Epílogo: Mirada ámbar

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Su azulina mirada se mantenía fija en el reflejo que le mostraba aquel enorme espejo de cuerpo completo. Regalándose una encantadora sonrisa, una vez que aprobó su vestimenta que consistía en un short café, unas botas altas y una camisa blanca, haciendo que resaltara aun más su esbelta figura.

Lentamente giro sobre sus talones, teniendo una vista completa de su amplia habitación, la cual en un principio le parecía exageradamente grande (algo excesivo), después de todo tenía casi el mismo tamaño que su antiguo departamento que compartía con su amado Luka, aunque tampoco es como si le molestara tener espacio extra.

Ciertamente era un poco complicado creer que dos años atrás se dedicaba a bailar y desnudarse frente a la mirada morbosa de varios hombres, ya que actualmente era el hermano menor de uno de los empresarios más exitosos de todo el Reino Unido. Incluso portaba el apellido Faustus… Jim Faustus. Se escuchaba realmente bien y le hacia sonreír ampliamente.

Aquel día en el que Claude le propuso vivir con él tenía miedo y termino gritándole cosas crueles pese a que casi ni lo conocía, tan solo quiso sacar conclusiones apresurada para evitar ser lastimado nuevamente. Era comprensible, por lo que al final, ambos se adentraron al pequeño departamento en busca de las pocas pertenencias de valor del pequeño Alois y Luka.

Claro que mientras el menor guardaba todo, paso por alto aquella expresión furibunda que se iba dibujando en el rostro de Claude al ver en las condiciones que vivían los hermanos. Tan solo se limitó a apretar los puños mientras se juraba que por nada del mundo dejaría que volvieran a vivir algo similar.

—No es necesario que te lleves toda esa ropa —le dijo tranquilamente—. A partir de hoy estarán tú y Luka bajo mi tutela, por lo que les comprare todo lo que necesiten.

—¿Tutela? —Inquirió Alois un tanto confundido—. Es decir que nos adoptaras…

—Algo así —respondió—. Como ambos son menores de edad deberán estar a cargo de un familiar, pero en este caso al no haber ninguno ambos irían a un orfanato hasta que cumplas la mayoría de edad y te puedas hacer cargo de Luka, o hasta que alguien los adopte.

—¡No quiero separarme de Luka!

—No lo harás —se sentó un momento en la cama, y atrajo a Alois hacia su cuerpo abrazándolo protectoramente—. Por eso es que iniciare los trámites para que yo sea responsable de ustedes.

—Gracias —susurró apenado.

Ahora más que nunca que arrepentía de las crueles palabras que le dijo momentos antes, sin embargo ya nada podía hacer. Un poco cabizbajo termino el abrazo y comenzó a guardar lo indispensable, junto a algunas fotos de su madre y hermano, las cuales metió cuidadosamente en una pequeña mochila con estampado de arañas. Al final tomo un pequeño alhajero blanco con grabados plateados, el cual guardaba celosamente en el mueble al lado de la cama.

—Era de mi madre —sonrió deslizando sus dedos por la superficie—. Pero nunca supe que tenía dentro, ya que la llave se perdió y no quise forzar la cerradura por miedo a romperlo.

Claude lo miraba atentamente, tenía un grabado hermoso y por alguna razón le recordaba mucho a su madre, ya que compro uno muy similar, donde guardaba varios anillos y collares. Extrañamente vino a su mente aquel momento cuando le entregaron las pertenencias que llevaban sus padres el día que murieron, entre ellas había una pequeña llave de plata con el mismo símbolo que el alhajero de Alois, la cual creyó que era de Beast, pero nunca encontró lo que habría, aun así siempre la mantenía consigo.

Mirada ÁmbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora