Capítulo 6

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6|Verdad furtiva.

—Ya te lo dije, mamá —resopló Marion —, hubo un accidente en la carretera por la lluvia, así que tuve que tomar otro camino.

—¿Otro camino? —respondió su madre incrédula —, pero si tu ibas en tren.

—Mamá, yo debo cruzar una carretera para poder llegar a mi escuela una vez que bajo del tren.

—¿Y simplemente no pudiste solo caminar una o dos cuadras, alejarte del accidente y cruzar?

—Eso hice.

—Claro, y caminar dos cuadras te tomó dos horas de tiempo.

Justo eso hizo a Marion titubear. A ella se le daba bastante mal mentir, por lo que le llevó mucho más de tres segundos pensar con qué contraatacar. Pero claro, ella prefería dar una mala mentira antes que confesar que faltó a clase por quedarse dibujando a un chico en el subterráneo.

No quiero apresurarte ni nada por el estilo, pero mi cara está tan tensa que siento que jamás podré dejar de sonreír —mencionó el chico frotando sus mejillas.

—No aguantas nada —contestó Marion riendo.

Por un instante ella dejó de mover su mano para mirar el reloj que colgaba de una de las viejas paredes para mirar la hora.

—Carajo —dijo soltando el lápiz preocupada.

—¿Pasa algo?

Después de clase debía acompañar a mi madre al doctor y lo he olvidado —del bolsillo de su sudadera sacó su teléfono celular y se percató de las tantas llamadas perdidas de su madre.

—¿Al doctor, para qué?

—Para comprar cemento.

—Muy graciosa —Adal se cruzó de brazos.

—Ella se siente mal y digamos que es un poco paranoica — explicó Marion —. Dice que podría ser algo grave y puedo contagiarme, a demás de que si eso me llegara a pasar, me vería en la obligación de faltar a clases.

—Bueno, a mi parecer no aparentas estar enferma, además de que hoy faltaste a clase.

La castaña al escuchar tales palabras simplemente se limitó a fulminarle con la mirada.

—Sí, lo hice —resopló —. Pero que nadie se entere de esto, por favor.

—Descuida, tu secreto estará en la tumba conmigo.

—Como sea, mamá —contestó Marion negando con la cabeza borrando la sonrisa de su cara e intentando sonar despreocupada —. Deberías de alegrarte por verme viva y no haber muerto en algún accidente.

—Justo por eso me preocupé, pensé que algo te había pasado —afirmó la madre —. Estuve llamándome infinidad de veces, creo que pudiste percatarte de eso —ella giró el volante del carro doblando a la derecha —. No sé para qué te compré teléfono si ni siquiera eres buena para contestarlo.

Te lo prometí [Completa].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora