Capítulo 12

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12| Despedida.

Habían pasado ya tres días de la noticia. Marion podía recordar. Todo lo que en su mente parecía estar encapsulado en una nuve grisacea se había aclarado con el toque de Adal. 

El chico supo cómo hacer que la chica recordara de forma sutil a pesar de ser una noticia bastante cruda para ella. Adal tenía entre sus planes hacerla recordar poco a poco evaluando el comportamiento día con día que Marion tenía hacia él. El muchacho sabía lo terrible que sería soltarle la bomba a Marion de una sola, principalmente porque ella había olvidado y Adal era un desconocido para ella por lo que creería que estába completamente loco y en segunda opción por la amnesia que Marion padecía. Acabava de sufrir un episodio nuevo después de años y probocarlo nuevamente en la misma semana no habría sido lo mejor. 

Todo estaba planeado por él pero su sorpresa apareció cuando en sus ojos capturarón la imagen de Marion llorando en el suelo del subterraneo. Se paralizó por completo pues no esperaba encontrarla de esa manera. Le dolía bastante que los ojos de la chica derramaran lágrimas descontroladas. Alguien se le había adelantado. 

Adal estába tan asustado como Marion. No quería que su amnesia volviera a pasar por segunda ocación en pocos días. Cuando él intentó acercarse a Marion y ella se alejó sintió la frustración de ver que ella estaba dudando de él pero finalmente lo consiguió. Logró que ella recordara sin concecuencias fuertes, que solo quedara ese espacio en blanco relleno de información perdida.

Adal lo había logrado. Tal cómo se lo había prometido.

Marion odiaba que la gente se acercara a darle abrazos de lástima y condolencias. La veían con preocupación y varias de ellas lloraban en su hombro. Marion había llorado bastante los pasados tres días, por lo que solo se sentía bacía, sin capacidad de derramar una gota más. 

Estába cansada pero permaneció con sus ojos bien abiertos durante la última misa del novenario que se le ofreció a su ya difunto novio. 

Al salir del templo se liberaron palomas blancas y todos sorvían mocos por sus narices. Habían muchas personas entre ellos notó a familiares del chico y compañeros escolares. La chica logró visualizar a su profesor de artes quien se acercó a ella dandole palabras de apoyo. Sus compañeros del curso también estaban presentes pero ellos se limitaron a abrazar a la chica demostrando simple empatía. 

Marion se abrazó a sí misma frotando sus brazos cubiertos por su blusa negra de manga larga. Estaba haciendo frío y que el sol se encontrara cubierto de grises nuves no ayudaba en lo absoluto. Una mano se posó en su hombro y ella giró en su dirección encontrandose a Luka.

—Hola, Marion —le sonrió triste. La chica se la devolvió siendo la primera sonrisa que daba en el día —. Creo que es inutil preguntarlo pero, ¿cómo te encuentras?  —suspiré sin saber cómo responder a su pregunta —. Tengo más de una semana sin saber de ti. Fui a visitarte a hospital cuando estabas inconciente, no creo que eso te lo hayan dicho, pero entré de contrabando porque no estaban permitidas las visitas, pero no podía irme sin asegurarme que el golpe que habías recibido no había sido grave.

En ese momento Marion se percató de las gafas oscuras que Luka tría puestas. Se notaba cansado, incluso más que ella. Su nariz lucía roja junto con sus mejillas.

—Sé que te lo han dicho todo el día pero siento la necesidad de decirtelo y yo... Lo siento. Fue algo que a todos nos descolocó y si te soy sincero, jamás en toda mi vida había llorado tanto. No puedo creer que de tantas personas en el mundo tuvo que pasarle a él —dijo ahora refiriendose a Adal.

Te lo prometí [Completa].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora