7| Buscando la comodidad.
—
—Bueno, debo irme ahora o mi madre se pondrá histérica.
La castaña dejó el lápiz amarillo en el lapicero sobre el viejo escritorio. Procedió a acomodar su mochila sobre sus propios hombros pero Adal impidió su retirada.
—Espera —la mano del chico recayó en el hombro de Marion quien estaba por levantarse de la empolvada silla. La castaña lo miró juntando ambas cejas, preguntándose como fue que llegó tan rápido a su lado. La expresión de Adal era analítica y todo él estaba concentrado en algo que Marion no tenía ni idea de lo que era —. Alguien viene —finalmente el chico expresó.
Marion como la chica nerviosa que surgió días atrás se alertó y sus manos comenzaron a temblar. Sudor frío por su frente de la nada comenzó a brotar y con mirada inquieta comenzó a buscar una vía de escondite.
—Vamos, detrás del estante —apuró Adal.
La castaña sin tomarse un segundo en pensarlo corrió y se escondió detrás con ayuda de Adal. El mismo chico se posicionó detrás del estante junto a la chica. Ambos estáticos y pegados a la pared buscaron sus propias miradas inquietantes.
Entre tanto silencio la manija fue girada y la puerta se abrió dejando entrar toda luz y ruido del exterior. Dos policías bien uniformados entraron en la habitación. Un hombre de aproximadamente cuarenta años y una mujer de no menos cinco años menor que él.
—Estoy cansada de trabajar en este lugar —resopló la policía dejando su pertenencias sobre un estante justo a un lado de la entrada.
—Trabajo es trabajo —respondió su acompañante.
—Lo sé, pero las cosas que pasan aquí no siempre son agradables. No olvidemos lo que sucedió hace unos días, eso realmete me asustó demasiado.
—Tienes razón, pero a eso nos enfrentamos trabajando en la seguridad.
El hombre caminó hacia el escritorio y tomó la hoja con el boceto que Marion había dejado.
—Mira lo que hay aquí —mencionó mostrándole a su compañera —. Supongo que Carl olvidó llevárselo.
—Uh, ese hombre a mejorado bastante —comentó la mujer —. Debería dejar la estación y dedicarse al arte.
Marion observaba la escena tratando de no mover ni un solo músculo, e incluso respiraba tan lentamente que estaba comenzando a cansarse.
El policía dejó el boceto donde lo había tomado y mencionando que tenía demasiada hambre se marchó con su compañera detrás.
—En una hora regresan decías, ¿no? —reclamó la chica viendo cómo del rostro de Adal brotaba una sonrisa burlesca.
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Te lo prometí [Completa].
Cerita PendekEn la vida siempre existen cosas que solemos olvidar, como el qué desayunaste ayer, dónde dejaste tal cosa o simplemente se te olvida qué era lo que ibas a decir. A veces es frustrante, pero no hay nada como tomar un respiro, quemar el cerebro hast...