Capítulo 4

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Ruth caminó detrás del muchacho, que se dirigía a una de las casas que estaban de frente al bosque.

-¿De dónde vienes? -le preguntó. Ella no podía decirle de donde venía. Pensó para inventarse un lugar, pero no conocia ninguno. No dijo nada. Simplemente se encogió de hombros. -Esta bien, no me digas. Pero dime a dónde ibas, ¿Te pensabas meter en el tren sin que nadie te viera?

-¿Esas cajas negras se llaman "tren"? -preguntó Ruth. Él asintió. -No me iba a ir en eso. Es muy rápido. -él rió ligeramente.

-Entonces... ¿A dónde vas? -insistió el muchacho.

-No lo sé.

-¿Te escapaste? -pregunto el muchacho. Ruth se quedó callada. Se preguntó si él sabría que había huido del hospital. Ella solo miró sus pies muentras avanzaban en el nuevo terreno que no eran las baldosas blancas del hospital. Él tomi el silencio como un sí. Ella también, aunque se preocupaba por lo que eso podría implicar. -Entonces, eres de esas chicas de espíritu libre que se aburren de la monotonía y lo rutinario, en busca de aventuras...- terminó el muchacho.

-Más o menos. -fue lo unico que pudo decir Ruth. Siguieron caminaron. El muchacho iba muy rápido. Ruth observó la hilera de casas. No sabía con que compararlo. Lo único que tenía en la mente era el interior de aquella casa, junto con la mujer, y nada más.

-¿Cómo es tu nombre? -dijo el muchacho, sacando a Ruth de su único pensamiento.

-Ruth. ¿Y tu eres?

-Xavier. -dijo sonriendo. Estaban acercandose a la hilera de casas. Xavier se colocó adelante de Ruth y le hizo señas para que lo siguiera por una puerta de madera vieja. El salon donde entraron estaba iluminado por la luz de una ventana que estaba en la pared del otro lado de la habitación. Sólo había un mueble con un montón de libros y un sofá rojo. Xavier cerró la puerta con cuidado y sin hacer ruido. Miró a través de un pequeño hueco en la puerta para ver si alguin los había visto.

-¿Tú también te escapaste? -preguntó Ruth. La pregunta la sorprendió más a ella que a Xavier. Él asintió.

-Yo estaba en el edificio que esta en centro de la cuidad, es muy espeluznante, pero conseguí escapar. -¿Cómo espeluznante? -preguntó dudosa Ruth.

-Bueno, tu sabes... -vaciló un poco. -la presidenta... ella, bueno... tiene planes... raros... -terminó casi tartamudeando. Luego se encogió de hombros. Xavier era un chico, que au que vivía con miedo, nunca lo demostraba. Ruth arrugo la cara, no sabía de que le estaba hablando él. Lo único que sabía era que él no estaba hablando de escaparse de la misma persona.

-No entiendo. ¿Que quiere ella? -pregunto Ruth. No sabía quien era la presidenta. Tampoco sabía que era. Pero tuvo la curiosidad de preguntar.

-El simple hecho de que ella este gobernando, es raro. Todos los libros que he leído hablan sobre hace años y siempre aparece su nombre, como si hubieran sabido que esto sucedería. Y ella tiene una especie de plan con todos nosotros, desde hace diecisiete años, nos ha encerrado a todos nosotros. Y yo logré escapar, al igual que tú...-sonrió, pero luego su cara era de confusión. -¿Dónde te tenían? -Ruth dudaba. No conocía otro lugar que pudiera inventarse, a parte del hospital. Di un suspiró y habló.

-Estaba cruzando el bosque. -se le dio la idea de no decir la verdad, solo una parte.

-Pero nada queda cruzando el bosque... -dijo Xavier, susurrando. -¿Trabajas para ella? -su cara era de miedo, y como rabia.

-No. -contestó Ruth. -Ni siquiera sé quien es. -bajó la cabeza y respiro profundamente. -Estaba encerrada en un hospital. -tragó fuerte y espero la reacción de Xavier. Él solo la miró. No hubo una palabra más. Estaban parados en el centro del salón. Un fuerte estruendo se oyo de la parte de afuera de la puerta de madera. Xavier corrió hacía la puerta y miró por el hueco. Sus ojos se ampliaron y caminó devuelta hacía donde estaba Ruth. Le tomó la mano y la jaló hacia un rincón oscuro. Ese no era un lugar para ocultarse. Pero, Xavier quito una especie de tapa metálica negra, que ocultaba un hoyo en la pared. Se sumergió en el y a Ruth con él. El lugar era oscuro, pero no se sentía como un hoyo en la pared, si no como otra habitación con una pequeña puerta. El espacio era amplio y silencioso. Xavier todavía tenía la mano de Ruth agarrada. Él estaba concentrado observado por el hoyo; tomó la tapa metálica y tapó el hoyo. Todo pareció volverse más oscuro, aunque esa era total oscuridad.

-Oh, no -susurró Xavier. -Me han descubierto... han venido por mí. -Su mirada se habia perdido en la oscurodad, pero su demostraba un alto grado de preocupación. Ruth se sorprendió cuando empezó a hablar.

-No. -dijo. -Han venido por mí.

Un ruido sordo se escuchó. Luego un silencio invadió el espacio. La pared en la que Ruth estaba recostada empezó a moverse. De pronto, un polvillo empezó a moverse en el aire y a fastidiar la nariz de Ruth. Un pedazo de escombro cayó sobre su cabeza, y la pared se derrumbó sobre ella.

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