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Las vacaciones terminaron, la escuela empezaba, una tortura mas que soportar, y me refiero a que Maddy y Nate volvieron, así que vengo en la camioneta con los dos.

Mis padres me quitaron mi auto por mis adicciones, por lo tanto tengo que soportar a estos dos siempre, por eso siempre me pongo mis audífonos y mi volumen al 100%.

Ya que llegue a la escuela me puse mi campera por el frío que hacía, y me adelantaba y caminaba lejos de ellos.

Llegué a mi casillero, metí libros que no necesitaba y me sentía estresada porque no tenía ningún gramo de cocaína siquiera.

Cerré el casillero y camine al salón, entre y me senté atrás sola.

Así transcurrieron mis clases, aburridas y lentas, en la hora de almuerzo me senté con Rue y con Jules.

—Rue ¿Tienes un poco?— Le pregunte.

—Si, nomás tengo pastillas — Le agradecí, tome mis cosas y camine directo al baño.

Entre a un cubículo y con mi billete de diez dólares empeze a moler, metí todo a mi nariz, limpie y sali de ahí.

Me sentir en un viaje, pero necesitaba para esperar a Nate sus entrenamientos porque tampoco puedo irme sola.

Al finalizar las clases, fui al entrenamiento de Nate, odiaba ir porque todos sus amigos hacian señas sexistas y sin fin de cosas.

Siempre que me siento en las gradas recuerdo mi vida antes de las drogas, recuerdo mi relación con Nate, era bastante unida, siempre me defendía de todos, siempre cariñoso conmigo.

Nunca peleabamos, no nos faltabamos el respeto, mucho menos levantarnos la voz, no recuerdo cuando todo eso cambio, cuando mi enojo creció cuando con unas cuantas palabras Nate me daño tanto.

Llegué a casa drogada como era de esperarse.

—¡Siempre llegando a la hora que te da la puta gana!— Me grita desde arriba de las escaleras.

—No empieses Nate, no estoy de humor— paso por un lado pero este me toma de la muñeca asotandome contra la pared tomándome de las muñecas fuertemente.

—¡Este no es un puto burdel Stella!—

—¡Déjame en paz Nate!— Mi madre trataba de pararnos pero era imposible midiendo la fuerza de su hijo.

—Eres una puta zorra drogadicta, estás loca, eres una sicópata, ojalá mueras para que nos dejes de preocupar— Lágrimas salían de mis ojos.

—¡Si Nate, alguien día me voy a morir y serás el primero que llorara por mi, estúpido engreído de mierda! ¡Suéltame!— El me suelta, y mi mano asota en su mejilla.

Subí corriendo las escaleras para meterme a mi habitación que afortunadamente estaba enseguida de su cuarto.

Así eran todas las tardes que llegaba tarde o no me iba con el en su camioneta, siempre peleas, y de vez en cuando unas cuantas agresiones, siempre era así, tenemos más dd tres semanas que no peleamos, pues siempre subo a mi habitación y me alejo de los problemas; en este caso mi familia.

—¿Nos vamos?— Pegué un brinco del susto, y me levanté rápidamente tomando mis cosas y dirigirme a el.

En el camino estaba bastante callado, mi cabeza estaba recargada en la ventana, era la primera vez que no llevábamos a Maddy a su casa y pensé que probablemente volvieron a terminar.

—¿Cómo te fue hoy?— Voltea a verlo y el me hablaba a mi.

—Ehmm... Supongo que bien— Era extraño.

—¿Te drogas te?— Deja de mirar la calle para verme a mi.

—No, no tengo nada de eso ahora— Mentí, en la mañana si lo había hecho, pero no tenía más de eso.

—¿Quieres ir a la tienda?— Asentí y giro repentinamente a la tienda de Fez.

Al llegar Fez estaba con su vestimenta de un pans rojo y una sudadera roja, baje junto Nate de la camioneta.

—Hola Fez— Saluda Nate.

—Hola— Nos saluda, le doy una sonrisa y paso a la tienda, compramos unas tortas y salimos de ahí.

Me despedí de Fez con la mano y me subí de regreso a la camioneta.

Llegando a casa subí a mi habitación y Nate venía detrás de mi, se acuesta en mi cama y empieza a hablar de cosas sin sentidos, y creí que la drogada de la familia era yo.

—Y la vez que te reíste tanto que la leche salió por tu nariz...— Nuestras risas eran bastantes fuertes, y ya cuando cesaron Nate me inspecciona con su mirada.

—Encerio ¿Desde cuándo de hiciste tan divertida?— Nate me mira a los ojos.

—Siempre e sido igual, otra cosa que nos separamos—

—¿Quien te vende la droga?— La sonrisa cayó de inmediato.

—No te puedo decir— incomoda doble mis piernas

—Vamos no diré nada—

—¡Que no joder! Es hora de que te vallas a tu habitación Nate— El se levantó de la cama y besa mi frente.

—Descansa— Con su voz ronca cierra mi puerta.

Me dejó caer a la cama, habia sido un dia bastante anormal con Nate, algo que me había gustado, es como si mi niñez regresase a mi.

⚠️ Euphoria ⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora