí que mi padre no es mi padre, y como estaba ebrio me golpeo hasta prácticamente hartarse por ser su hijo bastardo, ya sabes, lo normal. Realmente nada era tan simple.

—Así que te caíste… aja y ¿Dónde fue? ¿Por qué no fuiste al doctor? ¿Dónde está tu madre? ¿Te dieron medicamento? —lo empezó a bombardear con un sinfín de preguntas, ya que esta vez no aceptaría mas mentiras, él sabía que algo le pasaba y pretendía ayudarle, tal como Claude lo había hecho cuando su madre falleció y su padre se desatendió de él y su hermano.

Mirada ÁmbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora